Sensaciones, ideas y fantasías

domingo, 18 de mayo de 2008

Noticias desde el Tíbet

Bombardier se ha marchado al Tíbet.

Eso dice él. Pero la verdad es que, si yo interpreto bien su mente criptológica, está en algún lugar de los Pirineos catalanes.

Me ha enviado un texto en respuesta a mi demanda de auxilio, que me ha dejado perplejo y ha hecho recorrer escalofríos por mi espalda. Tanto, que necesito algún tiempo para asimilarlo. En su debido momento lo publicaré. Es un sueño que dice haber tenido.

De momento me limito a colocar algunas sugerencias que me hace.

Por ejemplo, el blog de Héctor García, un español que vive en Japón. Su página está llena de valiosa y seleccionada información sobre ese país para mí inaccesible (salvo a través de Murakami y de Kenzaburo Oe). Consejos para turistas, explicaciones sobre comida, costumbres y curiosidades. Útil y clarito. Un ejemplo de las utilidades de la red, en a que encuentras lo que necesitas, si te orientan. Al fin y al cabo, los blogs son en gran medida eso, orientadores.

Otra página que me recomienda Bombardier es la de un grupo de amigos de genio integrador que se dedica a estudiar y escenificar las batallas que tuvieron lugar durante la Guerra Civil española en Madrid y sus alrededores. Se llama Frente de Madrid. esta es la explicación que ellos mismos dan de sus actividades.

La idea de desarrollar actividades de recreación histórica de la Guerra Civil puede suscitar ciertas suspicacias ante el temor a que una puesta en escena evocadora de un conflicto que mantiene abiertas heridas en algunos, produzca consecuencias no queridas. Entendemos que existen otros espacios en los que puede expresarse la disidencia y el rechazo a un determinado orden político y que, por tanto, debe reservarse a la recreación histórica el recuerdo de las personas que participaron en la Guerra Civil, al margen de sus ideas.Frente de Madrid no nace para atacar a nadie ni para transmitir una visión partidista de la Guerra Civil sino como un instrumento educacional que quiere contribuir a contar aquella época haciendo visibles a las personas que la protagonizaron. En este sentido, la exhibición de signos distintivos y banderas de la época, de cualquier clase, no tendrá otra finalidad que la representación histórica, y el uso indebido de los mismos que pueda hacer algún participante será de su exclusiva responsabilidad, si bien la participación en este tipo de eventos implicará asumir la obligación de respetar escrupulosamente las reglas que a este efecto se señalen.

Por último, me pide que recomiende un libro, de esos que se leen de un tirón. El Oficial Polaco, de Alan Furst, editado por Seix Barral en 2007, aunque Furst lo escribió en 1995.

Alan Furst es norteamericano, ha sido profesor en varias universidades y ha ejercido el periodismo. Dice el refugiado en el Tíbet pirenáico que Alan Furst le recuerda a Jopseph Kanon, otro escritor de novelas de espionaje situadas en los años de la Segunda Guerra Mundial. Hace unos meses se estrenó El Buen Alemán, escrita por Kanon, dirigida por William Sodenberg. Según Bombardier, los personajes y la acción nuclear de la novela son violentamente trastocados para adeptarla a una narración cinematográfica. Es decir, que le ha gustado más el libro que la película.
El Oficial Polaco tiene los ingredientes básicos de la novela de espionaje: acción, tensión, credibilidad, fatalismo. Se fija más en los seres humanos que en su calidad moral, y está armada sobre las rutinas (con frecuencia heroicas) de los espías, que tienen más que ver con la estadística que con la épica. Por ejemplo, recogiendo muestras de los trapos desechados por un regimiento de Panzers de la Wehrmacht y haciendo una análisis químico de ellos se puede deducir las intenciones de avance en teritorio ruso o no con anticipación.
Coincido con Bombardier en su preferencia del género de espionaje sobre el negro. Las novelas negras cada vez se basan más en las atrocidades y perversiones de mentes enfermas o en policías descastados, en corrupciones inverosímiles y cosas así. Para mí, y para Bombardier, los tiempos de la novela negra terminaron con la muerte de Dashiell Hammet y de Raymond Chandler.

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