Sensaciones, ideas y fantasías

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sábado, 11 de octubre de 2008

OLIVERROCK Nuevo Blog sobre arte plástico en Valencia


Cruel But Fair

Es el título de la exposición de Marta Serna en la galería Rosa Santos de Valencia. Podéis encontrar una reseña sobre ella en mi nuevo Blog dedicado exclusivamente a manifestaciones artísticas en Valencia

lunes, 14 de abril de 2008

El comodín conceptual

¡Será per diners...!
¿Está obligado el arte plástico a ser conceptual? Es decir, ¿existe alguna posibilidad, a parte del abstraccionismo, de que haya un arte plástico no conceptual?
La pregunta no puede llevar a un recorrido minucioso del arte plástico desde el paleolítico. Pero como un blog no es un ámbito de ensayos, lo dejaremos en un viaje fugaz.
Las pinturas parietales fueron el primer arte conceptual de la historia, los animales tótem, los cazadores sacralizados. Le siguieron los cestos y sus derivados del periodo neolítico, más conceptuales todavía. Luego, egipcios, asirios, hititas, cretenses, griegos, romanos, etc. pintaban y esculpían mitologías e ideas (ideologías) que no son otra cosa que conceptos. Y en los últimos quince siglos los conceptos se han ido sucediendo en el arte plástico estilo tras estilo hasta llegar a "la vanguardia metafísica plástica", que no puede ser conceptual si nos la tomamos en serio, quiero decir si exigimos a los abstraccionistas que expliquen con lógica comprensible su teoría de los conceptos, y cómo han llegado exactamente a representarlos en sus manchas y garabatos.
El primer abstraccionista que habló de metafísica en pintura fue Kandinski, y la retórica de los constructivistas rusos sólo convencía a sus cofrades alemanes y holandeses, el resto pasó, y al final lo que quedó de todo eso fue el diseño moderno, que es pura forma, sin otra cosa detrás que el deseo de ganar cuotas de mercado; la obsesión de Malevich era "librarse del lastre del objeto", no comprimir ideas en sus lienzos monocromos.
Como desconozco la historia del arte no occidental, ignoro si los hindúes, los chinos, los japoneses y los pueblos americanos eran "conceptualistas" o no. Sé que los aborígenes australianos pintaban sus demonios tribales, porque los vi en algunas galerías y bibliotecas de Sydney y Canberra. Aquello era representación conceptual innegable, de manera que no me extrañaría que en todo el mundo los seres humanos hayan representado insistentemente sus sueños, sus miedos, sus dioses, sus fantasías, sus mitos, sus aficiones y sus aberraciones según la experiencia y la tradición de cada cual, por medio de imágenes o por medio de símbolos.
Viene a cuento esta cháchara por una visita a "Generación 2008", los premios y becas de Caja Madrid, que en estos momentos se exhiben en el Centro del Carmen de Valencia, la antigua escuela de Bellas Artes de San Carlos.
La exposición desborda "conceptualismo" en un sentido convencional y evasivo.
La pintura o el arte plástico conceptual se puso de moda después de la segunda guerra mundial, cuando las aportaciones formales de las vanguardias se manifestaron agotadas. Todo lo que se ha hecho desde entonces (salvo el abstracto, al action painting y tal) ha sido conceptual, aunque sus autores lo hayan bautizado de otra manera. Pero en la actualidad emergente y rompedora del nuevo siglo, lo conceptual lo ocupa casi todo. Uno tiende a pensar que no es más que una mera excusa ante la falta de ideas y de talento innovador, porque talento creativo para el mercado lo hay a montones, como puede verse en la publicidad, en el cine y en la informática.
Veamos, por ejemplo, los primeros premios de "Generación 2008"
Tenemos que a Carlos Aires (Málaga 1974, que vive y trabaja entre Granada y Amberes) le han dado el mayor por su video "Cataratas". Las fichas redactadas por los organizadores de la exposición están divididas en preguntas explicadas: Qué vemos, Qué sentimos, De qué podría estar hablando, Por qué plantea este tema, Por qué usa este medio, De dónde viene y qué normas rompe y Qué diría el experto de la obra. Es el mismo esquema para todos los autores fichados, en lo que se ve un deseo de análisis homogéneo, validable. Y hay que reconocer que las respuestas no son retóricas, sino que tienen un sentido, que en algunos casos evidencia la impostura de la creación premiada.
En "Cataratas" vemos un video borroso, sentimos frustración y ansiedad, podría estar hablándonos de una realidad imposible de entender o asimilar, Carlos Aire plantea este tema porque está interesado en la ambivalencia en torno a las historias y las narraciones, que en sus obras no pueden sino tambalearse. Las últimas tres preguntas del esquema contienen una información que no interesa a esta reseña, así que nos las evitamos.
Naturalmente, las respuestas no son tan concisas, pero las palabras que he apuntado resumen bastante bien lo que luego se explica mejor en el texto de la ficha.
"Cataratas" es un video que no se ve, refleja la visión de una persona con esta dolencia. Pero lo que se escucha no tiene mucha relación con nada, diferentes voces hablan de la muerte, la sangre, la despedida, cuentan historias, miedos, sentimientos. La imagen, la vista, ha pasado a un segundo plano.
Si el visitante a la exposición aguanta los siete minutos treinta y cinco segundos del video (yo no los aguanté) siente mucha frustración y, depende de su carácter y su estado de ánimo, ansiedad. Pero claro, como nos están hablando de una realidad imposible de entender, ¿de qué vamos a quejarnos?
Esto suena a ironía, pero es la realidad que cualquier individuo percibe ante aquella pantalla borrosa y dicharachera (además, en inglés, supongo que como concesión a un mercado más receptivo que el español).
Frustración, ambivalencia, mareo... Conceptos, o sentimientos que se supone deben de conducirnos a una idea final luminosa y nítida: otorgar sentido a la opacidad que nos dificulta la visión.
Yo no dudo que Carlos Aires tenga buenos sentimientos, que sea un artista con una excelente formación, que se exprese valientemente, que utilice medios sofisticados, etc. Pero "Cataratas" es una cosa que no merece la más mínima atención pública, y desde luego no tiene que ver nada con la creación plástica. Es posible que los amigos y compadres de Carlos Aires, acostumbrados a su personalidad, a sus manías y a sus costumbres, vean en la pantalla borrosa lo que cualquier persona normal no puede ver porque es imposible ver, a no ser que uno se lea previamente la ficha de marras.
El segundo premio es para Hisae Ikenaga (Ciudad de México, 1977, hija de padre japonés y madre mexicana, que vive y trabaja en Madrid). Se trata de una guía telefónica abierta, en la que con gran cuidado la artista ha rebañado en una cara de las hojas una especie de montañita, que a continuación ha pegado en la cara no rebañada. De las respuestas a la batería de preguntas de la ficha nos quedamos con la explicación de la artista: "nace de la inquietud por plasmar la incomunicación que se apodera del habitante de toda gran ciudad, perdido entre un mar de individuos que tratan de clasificarse y homogeneizarse mediante instrumentos como las Páginas Blancas."
Imagine el lector que entra en la sala donde se exhibe esta "obra de arte". La ve sobre una especie de podio, la mira, la remira, y puede que acabe sintiendo de nuevo frustración y acaso algo de angustia, la producida por el sentimiento de culpa de ser un ignorante incapaz de descubrir la trascendencia de una creación maravillosa.
Ahora bien, toma la ficha, la lee, se hace con el concepto, y sus temores se disipan. Gracias al trabajo de los redactores ha podido comprender lo inaccesible una vez más.
Casi todas las obras seleccionadas en "Generación 2008" (lienzos, fotografías, dibujos, otros materiales y otros soportes) son conceptuales en el peor sentido del término: necesitan de una ficha para ser entendidas, o ser aceptadas o simplemente ser vistas, porque si no pasarían inadvertidas. Claro que decicar una hora a leer fichas y dos más a observar los objetos de la exposición para encontrar su significado profundo y oculto es algo que dudo que ningún visitante haya tenido la heroicidad de hacer.
Pero deseo dedicar una referencia a tres videos de especial interés. Uno sobre la emigración de senegaleses, otro sobre la experiencia de un grupo de gauchistas franceses de vivir en una colonia, y otra sobre una “performance” muy divertida realizada en las calles empinadas de Cali (Colombia). En realidad se trata de tres reportajes o documentales, aunque aquí, como es una exposición de arte, se presentan como creaciones, pues eso, artísticas.
Vistos como documentales, son estupendos, informativos, ilustrativos, llenos de vigor, de interés. Pero como obra de arte me parecen una estafa. ¿Un documental es una obra de arte? Admitamos que puede llegar a serlo. Pero, ¿por qué cambiarle el formato y convertirlo en una instalación de varias pantallas o varias proyecciones?
Por puro conceptualismo, por puro papanatismo, por hacerse pasar por artista emergente, por falta de ideas mejores, por cobardía.
El conceptualismo moderno me parece a mí muy semejante al manierismo de hace cuatro siglos. Representa cosas invisibles y cuyo reconocimiento precisa de una educación especial, porque están dirigidos a una pequeña elite. Los pintores manieristas trabajaban para lo mejorcito de las castas aristocráticas y eclesiásticas de la época, personas cultas, con mucha experiencia y mucho mundo detrás, los ejecutivos del periodo. Y se dedicaban a representar mitos y alegorías de quienes les pagaban. Los conceptualistas de hoy son unos hipócritas de tomo y lomo, o unos mentecatos que no se dan cuenta de a quién están sirviendo. En términos marxistas deberíamos decir que son los artista más alienados, más enajenados de la historia, porque creen que están sirviendo al pueblo con sus críticas mordaces, cuando la verdad es que son unos juguetes en manos de los capitanes de las finanzas (ya, ni siquiera de la industria), los organizadores de premios y becas, los mecenas de museos, los creadores de instituciones multinacionales y multimillonarias que dominan el mercado del arte.
Como dice un amigo mío de Vilanova i la Geltrú, "serà per diners!" No hay problema, paga Caja Madrid. En su tierra es la Caixa, la de Barcelona o la de ViG, ciudad de indianos y de mestizos que ha producido tipos curiosos como mi amigo, un tipo que lee y hasta comenta anónimamente este blog. Toda una rareza.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Una sospecha inquietante: los maestros imitadores del naif

Eduardo Arroyo acaba de inaugurar una exposición en el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno de Valencia). En realidad ha sido al revés, el IVAM ha tenido a bien suministrar combustible al amor propio de Eduardo Arroyo y (me figuro) aportar metálico a su cuenta corriente, algo de lo más natural y justo.


La edición digital de "Levante" permite ver algunos lienzos como el de arriba. http://servicios.renr.es/servicios/galeriasMultimedia/index.jsp?pIdPortal=12&pIdGaleria=1356



Al observar con detenimento las fotografías, me viene una fuerte impresión de
"dejà vu". Le doy vueltas a la memoria, y al final caigo en la cuenta de que no
estoy evocando anteriores exposiciones de Eduardo Arroyo, sino que es el estilo
que muestran las fotografías de sus cuadros de la exposición en el IVAM lo que
me está recordando... el arte naif. Entonces soy consciente también de que es una sensación reiterada, que la he tenido en otras exposiciones de artistas reconocidos.
Y me asalta una sospecha que acaso sea producto de mi hipersusceptibilidad en la esfera del arte, un navío bien dirigido y mejor tripulado en su derrota por el mar del comercialismo, cuyas aguas se mezclan con las del mar de la creación pura y desinteresada.
La sospecha es la siguiente, ¿será que estos autores superconsagrados han descubierto, como niños, la veta fértil del naif? ¿Será que se han agarrado a ella como a una ubre de vaca y la están ordeñando cada uno a su modo? Véase la cantidad de exposiciones a base de lienzos pintarrajeados por jóvenes rebeldes, llenos de caricaturas, de dibujos y empastres de color que imitan las manos desmañadas de los niños. Los artistas consagrados (algunos artistas consagrados) han podido sufrir el síndrome del Miedo-al-olvido, ante la avalancha comercial de valores emergentes, y se han podido apuntar al carro de lo sucio, lo bárbaro, lo inacabado... Aprovechando la riqueza intrínseca del naif.
La riqueza del naif es su autenticidad, su fuerza, producto de la espontaneidad de unos creadores que no recurren a la técnica porque no la dominan. Y, permítaseme la hipérbole suspicaz: ¿no estarán algunos consagrados imitando a hurtadillas (sin ellos mismos darse cuenta, porque sería muy vergonzoso que lo hicieran) a los pintores de "art brut", a los locos? Es decir, explotar la riqueza formal de una pintura desmañada o desproporcionada porque sale de mentes enfermas y por tanto no sometidas a la disciplina técnica.
En fin. No son más que sospechas.

martes, 5 de febrero de 2008

Un dilema ético de Bombardier

Mi amigo Bombardier es crítico e historiador del arte, aunque se gana la vida como funcionario de Correos. Al cabo de un montón de años de profesión (ambas, la vocacional y la alimenticia) se le ha presentado un dilema ético que intentaré resumir. Si alguno de los misteriosos viajeros de la blogosfera recala en esta página y lee esta entrada, le ruego que me ofrezca alguna idea, si es tan amable.
Mi amigo Bombardier optó por Correos en su día porque sus obligaciones como funcionario le proporcionaban los ingresos necesarios para alimentar, vestir y albergar a su familia (y salir de vacaciones y todo eso), y a la vez le dejaban tiempo para dedicarse a su pasión por la observación y el estudio del arte, sobre todo del plástico.
En los últimos años, Bombardier ha dedicado mucha atención a las nuevas formas del arte, a saber: videoarte, art-net, instalaciones de arte , performances de arte, etc. El resultado de sus esfuerzos es una enorme frustración y una vasta decepción. Y también un humor de perros, que lleva puesto a todas horas como una fea peluca.
Como ejemplo de las causas de la irritación de mi amigo cito tres textos explicativos de tres exposiciones distintas, distantes, pero muy próximas en la majadería... alternativa.
A) La obra remite a las complejas relaciones humanas, en las cuales existe una lucha por la supervivencia y por la identidad personal. También aborda una problemática social: las fronteras características de nuestros tiempos, que por una parte aparentan no existir; y por otra, aparecen insuperables en su invisibilidad.
B) La idea central de este trabajo no es tanto transformar el entorno como interrogarlo, hacerlo hablar de su pasado mediante un corredor de temperatura y de luz que evoca la memoria del lugar.
C) [Talcosa] ofrece una fórmula alternativa para construir tejido cultural y pone el acento en el proceso, más que en el producto final [y] actúa como catalizador entre creadores y ciudadanos para buscar y presentar formas alternativas de creación, de expresión y de pensamiento.
Los ejemplos son aleatorios, mejor dicho oportunos, porque son los que tengo más a mano. Si me pongo a buscar en las “revistas especializadas” encontraría sin esfuerzo un aluvión de textos rimbombantes, indescifrables, provocadores, repugnantes, etc.
Vayamos al dilema moral de mi amigo Bombardier. El otro día asistió a la conferencia de un británico que explicaba a un público mayoritariamente juvenil, desaliñado y propalestino (los chavales llevaban la kafiya de Arafat, pero en el pescuezo), aunque en el público había algunos tipos raros (por la convencionalidad de su atuendo) como él.
Pues bien, el artista británico dedicó hora y media a dar explicaciones sobre diversas actividades performativas realizadas por él y su grupo en diversas ciudades occidentales. En las actividades (Bombardier consideró una pérdida de tiempo aclararme el desarrollo y sentido de las mismas) intervenían teléfonos móviles, ordenadores personales, bicicletas, proyecciones audiovisuales, artefactos conectados a un ordenador para que, supuestamente, los espectadores interactuaran. Interactuar era la palabra clave. Los objetivos, todos benéficos, salvíficos: sensibilizar la conciencia de los intervinientes en diversos aspectos sociales y políticos.
Las actividades costaban un dineral. Se llevaban a cabo gracias al concurso de decenas de técnicos cualificadísimos. La infraestructura utilizada era carísima. Como es natural, estaban subvencionadas por fundaciones e instituciones académicas y no académicas de diversa ralea; hasta por empresas privadas de renombre.
La gota que colmó el vaso de la resistencia de Bombardier fue conocer que el artista británico recorría el mundo haciendo apostolado de su invención performativa, cobrando emolumentos y dietas de nada despreciable magnitud. ¿Por qué no puedo hacer yo lo mismo?, se preguntó su yo concupiscente. Porque ganarse la vida aprovechándose de la majadería de ciertos sectores sociales es algo inmoral, balbuceó su yo honorable. A decir verdad, Bombardier había conocido a algunos de estos tipos despabilados en otras esferas profesionales, no en el arte. Y mi amigo es de esos que elevan el arte a los altares, y lo tiene como un sucedáneo moderno de la religión. A Bombardier le indigna ese tinglado de comisarios-inquisidores que consagra o excomulga artistas viejos y nuevos, y no soporta la retórica del nuevo arte “político”, una falsificación de estos tiempos perversos, pues él interpreta “arte político” como el arte correspondiente a los que ejercen la política, esa banda de egoístas, fabuladores, sinvergüenzas, pícaros, atrevidos ignorantes, déspotas e incluso psicópatas; así pues, arte “político” es el arte que gusta y conviene a los políticos, no el que hace denuncia política.
Bien. Poco después de esta conferencia, Bombardier se hallaba en una oficina postal. Mi amigo es funcionario de despacho, ojo, se encontraba casualmente en aquel ámbito que le es tan propio como ajeno, es decir, recogiendo un certificado.
A la cola se incorporó una familia de inmigrantes, quizá de un país del este: padre, madre y dos niños, uno en carrito de bebé. El niño mayor tendría ocho o diez años, y se entretuvo haciendo garabatos con unos rotuladores que llevaba. Cuando se le acabó el papel, empezó a coger impresos del mostrador y a inundarlos de colores, rayas, masas, círculos, polígonos… Bombardier estuvo observando sin disimulo el concienzudo trabajo del artista, y con el rabillo del ojo se dio cuenta de que uno de los funcionarios hacía lo mismo. Mi amigo pensó que de un momento a otro el tipo le echaría una bronca. Pero no ocurrió nada.
Cuando la familia se marchó, encima del mostrador quedó la colección de papeles ilustrados. Entonces, el funcionario vigilante los cogió y se los guardó en una carpeta.
Intrigado, Bombardier se identificó ante su subalterno y le preguntó amablemente que por qué guardaba aquello. El tipo, algo azorado, sacó los papelotes y le explicó que formaba parte de una oenegé dedicada a no sé qué buenas acciones hacia los niños, los inmigrantes, los enfermos mentales, las víctimas del racismo… en fin, de todo, y que abrigaban la idea de hacer una exposición de pintura naif, y que lo que había garabateado el niño extranjero le había gustado. Bombardier observó con detenimiento los papeles y descubrió que eran estupendas abstracciones llenas de equilibrio, espontaneidad, intensidad y mucho más auténticas que la mayoría de lo que se exhibe (o exhibía) en las galerías comerciales y en los museos. Alabó el propósito del funcionario, y se marchó tan contento.
Pero al día siguiente, otro subordinado le visitó en su despacho con una información desgarradora. La visita se había enterado del suceso de la oficina postal a través de otro funcionario, y la explicación que había recibido difería radicalmente de la que le dieron a Bombardier. Al parecer, el que se había quedado con los papelotes ilustrados estaba estudiando Bellas Artes, y utilizaba aquel material y otro de origen parecido para realizar cuadros que recibían las mejores alabanzas de sus profesores y condiscípulos, admirados todos de la fuerza vital de sus composiciones.
¿Cuál es el dilema moral de mi amigo Bombardier?
Se ha empecinado en que quiere buscar a la familia de inmigrantes, recoger el material artístico del niño y presentarlo en la facultad de Bellas Artes para hacer una exposición debidamente promocionada, y comisariada por él mismo, que tiene cierta mano en el lugar. No es que quiera hundir en la miseria al funcionario de correos, dice él, sino abrir la puerta del edifico del arte al niño, que se le reconozca, que se le aprecie, que se le pague por su trabajo. “¡Pero si no ha trabajado! ¡Si para él es un juego!”, le digo con el objeto de disuadirle de semejante embrollo. “¿Y qué es el arte verdadero si no un juego? Un juego sagrado.”
¿Tiene razón mi amigo Bombardier?

sábado, 26 de enero de 2008

De Chirico no se cortaba un duro

Sala magna de exposiciones temporales del IVAM. Entras en la penumbra, abres bien los ojos, distingues unas ventanas de luz que resultan ser viejos lienzos de Giorgio de Chirico, y te asalta una perplejidad molesta porque viene llena de respuestas ambiguas.
Y es que las telas de de Chirico te están preguntando sin cortarse un duro: ¿qué es el arte, eh?, pero, ¿qué diablos es el arte?
Y una de las respuestas efervescentes es: la representación de lo incomprensible, de lo inaccesible. En la literatura, el instrumento apropiado es la poesía. En la plástica, el método más antiguo es la pintura, y el método más moderno y todavía válido los Ready Made Objects - pero también el más comprometido, porque en pintura si no trasmites lo inaccesible, al menos queda la imagen, pero si falla el mensaje de los RMO, lo que quedan son chismes viejos y oxidados.
Desde que empecé a ver lienzos de de Quirico, siendo un adolescente, me quedé fascinado… aunque no sabía por qué. Es uno de los efectos del Surrealismo: te deja perplejo, pero lleno de deseo y de admiración. Todo ello impreciso, indeterminable. Es que ese es el escenario del territorio inconsciente. Da igual que de Quirico fuera o no un surrealista, que los surrealistas le consideraran un hereje o no. Los estilos, las escuelas de verdad no tienen un periodo de vigencia. Hoy, en la inmensidad del océano de la creación plástica, se encuentra uno con excelentes cubistas, expresionistas, realistas, surrealistas contemporáneos.
La selección de lienzos de de Quirico que exhibe el IVAM está muy bien hecha, y permite al curioso cultural, diletante o auténtico, experimentar esa cosa incomprensible que se ve en toda obra de arte, y en especial en las realizadas con talento, sin cortarse un duro.

Teatro El Musical de Valencia: Mujeres frente al espejo

Eduardo Galán, el autor de “Mujeres frente al espejo” domina los recursos escénicos que ha acumulado a lo largo de su experiencia como dramaturgo. En esta obra ha querido representar los conflictos que provoca la creación artística, que él debe conocer bien, y ha buscado dos personajes, dos mujeres, para desarrollarlos.
Lo hace limpiamente y con oficio. Ha imaginado un modelo de peripecia, y ha lo ha construido con dosis adecuadas de paradoja, sorpresa, ira, desilusión o abatimiento. Una novelista de éxito decide recurrir a un gigoló para experimentar algo que excite su imaginación sin garra, que es casi lo contrario a desgarrada. Pero la casualidad (o la Providencia) le presenta a una joven aspirante a actriz a quien su agente ha convencido para que se haga pasar por un hombre. La reunión es un equívoco, y cuando éste se aclara, se inicia el verdadero conflicto de dos personas insatisfechas y también frustradas, porque en realidad el problema no es la falta de inspiración de una y la mala estrella (o malos enchufes) de la actriz, sino cosa más profundas.
Eduardo Galán hace funcionar el esquema, pero no logra romperlo, borrarlo, y convencer a los espectadores de que lo que están viendo es algo más que una representación. A mi entender falta el desgarramiento y la garra de lo verdadero. Mi mujer, que me acompañaba, lo expresó de otra manera: “Se nota que es un hombre escribiendo sobre mujeres. No termina una de creer el comportamiento de las protagonistas.”
El público que asistió a la función era femenino en su mayoría, con aspecto de amas de casa asociadas (edad media, 45 años) en día del espectador, aunque sin duda muchas se ganaban la vida fuera del hogar. Al final aplaudieron, pero sin entusiasmo, el encomiable trabajo de las actrices, Amparo Ferrer-Báguena y Ruth Lezcano. Quizá el tema les era ajeno: la creación artística, las esclavitudes del escritor, sus renuncias en virtud de las exigencias de los editores, la fragilidad emocional de una creadora y de una actriz, la destructiva ambición de adquirir fama, la frustración.
Pero a mí me parece que lo que fallaba era la autenticidad de los personajes, de sus penas y contradicciones, la integridad psicológica de dos mujeres que la publicidad del teatro presenta como “al borde del colapso”, utilizando una descripción que suena tópica y que lo es en el caso de “Mujeres frente al espejo”.
La obra tiene un final no feliz, sino aleccionador, algo casi ausente en el teatro contemporáneo, y que es de agradecer. También es de agradecer que en los momentos más encendidos del conflicto, el autor no se adentre en esa atrocidad de vómitos, agresiones libidinosas, sucias procacidades, etc., topicazos abundantes en la dramaturgia moderna, por llamarla de algún modo.
En definitiva, una obra que bordea temerariamente el melodrama, de temática fulminante (en un par de ocasiones, el público femenino fingió escandalizarse), pero que no llega a desgarrar. No obstante, en el haber de los responsables está la buena dramaturgia, la buena construcción, la buena dirección de Joaquín Candelas, y la buena interpretación, en todo lo cual ha intervenido una multitud de personas, según el programa de mano.

lunes, 21 de enero de 2008

Fin de semana de Vernissages en Valencia


La galería Rosalía Sénder (calle del Mar, 19, en el corazón histórico de la ciudad) ofrece una selección de José María Molina Ciges (Anna, Valencia, 1938).
Un pintor de setenta años sabe pintar, entre otras cosas porque aprendió a pintar en las denostadas escuelas de arte de antaño. Es algo que se nota, se agradece y se disfruta.
La última etapa de Molina Ciges, que es la que se presenta, la constituyen lienzos que un ciudadano con gusto y posibilidades económicas colgaría de las paredes de su casa. Esta es una posibilidad algo poco habitual en el arte de los tiempos presentes, en el que domina la fealdad, directamente lo horrible, o son objetos sin domesticar, inadecuados para un hogar de clase media, propios de la casa de un rico excéntrico o de una multinacional que quiere hacer creer que es una entidad benefactora. ¿Dónde demonios va a colocar uno en su casa de 100 metros cuadrados una valla de obra, un montón de piedras, un árbol quemado?
Los lienzos de Molina Ciges son, en oposición a toda esa falacia, clásicos. Uno disfruta mirándolos, se relaja y se hace preguntas sobre las intenciones, propósitos o despropósitos del creador al mezclar estudios de estatuas griegas con paredes azulejadas, con bodegones, papeles manuscritos o individuos leyendo el periódico.
Molina Ciges hace bromas con el pop. Y como tiene edad y formación de maestro, le salen cuadros estupendos. Atractivos incluso para aquellos que buscan en el arte la crítica social, porque estos lienzos expuestos en Rosalía Sénder destilan ironía, la forma de crítica social más eficaz y hermosa.

A la vuelta de la esquina, la galería Valle Ortí (Avellanas, 22) inauguraba fotografías de Vanessa Pastor. El título es Excursiones, y la temática, paisajes retratados durante esta práctica campestre. Escribe la autora:
Excursiones es un proyecto complejo en la medida que trata de matizar desde diferentes perspectivas una misma idea. Así, se presenta por un lado una propuesta de corte simbólico (serie fotográfica) en la que, a través de una concepción de la representación del paisaje de cariz Romántico, se pretende establecer conexiones conceptuales entre los elementos que conforman las imágenes y la acción que realizan los personajes retratados en ellas.
Asegura que con sus fotografías plantea “una relectura de las nuevas actividades grupales desarrolladas por la industria del turismo actual”.
Me ha llamado más la atención este esfuerzo explicativo de Vanessa Pastor que las obras.¿Por qué las muestras de arte plástico necesitan declaraciones de intenciones? Pocas pinturas cuentan hoy historias cuyo contexto deba darse a conocer a los que no saben nada de él. Hoy, la mayoría de los cuadros (y objetos artísticos) emiten sensaciones o conceptos. ¿Se puede explicar lo que se siente? ¿Se puede representar un concepto con algo que no sea simbólico? Y en ese caso los símbolos han de ser nítidos para el que los usa y para el que recibe el mensaje que transmiten. Si no es así, ni son símbolos ni son conceptos ni son más que imágenes interpretables o confusas.

Al día siguiente, otras tres galerías valencianas inauguraban exposición. Punto, Val i 30 y Visor. No era una casualidad, era una maniobra táctica de la guerra declarada contra ARCO, porque esta feria de Madrid, que tiene lugar el mes que viene, las ha dejado fuera. Acaso se creían invulnerables, y han montado en cólera. Hoy pocas cosas son invulnerables. La inteligencia de las personas, por ejemplo. La mayoría de los políticos, bastantes periodistas y un puñado de publicistas no creen en ella. Algún día nos llevaremos todos una sorpresa a cuenta de este prejuicio peligroso.

Y ahora, un estreno teatral. Darío Fo, ¿Alcalde?, de Pedro Montalbán Kroebel, en L’Altre Espai. Es un texto inteligente, entretenido, divertido, en una palabra, bueno. Una dirección minuciosa de Emiliano Bronzino. Una interpretación excelente y fluida, a pesar de la variedad de personajes que se han de repartir, de Pepe Miravete, Paco Vila (¡qué papeles los suyos!), Sara Vallés, Juanfran Aznar y Carmen López.
Al parecer, en 1990 un diario milanés tuvo la ocurrencia de publicar que Darío Fo se iba a presentar como alcalde para acabar con el dominio de la derecha. Era mentira. Se organizó un follón. Y todo acabó sin mayores consecuencias. Pero Pedro Montalbán se ha metido en la piel del dramaturgo italiano y ha desarrollado una trama bufonesca construida con precisión, que el director, un italiano, ha italianizado tan bien que parece realizada en Milán.
Sin miedo a exagerar digo que es un acontecimiento extraordinario. Porque buena cantidad de las obras que se estrenan hoy entran dentro de una de estas categorías: raras, incomprensibles, sangrientas, agobiantes o simplemente malas, aunque esto sea un calificativo injusto para el dinero (casi siempre público) y el talento que se emplea en el teatro, pero es lo que suele verse en los escenario, bodrios.
Una curiosidad en relación con el autor. Unos días antes, se había estrenado en Valencia un espectáculo musical llamado C'est la vie, de un dramaturgo norteamericano, traducido y adaptado por Pedro Montalbán. Vistos los dos, hay que reconocer que cuando crea por su cuenta, Montalbán lo hace mucho mejor.
Se sucederán los Vernissages en Valencia. Estamos lanzados, en plena temporada. Vernissage viene del francés, poner barniz,dar lustre a algo. Aquí todavía decimos inauguración. Pero titular con la palabra vernissage da a la bitácora un toque de cosmopolitismo...