Sensaciones, ideas y fantasías

martes, 20 de mayo de 2008

Dos anuncios seductores como la mirada de un súcubo

¿En qué cantidad y con cuánta calidad contribuye una empresa al bien común? Esta es una pregunta de naturaleza filosófica, pero la ha provocado un hecho observable: dos anuncios que emiten las televisiones españolas, en los que una empresa petrolera y otra que produce electricidad se proclaman pilares de los beneficios acumulados por la humanidad gracias a la ciencia, al progreso y al buen rollito.
No cabe duda de que la mayoría de las empresas de servicios y productos básicos contribuyen mucho al bien común, tanto como el que añaden con su trabajo las personas que las gestionan y las que las hacen funcionar (antes trabajadores o proletarios). Pero centro la pregunta en la medida, porque ahí es donde se halla la trampa, la confusión el engaño, el cachondeo.
En primer lugar, ¿es una coincidencia que estos magníficos y seductores anuncios se hagan en los momentos en los que el precio de la energía está subiendo como los cohetes espaciales? Sólo este hecho nos pone en guardia, levanta una barrera de suspicacias.
Y luego está el viejo, debatido, polémico e incuestionable hecho de que en un mercado de economía libre, toda actividad empresarial se realiza con el objetivo de obtener beneficios en el negocio de compraventa que se deriva de ella. Es decir, si el progreso humano y los bienes que distribuye entre nuestra especie no son un fenómeno básicamente altruista, intuitivo, natural o como quiera llamarse, la empresa petrolera u la eléctrica de marras nos están contando un cuento inaceptable, y debemos de estar alerta, porque debajo del disfraz de cordero inofensivo puede aparecer en cualquier momento el lobo feroz.
Yo creo que las empresas, en especial las grandes empresas multinacionales relacionadas con el tráfico de las materias primas, tienen una filosofía moral por completo acomodaticia a las circunstancias. En otras palabras, que los principios morales les sirven tanto como una canción de cuna a un caracol hambriento. Una estrategia de ventas, de producción, de ahorro, de créditos, todo esto forma parte de la filosofía de la empresa, y también la que oriente a las propias relaciones laborales internas.
Pero de ahí a hacernos creer que si no fuera por ellas la Humanidad viviría en las cavernas, hay un abismo. Un abismo que conviene que rellenemos los por lo general pasivos televidentes. No hace falta recurrir a un libro de filosofía para resistirse al engaño, aunque viene bien hacerlo. Sólo basta con hacerse las preguntas pertinentes. ¿Qué pasará si yo me quedo sin trabajo y no puedo pagar la factura de la luz? ¿Qué ocurrirá si no tengo suficiente dinero para comprar gasolina y preciso hacer un viaje decisivo? ¿Estarán las empresas a la altura de la historia que cuentan en sus anuncios?
Hace poco escuché un anuncio radiofónico de la cadena alemana Saturn, famosa por la agresividad de su propaganda. La conclusión de una parrafada en la que vendían todo tipo de electrodomésticos era “¡Porque es tu derecho!”
Imaginé a un grupo de okupas aburridos que, incitados por el llamamiento, acudiera a una tienda Saturn, arramblaran con neveras, televisores, lavavajillas, teléfonos móviles, iPods, ordenadores, etc., y salieran con ellos sin dejar ni un céntimo en caja, alegando que los necesitaban y estaban en su derecho de llevárselos.
Pensé, si yo fuera más joven, buscaría a un grupo de amigos e intentaría el happening.
La poca vergüenza de estas empresas merece esto y cosas mucho peores. Yo desde luego, no compraré ni en Saturn ni en Media Markt porque no me gusta que me traten como a un tonto. Y si pago la factura de la luz y sigo comprando gasolina es porque no quiero quedarme a oscuras ni paralizado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiada razón tienes...

Anónimo dijo...

Ver a Repsol convertido en abanderado del medio ambiente provoca estupefacción o hilaridad. A lo mejor un día se establece un código ético que impida a las empresas apropiarse de ciertos para utilizarlos como sueños publicitarios. No lo veremos, me temo.

Como de costumbre, me quedo con el anuncio (me refiero al último de Repsol, el de la mano). Me encanta el piano que lleva por debajo. Fíjate la próxima vez, es una música preciosa.

Saludos