Sensaciones, ideas y fantasías

lunes, 5 de mayo de 2008

CALCULANDO RIESGOS

El río Cabriel unos kilómetros después de los rápidos.

Si hay una persona indiferente a los deportes, esa es Bombardier. Y si los deportes son de esos que llaman “de riesgo”, la indiferencia se transforma en aversión. Bombardier opina que nada hay más insensato en la naturaleza humana que provocar a la audacia. Quienes lo hacen o son seres muy primarios (algo así como orangutanes con un destello de conciencia) o individuos temerarios que aparentan deliberadamente ser personas que necesitan de la acción, cuando la realidad es que no pueden vivir sin un orden impuesto por la fuerza, aunque sea la de la naturaleza. Eso, más o menos, dice él.
Yo le rebato, y argumento que no son pocas las personas, en especial los machos humanos, para quienes el peligro es la argamasa de su sociabilidad, que se fundamenta en la disciplina y el acatamiento a la jerarquía.
Son el material de los cuerpos de elite de los ejércitos: guerrilleros, boinas verdes, paracaidistas y todas esas unidades que pasan más tiempo a la intemperie que en los cuarteles. Yo he conocido a más de una persona así, y su “energía de riesgo” se consume al rayar los treinta años. Luego se convierten en ciudadanos ejemplares, que dedican su vida a una causa constructiva, su familia o su empresa; es raro verlos empleados por otras personas. Se diría que la disciplina militar de su vida azarosa ha sacado de su interior un sentido insospechado de la independencia, que se ha ido moldeando gracias al compañerismo del grupo, al acatamiento al mando.
Si no es así, es que se trata de los orangutanes con una pizca de conciencia que dice Bombardier.
Todo esto viene a cuento porque Bombardier ha pasado el fin de semana en un camping de la Venta del Moro practicando deportes de riesgo, dicho con propiedad, observando su práctica en otras personas, algunas de ellas niños de como mucho diez años.
Obviamente el riesgo está calculado y es mínimo, aunque de vez en cuando, el vuelco de una canoa, o un vaivén de un rápido pueden dejar magullado un cuerpo. Pero no suele pasar del susto saludable.
A la mujer de Bombardier no es que le guste el riesgo, pero tiene más desenvoltura para lo imprevisto que su marido, como sabéis un competente funcionario de Correos, servicio que precisa de virtudes como la organización la previsión, la diligencia…
“Las mismas que puedes observar en tipos como Zapa, el gerente de Kalahari Aventura”, señala Bombardier. “Es un tipo de los que yo llamaría curtidos. Un verdadero hijo de la naturaleza. Y para muchas mujeres, una perita en dulce con aspecto de Tarzán. Tiene veinte años menos que el bueno de Joël Lodé, o sea que le quedan aventuras para rato. Como era mi mujer la que se dedicaba a montar en balsas y en canoas por el río Cabriel, tuve tiempo de charlar largo y tendido con Zapa, que lo tiene todo muy bien organizado, igual que un comandante su compañía de aventureros.”
Bombardier dice bien, porque si visitáis la página de Kalahari Aventuras, os encontraréis con un verdadero ejército de expertos en todas las disciplinas relacionadas con la aventura al alcance del ciudadano muelle.
“Zapa se ha enfrentado a la naturaleza en los cinco continentes. Siempre con un loable sentido de la utilidad comercial, porque organiza viajes a parajes casi inaccesibles, y te monta una ruta por los Andes o por el Atlas marroquí. Su familia es de Venta del Moro, de esas que crían hombres y mujeres que, si la historia les da una oportunidad, se convierten en héroes o en villanos.”
“Los jefes guerrilleros de hace doscientos años, por ejemplo”, digo, consciente de la familiaridad de la mención, porque tanto Bombardier como yo somos lectores infatigables de las aventuras de Aviraneta a lo largo del siglo XIX, al que Baroja se sentía pertenecer más que al XX.
“O más. Viriato. Indívil y Mandonio. Los honderos de las Pitiusas. Cuerpos de elite de las legiones romanas. Y luego, los que se echaron al océano en chalupas como nueces para conquistar un continente.”
“Para perjuicio y escarnio de los indígenas.”
“A los indígenas les habrían perjudicado y escarnecido más tarde o más temprano otros conquistadores menos escrupulosos. La única diferencia es que habría muchos menos que hoy, y hablarían inglés. Cuando las legiones romanas invadieron la Europa conocida no lo hacían con propósitos altruistas. Pero lo que hoy somos, se lo debemos a aquellos desalmados. Pudieron haber sido cartagineses, de haber ganado Aníbal las guerras Púnicas. Ahora en el Mediterráneo no se hablarían lenguas románicas sino una especie de vascuence variado. O seríamos todos musulmanes y hablaríamos turco. Vaya usted a saber. Yo no tengo nada que reprocharle a los Escipiones.”
“Estábamos hablando de Zapa”, le interrumpo, porque conversar con Bombardier es como meterse en una nave espacial que ha escapado del control de Houston.
“Es verdad. Lo que más gracia me hizo de cuanto me contó fue su recorrido en canoa por la costa mediterránea un verano. Cuenta que observar la línea de costa desde un centenar de metros, metido en una frágil barquichuela de remos es una experiencia mística. Tienes todas las atrocidades del urbanismo moderno al alcance de la mano, pero te siente sdesapegado de ese mundo, flotando literalmente en un magma insometible.”
“El mar”.
“Dicho con la pedantería que me caracteriza. Pues bien, Zapa recalaba por las noches en cualquier playa y dormía al raso. No tuvo ningún percance, salvo una noche que, a unos cientos de metros de Benidorm, en una cala apartada, le asaltaron dos moros y le robaron la bolsa, después de una pelea un tanto ciclópea. Me lo imagino como un Ulises náufrago arrojando piedras al único ojo del enemigo. Al parecer, una que le tiraron a él le partió una costilla.”
“O sea, que riesgo lo que se dice riesgo, lo hay.”
“Pero primero tienes que buscarlo. Yo he viajado por los cinco continentes, y no podría seducir a nadie con aventuras de acción. Mis deportes son contemplativos.
“Creo que sí.”
“Buenos días.”
“Buenas tardes.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los deportes de riesgo, se ven muy bien por la tele. ¿Tanta necesidad tenemos de fuertes experiencias?