Los medios de comunicación gastan kilos de tinta y de saliva de contertulios en glosar con júbilo, con consternación, con indignación, con desprecio, los avatares de la dirección del PP, las decisiones de Rajoy, las renuncias, los pronunciamientos, las posibles deserciones, la aleatoria fractura, la debacle electoral en lontananza. Discurren y se escurren sobre el papel de la Iglesia en todo este laberinto de pasiones políticas. Señalan con el dedo o a voces a los, a su juicio, responsables de cuanto sucede. Lamentan la indiferencia del electorado, o esperan con fruición que tenga que manifestarse. Atribuyen responsabilidades a individuos con apellidos compuestos, hurgan en las ambiciones y en las miserias de la clase política. Especulan sobre los beneficios que podrá obtener del follón pepero el partido reinante. Hablan. Escriben. Murmuran.
Los blogs echan humo. Las redacciones hierven de rumores.
A mí, como a la mayoría de los españoles cuya participación democrática se limita por constricción de la ley a depositar una o varias papeletas cada cuatro años, la crisis del PP me trae al fresco. Puesto que soy un rehén de la partitocracia, la crisis de la partitocracia me produce incluso cierto consuelo.
Lo que me inquieta es que se hable tan poco de eso, de la partitocracia (algo se habla, las cosas como son, en especial en los blogs), del secuestro de la democracia por los partidos, del universo irreal en el que viven los políticos, de la parálisis mental de la derecha y de sus complejos, de la hipocresía y el oportunismo sin límites de la socialdemocracia tecnocrática, del caos ridículo de la izquierda divagante.
Es absolutamente revelador que los análisis más penetrantes no se encuentren en los medios impresos ni en las tertulias (salvo alguna excepción excepcional), sino en la Red. Hay algunos blogs que diseccionan con cuidado la realidad, o que la denuncian a gritos, hay revistas digitales en las que se debate con rigor la crisis de la democracia de mercado pletórico. Y como ejemplo vuelvo a citar El Catoblepas, donde en cada número uno encuentra artículos llenos de sentido, de focos de luz o de ideas.
Aprovechemos, amigos blogueros, la libertad de expresión que nos hemos ganado a pulso para no perderla y para ejercitarla en nuestras ventanitas virtuales. Digamos lo que nos parecen las actuaciones de nuestros políticos. O simplemente, ignorémoslos y dejemos que se acerquen poco a poco al precipicio, y contribuyamos con nuestras opiniones (contrapuestas, contradictorias, rabiosas, solemnes, didácticas, intempestivas, etc.) a la limpieza de un panorama en cuyo fondo reptan los oscuros y clarísimos intereses de los amos de la globalización. Porque los verdaderos amos de la globalización somos nosotros, los internautas, los que escribimos y a veces nos podemos reunir personalmente. Llegará un día en el que cristalizará esta catarata de voluntades digitales. Y sino llega…, da igual, nos lo habremos pasado muy bien.
¡Qué poco me interesa la crisis del PP! ¡Qué lástima me produce el menosprecio de los políticos por el bienestar de la nación en la que vivimos los españoles y que, de momento, se sigue llamando España!
Sensaciones, ideas y fantasías
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1 comentario:
Cuánta razón llevas.
Y fíjate, yo creo que en la blogosfera falta espíritu crítico. La mayoría de blogs (el mío el primero) repiten como autómatas las consignas de los partidos y los creadores de opinión. La blogosfera no es, en ese sentido, un universo muy distinto al de los medios.
Es una pena porque los blogs empezaron siendo un símbolo de independencia y libertad.
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