Sensaciones, ideas y fantasías

miércoles, 7 de mayo de 2008

Los fabulosos 60

40 años es sólo una fecha redonda, pero según nuestra tradición carece del significado que tienen los 25 ó los 50 ó los 100, el siglo.
Mucho tiempo tiene que pasar para que entendamos lo que hacemos o han hecho otros contemporáneos. Tanto, que es posible que nos coja en el otro mundo.
Este mes de mayo los medios nos dan la matraca con el cuarenta aniversario del Mayo Francés. Hace unas semanas, ABC le dedicó un suplemento especial en el que casi unánimemente lo desacreditaba o minimizaba. Fuera del suplemento, Jon Juaristi escribía un artículo en el que venía a decir que en España no nos enteramos de lo que era aquello, o que lo malinterpretamos. Sin tener yo los conocimientos del respetable Juaristi, me atrevo a matizarle. Yo creo que el Mayo del 68 ha sido malinterpretado por todos, empezando por los que lo protagonizaron. Porque el Mayo Francés fue mucho más que tres semanas de algaradas estudiantiles, fue la cristalización de todo un movimento de cambio, una marea de fondo entre los jóvenes más despabilados de occidente, los estudiantes, un movimiento que llevaba años larvándose en Alemania, en los Estados Unidos, en Italia, e incluso en España, donde las algaradas contra los grises en las universidades no eran sólo una manifestación de libertad contra el franquismo opresor, sino básicamente una erupción simultánea más de aquella década que cambió el mundo.
La llamada contracultura, por ejemplo, proporcionó un entrenamiento no deliberado a nuevas formas de experiencia. En los años 60 cristalizó toda una manera de ver el mundo, hoy irrecuperable, aunque algunos sintamos nostalgia de nuestra niñez, antes de la transformación, del mismo modo que uno cree que la vida en una isla del Pacífico hace trescientos años debía ser pardisíaca. Pero esos cambios han sido adoptados por el mercado, y ahora nos parece que no tuvieron efectos reales, que no cambiaron más que hábitos de consumo, la fragmentación de la sociedad ansiosa por satisfacer sus deseos enajenados por la publicidad y por el Sistema. Pero es porque esos cambios profundos están sucediendo ahora mismo ante nuestras narices, y no los vemos.
He recibido el último número de ARTFORUM, revista a la que estoy suscrito. Viene dedicado al 68. Es fascinante. He realizado algunos resúmenes de los artículos que he leído hasta ahora, porque me parecen muy útiles para quienes estén interesados en el tema y no tengan acceso a la revista en una biblioteca o no lean Inglés. Algunos de los artículos que resumo están accesibles a través de la red, en la página de ARTFORUM. Otros no, como una entrevista con Toni Negri, un ensayo sobre radicalismo y educación en Alemania, otro sobre el grupo Zanzíbar y algunos más. Como no me voy a perder ni uno, prometo colgar más resúmenes. De momento van estos de debajo.
Artforum
Mayo 2008

Lessons of 68 Tim Griffin
Es el director de la revista. Copio un significativo párrafo del editorial.
A lo largo de estas páginas, los ensayistas subrayan repetidamente las maneras en las cuales los modelos creativos y los conceptos que impulsaron el 68 – desde el pensamiento flexible y estructuralista que subyace a la crítica institucional (Buchloh) a los esfuerzos pedagógicos que presentan alternativas viables a la burocratización social (Holert); desde los principios de la autonomía individual apoyados en el esteticismo (Atkinson) a las ideas aplicadas de la diferencia (Gillick) – constituyen hoy el entramado del amplio bastidor del comercio y de la industria.

Before the Revolution Arthur C. Danto
Rememora su participación en la huelga de los estudiantes de la Universidad de Columbia de NY. Empezó el 23 de abril, y fue la ocupación de varios edificios universitarios. La intervención de la policía, reclamada por el presidente de la institución (que luego dimitiría por su torpeza) fue el detonante de una acción que los estudiantes creían revolucionaria, y que al propio Danto le pareció que iba por ese camino, mientras se mantuvo dentro de la universidad. Pero en cuanto salió, se dio cuenta de que el resto de NY mostraba una indiferencia total, incluso los negros de Harlem, que según algunos rumores, estaban dispuestos a asaltar la universidad y a prenderla fuego. Ni siquiera una manifestación contra la guerra del Vietnam convocada en Central Park el sábado 27 de abril se convirtió en una muestra de apoyo a los “revolucionarios” de la universidad.
Tengo una especie de teoría . Cuando se aproximan grandes cambios sociales, algo sucede antes en el arte. Piénsese en el Romanticismo y la Revolución Francesa, en la vanguardia rusa de los años 1905 a 1915 y el eslogan de Alexander Rodchenko “Arte es vida”.
Sostiene Danto que los estudiantes de Columbia deseaban participar en las decisiones que les afectaban, y romper las barreras que les confinaban a ese territorio definido por Kant como “atemporal”.
También dice que eran poco revolucionarios en cuestiones de arte, porque abuchearon a Velvet Underground cuando fueron a hacerles una visita e ignoraron una exposición que Warhol parece que preparó para ellos titulada Blow Job. Pero había un espíritu de traspasar límites. (Aunque a continuación afirme que hay límites que no deben de ser sobrepasados, en referencia a la actividad de la administración Bush de borrar los límites morales.)

May ’69 Chris Kraus on Suck
En la recensión de este artículo (y en la siguiente) me he permitido introducir comentarios. Quien desee leerlo en su versión original en inglés, puede acudir a la página Web de ArtForum indicada aquí.
Lo que Mayo del 68 vino a demostrar es que se podía vivir de una forma diferente a la establecida.
La liberación sexual fue una manera de alterar el orden social, o de organizar la dinámica del poder situada en el corazón de la familia nuclear, y de forjar nuevas formas de alianza.
Suck, the First European Sex Paper apareció en Londres en 1969, pero se trasladó a Amsterdam para evadir las leyes sobre obscenidad y la censura británica. Suck celebraba el amor libre de los hippies y el sexo gay y lésbico como forma de sexualidad no privatizadas, una manera de llevar a la gente más allá de los confines del yo, a nuevos y compartidos territorios de placer y amistad.
Uno de sus fundadores, Heathcote Williams aseguró después que “Suck fue un despliegue de Schtupping [folleteo] revolucionario. No puedes follar con todo el mundo, pero al menos puedes intentarlo.”
Los editores de Suck hacían lo posible por crear noticias, eventos relativos a la comunidad underground. (Esto me hace pensar en la cantidad de dinero y esfuerzos que se dedican a crear noticias para luego administrarlas en los programas televisivos y en la prensa del corazón y del espectáculo en general.) Estaban influenciados por Fluxus y el Situacionismo. (A quienes no les resulten familiares estos términos o movimientos, como a mí me ha pasado, aconsejo buscar la explicación en Wikipedia, y/o Archivo Situacionista Hispano, y/o Mario Perniola, Los situacionistas. Historia crítica de la última vanguardia del siglo XX, Acuarela Libros, Madrid, 2008.) Kraus asegura que el impacto de Suck y de otras revistas de parecida naturaleza que proliferaron en aquel tiempo fue enorme. “La intervención cultural era barata – pero en otro sentido, también muy costosa, porque requería una tremenda dedicación de tiempo y energía personal.”
Kraus destaca que Suck estaba por encima de esa reducción de la sexualidad al territorio de las confesiones y del psicoanálisis. Por ejemplo Germaine Greer, una de sus activistas y redactoras decía que estaba harta de que la trataran de un modo diferente a como se trataría a una chica cualquiera sin sus credenciales de intelectual, y que condenaba la monogamia no por la variedad que proporciona la promiscuidad, sino para liberar a las mujeres de los celos sexuales y de la noción de que el cuerpo femenino es un capital valioso pero rápidamente devaluable y en disminución.
Mientras en nuestra época lo personal se ha degradado tanto, debido a sus connotaciones confesionales y terapéuticas, que numerosos artistas eligen esconderse tras el anonimato [no lo veo yo tan claro, pero bueno], los autores de Suck contemplaban manifestarse ellos mismos no como un narcisismo personal, sino como un medio de escapar de los límites del yo. Liberar la sexualidad era un intercambio de información. “Confrontación”, escribe Greer en Wet Dreams, “es consciencia política”.
Explica Klaus para terminar la experiencia de FHAR, el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria, creado en París en abril de 1971. Este grupo atrajo la atención de Gilles Deleuze y de Felix Guattari, que acababan de publicar El Anti-Edipo: capitalismo y esquizofrenia, un texto que compendia los sentimientos y pensamientos de los situacionistas y movimientos afines pero menos famosos. Guattari anticipó la tendencia de los grupos proderechos gay de “normalizar” la homosexualidad replicando valores familiares de la familia heterosexual.
(Algo que ratifica la trampa de la legislación zapateril , al equiparar la convivencia de homosexuales al matrimonio, con la justificación de que atendía a una demanda muy sentida y dolorosa. Desde la perspectiva de los movimientos de liberación homosexual herederos del mayo francés, se ve que el matrimonio homosexual, además de ser una incongruencia, es un acto de sabotaje y contrarrevolucionario, una maniobra del Sistema para seducir el voto de un montón de personas que se creen atendidas por un golpe de pluma parlamentario, dicho sin ninguna segunda intención.)
Es el caso que Guattari, que dirigía el Centro de Estudios, Investigaciones y Formación Institucional, una reserva intelectual del Sistema, se atrevió a colaborar con el FHAR y publicó un grueso volumen de su revista Recherches, dedicada al tema de “Tres mil millones de perversos: Gran Enciclopedia de la Homosexualidad”, en la que colaboraron un selecto grupo de intelectuales. Como se temían lo peor (lo que pasó, que la justicia francesa secuestró el número, lo destruyó, y encausó a Guattari), nadie firmó los artículos, salvo el responsable.
(Aquellos que atribuyen a la estrechez mental del franquismo la persecución de toda manifestación de libertad, tienen en este hecho un aprueba de que la liberal Francia hacía lo propio. De modo que o Franco no era tan malo - y ya lo creo que hizo barbaridades-, o se le están atribuyendo responsabilidades que no eran suyas, de su régimen en España, sino de una forma universal de ver el mundo, que desde 1968 cambió radicalmente, aunque poco a poco y por consenso, como la Transición política española. Así que no somos tan diferentes como la Internacional Progre quiere hacernos ver.)


Special Effects, entrevista de Michelle Kuo con Michael Callahan sobre USCO
USCO (Company of US), Compañía de Nosotros, doble sentido al coincidir con US, United States. La constituyeron un poeta e ictiólogo Gerd Stern, el pintor Stephen Durkee y el ingeniero electrónico Michael Callahan. Fue en 1964.
Se instalaron en una iglesia abandonada de la población de Garneville, en el estado de Nueva York, y empezaron a experimentar la mezcla de efectos sonoros y visuales que los medios electrónicos de aquella época ponían a su alcance. Callahan dice que su inspirador teórico era el filósofo Marshall McLuhan, que les animaba poner en práctica sus teorizaciones sobre la sociedad de la información y todas esas cosas. Uno de los resultados de su trabajo fue The World, en 1966, un hangar abandonado en una zona industrial que en cierta forma fue la primera discoteca de la historia, porque se proyectaban imágenes, se combinaban sonidos y se utilizaba una tecnología de las consideradas punta, aunque estaba conseguida con desechos de la IBM y aparatos inventados por los experimentadores.
Como es obvio en The World no se reunía la gente a bailar y a ligar, a colocarse un chute o a fumarse un canuto, aunque es posible que aprovecharan las circunstancias, sino para asistir a una experiencia en la que se anticipaba la psicodelia, y se podía uno aturdir, escapar del mundo rígido en el que vivían. Aunque esto último dice Callaham que resultó un problema, una sobrecarga sensorial.
En los 60 podías sobrecargar a la gente sólo con cuatro proyectores de diapositivas, dos proyectores de cine, una pareja de grabadoras de sonido, todo funcionando a la vez. Era demasiado… La gente se quejaba de que era demasiado. Estaban acostumbrados a lo lineal, a la narrativa literaria. Y además estaba el problema de la clasificación, estaban intentando acostumbrarse a eso y además tenían que encontrarle un sentido.
(Es interesante saber cómo empezó toda esa locura discotequera que hoy retumba en cientos de locales, hasta en las aldeas más remotas, con la ayuda de una tecnología “revolucionaria” en sentido puramente técnico y figurado, porque se utiliza para aturdir, y los que van a buscarla lo hacen con el único propósito de enajenarse durante un rato, algo que, bien pensado y medido, no está mal, como lo demuestran las prácticas de todos los pueblos “primitivos”, pero que tal y como se emplea es un instrumento de redireccionar la energía humana hacia un basurero o hacia un abismo, cuando sus inventores lo pensaron como experiencia artística constructiva. )
Lo que realmente me preocupa es la fragmentación actual, cada uno con su canal, escuchando su iPod, enviando sms con su móvil. Probablemente es ingenuo que pensáramos que aquellas formas de conectividad fueran buenas, que podrían conducirnos a la aldea global, a entendernos a través de la comunicación, de la tecnología. Entonces no era posible, pero hablábamos del gran proyecto que acabaría con todos los proyectos. Le llamábamos el Transformador. Habría sido un gigantesco banco de datos en el que cualquiera habría podido entrar. Una especie de Web, aunque la Web ha sobrepasado todo lo que hubiéramos pensado entonces.
Callahan termina sus declaraciones con esta afirmación patética:
Podía ver que las cosas se estaban integrando en los 60 debido a que los medios electrónicos nos permitían compartir experiencias, y siempre asumí que estas convergencias tributarias se reunirían en una sola. Pero lo que sucedió fue que, aunque se cruzaron, cada una siguió por su camino poropio y separado de las demás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo soy del 70. Justito, justito... por muy poco no me cuelo en la década de los 60. Interesante leerlo aunque más interesante debió ser vivirlo. Ahora, en estos días ¿Encontraremos algún momento memorable del que nos sintamos orgullosos de haber participado o vivido? Solamente recuerdo terror, 11-S, 11-4..., ya en mi mi niñez recuerdo ver telediarios con muertos en Afghanistan, después atentados y más atentados... ¿Qué hubo de lindo en todo ello? Nada... Quizás el paso del tiempo haga que algún acontecimiento vivido, al que ahora no le doy importancia parecerá 'el no va más', y eso, a mi juicio querrá decir que para recordar algo de nuestros días, solo habremos ido a peor.