Sensaciones, ideas y fantasías

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viernes, 17 de octubre de 2008

Camino

No he visto Camino ni probablemente la vea. Voy poco al cine, por ello o selecciono mucho las películas o me meto en tromba en una sala a pasar el rato. Ir al cine a ver Camino no sería para mí ningún pasatiempo. Posiblemente para muchos de quienes la vean, tampoco. Irán a analizarla con la lupa de sus convicciones, de sus creencias, de sus doctrinas. Javier Fesser ha hecho una película polémica, y él sabrá por qué. No dudo que esté bien hecha. Las críticas que he leído lo manifiestan así.
Pero Camino suscita controversia, no porque nos plantee los dilemas de una familia cuya hija pequeña se muere de cáncer. La controversia viene porque Camino es el título del libro más famoso escrito por el sacerdote Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. No es un título neutral. Contiene una carga emotiva grande y explosiva, que suele acompañar a la religión desde un punto de vista muy estrecho.
Imagino que no serán pocos los que acudan a ver esta película para confirmar sus certidumbres (ni siquiera sospechas) de que el Opus Dei es una institución cavernícola y malintencionada, llena de fanáticos. También me figuro que algunos irán con el ánimo opuesto, observar en Camino sus defectos (cinematográficos e ideológicos) para criticarlos encarnizadcamente. Lo interesante sería averiguar (algo imposible) qué proporción de espectadores acude al cine por el gusto de verla o por curiosidad. Temo que será una película minoritaria.
Sería una pena (que lo diga alguien que casi promete no ir a verla suena a ironía, pero cada uno tiene sus contradicciones).
Yo creo que el fenómeno más interesante de Camino es que se haya rodado y puesto en circulación. Es bueno que una sociedad se enfrente a sus problemas (reales o imaginarios), que polemice (civilizadamente). Una sociedad que produzca buenas películas (no importa que sean partidarias, si están bien hechas) sobre sus dificultades, ambivalencias, enfrentamientos es una sociedad madura.
Otra cosa es la publicidad. A mí me resulta tortuosa la frase "¿Quieres que rece para que tú también te mueras?", porque está sacada de contexto.
Yo tengo compañeros del Opus, y conozco, sin grandes profundidades, a miembros de esa institución. No son en absoluto monstruos o muñecos, sino personas con una convicción, a mi parecer respetable. Lo cual no quiere decir que no se pueda reprochar al Opus determinadas conductas no siempre nítidas. (Qué defectos no podríamos encontrar en los partidos políticos, pongo por caso.) Hay otras muy claras, que yo veo como límites o barreras. Las personas del Opus son de una eficiencia tremenda en sus trabajos, son constantes, puedes confiar en ellos como compañeros y como colegas, son hasta amables y simpáticos. Pero, por lo que yo he experimentado, viven demasiado desapegados del mundo, es como si carecieran de emociones o como si se esforzaran en ocultarlas, me refiero al afecto, que es la base del cristianismo, el amor.
Ignoro si el planteamiento de Fesser es antireligioso. También sería una pena. Porque la religión, la mirada del ser humano hacia su interior o hacia el exterior más remoto, la búsqueda de respuesta a las preguntas elementales es uno de los trabajos más nobles de la Humanidad, que más esperanza, consuelo y efectos benéficos ha generado. Las guerras, las persecuciones, los sectarismos no tienen mucho que ver con la religión y mucho con el ser humano. Supongo que un filósofo argumentaría contra esto que la religión es una construcción del ser humano, y por tanto no se puede situar en una esfera ajena a los desastres de la Humanidad.
Contestar a esto ha dado lugar a sumas teológicas, a infinidad de textos sagrados, a filosofías, a panfletos, a soflamas.
Yo entiendo la religión como un beneficio humano. Todas las religiones, incluidas aquellas que, por desconocimento de quienes no la practican, parecen sangrientas y peligrosas.
La religión, en su esencia, en su sustancia, no tiene nada que ver con los conflictos sociales, aunque pueden servir para avivarlos, mantenerlos, soficarlos.
Bienvenida sea Camino y todas las películas de calidad que se hagan para que nuestra sociedad polemice y acuerde. A pesar de las contaminaciones publicitarias.

domingo, 17 de febrero de 2008

Almodóvar y la Guerra Civil Española

Pedro Almodóvar anuncia hoy en “El País” que se ha propuesto hacer una película sobre el poeta comunista Marcos Ana. Le atrae de él que parece un ángel y que es un hombre bueno, que es decir lo mismo.
Antes de de leer el vago compromiso de Pedro Almodóvar (“dentro de dos o tres años, una vez que termine las dos películas que tengo entre manos”) me ha entrado una injusta ira: ¿por qué se propone Almodóvar hacer una película sobre Marcos Ana, y no sobre Santiago Carrillo, sobre Simón Sánchez Montero, sobre Enrique Líster, sobre El Campesino? ¡Pues anda, que no hay comunistas de vida agitadísima, intensísima, complicadísima, discutidísima!
Yo acabo de escribir la biografía del artista José Renau (espero que se publique en breve, ya lo anunciaré), cartelista, muralista, director general de Bellas Artes con el primer gobierno comunista de la guerra civil, exiliado en Méjico y en la República Democrática Alemana, y aseguro que, siendo su vida menos agitada que la de los que he mencionado más arriba, es digna del interés de un buen equipo de dirección y producción.
¿Por qué Marcos Ana?
La respuesta la explica Pedro Almodóvar. Hay que reconocerle la sinceridad. Lo que le interesa de Marcos Ana es su vida sexual. Acabáramos.
Hay imágenes muy plásticas en el libro cuando describe su fascinación por el sexo opuesto. Cuando ve una mujer, la sigue a escondidas hasta que desaparece en la boca del metro, o tras la puerta de su casa.
Una de las primeras noches en libertad encuentra a un antiguo compañero, que le lleva a un cabaret. Poco después le deja solo, con una de las prostitutas a la cual le ha pagado para que le atienda toda la noche. Esa primera noche con una mujer es lo que quiero contar. A lo largo de esa noche aparecerá todo su pasado, y el pasado de la
prostituta a la que no me queda más remedio que relacionar con alguno de sus compañeros de prisión para cerrar la historia...
No, mire usted, señor Almodóvar, no haga caso a mi injusta ira. Ruede usted la película que le interese sobre el individuo cuya vida sexual le atraiga más, pero olvídese de los políticos mencionados, incluido Marcos Ana que, aunque, de moral discutible, son todos dignos del respeto de la Historia.