Sensaciones, ideas y fantasías

jueves, 27 de noviembre de 2008

Atisbos progres del Código Da Vinci

Esto es una reseña de un espectáculo teatral que sólo nombraré una vez, y al final de este texto. La razón es evitar uno de los posibles objetivos del autor, dar pábulo al escándalo para que se hable de él y de su obra.

La escenografía (excelente) es de corte austero, de colores apagados con dominio de los ocres y el verde oliva. Montones de ropa, sábanas, túnicas, mantas, etc. yacen en el escenario. Tras una pantalla traslúcida, tres varones y dos mujeres en indumentaria de referencias a la antigüedad clásica esperan hieráticos el inicio de la acción. Uno a uno, se van desplazando al escenario. Al verlos más de cerca, observamos en sus rostros la marca de los maltratos.

De pronto, el varón de más edad empieza a lamentar su suerte, a declamar su desesperación ante la inminente muerte que les espera. Su actitud es casi abyecta. Pronto sabemos que los cuatro que hay en escena (una de las mujeres se ha quedado tras la pantalla) están presos en el piso inferior de un lavadero. El tipo desesperado asegura estar dispuesto a hablar con sus captores para deshacer el malentendido de su detención, porque es inocente. Los otros se lo impiden, alegando que sería todavía peor para su vida.

Poco a poco vamos sabiendo que esas cuatro personas son personajes bíblicos. El desesperado es Simón-Pedro (Keifa, en la obra), los demás Judas Iscariote (Iehudá), Juan (Iohanán), y María Madalena (Marián). Al entrar la que se mantiene fuera de escena, sabremos que es María (llamada Imá en la obra), madre de Iosua, Jesús de Nazaret, que será una referencia constante a lo largo de la representación.

Durante un rato de incertidumbre, el espectador cree que va a ver una revisión del Nuevo Testamento. Le extraña, porque ha entrado al teatro convencido de que iba a ver una obra laica, de carácter político e incluso actual. Esa es la idea que ha sacado de la información obtenida en el folleto, que luego detallaré un poco.

La acción es confusa. Lo que nos cuentan es confuso. No se trata de una revisión ni religiosa ni ideológica, sino de un retorcimiento histórico o mitológico incoherente. De las conversaciones deducimos que esos discípulos de Jesús son más bien un grupo de conspiradores a quienes une el deseo de liberar al pueblo judío de la opresión romana, sin que les mueva el más mínimo motivo religioso. Una proyección de video nos revela la actitud de cada uno de los personajes cuando fueron interrogados. Ante la casta sacerdotal se muestran cobardes, delatores, niegan la naturaleza política de su relación con el líder subversivo Jesús, y aseguran que sólo le siguen por ser un hombre bueno que predica la verdad y el entendimiento. Hay una excepción que enseguida veremos.

Keifa lanza a la palestra la idea de que han sido traicionados por uno de ellos, y se revela ante nosotros su profunda abyección, porque hemos visto como negaba a Jesús una y otra vez. Los demás le llaman loco. Pero el curso de la acción (de los diálogos) nos permite ver que todos temen haber sido traicionados. Estos diálogos expresan la poca estatura moral de los protagonistas, su egoísmo, su incongruencia. Una incongruencia que se traslada a la acción, porque lejos de avanzar, vuelve una y otra vez al tema de la traición, e insiste en la cobardía y el egoísmo de los personajes, pasando por rachas de temeridad que no pegan ni con cola en la acción.

Entonces entra en acción María, la Imá de la obra. Su presencia revela hechos inesperados, incluso para los que ya se han admitido la idea de la excéntrica revisión del Nuevo Testamento. Resulta que Juan es homosexual y María Magdalena la amante ardiente de Jesús. Esta es la razón verdadera del afecto que cada uno de ellos tiene al Mesías, nada de raíz religiosa, nada de admiración política. También conoceremos que Judas Iscariote (candidato lógico por la historia evangélica a ser el traidor) es un zelote sectario, y que la razón de su compromiso con Jesús es el odio que siente hacia los romanos y hacia el Sanedrín por haber incitado a la lapidación de una novia o amante suya. Simón Pedro cuenta que, siendo un miserable pescador viudo y en paro, Jesús hizo renacer su amor propio al darle un puesto de confianza, su segundo de abordo. La ambición de Pedro es la verdadera motivación de su relación con Jesús.

¿Y María?

Antes, observemos a Judas. Es el único que, a pesar de los suplicios del interrogatorio, no traiciona a nadie. Mantiene la integridad, la decencia, el patriotismo. Pero rechaza cualquier visión religiosa de Jesús y de su magisterio.

Volvamos a María. Cuando Juan le confiesa de un modo ambiguo su amor carnal hacia su hijo, arremete con rabia verbal contra él. Al descubrir, siguiendo este camino tortuoso, que María Magdalena se acuesta con Jesús, le suelta una bofetada.

En la parte superior del lavadero, en el secadero, torturan a Jesús. Se oyen los latigazos, los jadeos del martirizado. Entonces le toca el turno de las confesiones a María. Resulta que ha sido ella la que ha traicionado a la secta, la que ha "cantado" a la autoridad el lugar, la hora y el motivo subversivo de la reunión, cosa que ha provocado la “caída” de la célula y el fracaso de la conspiración. Naturalmente, esto lo sabe el espectador, no los personajes. Pero finalmente, tras abandonar el círculo vicioso de cobardía-egoísmo- lujuria-temeridad, los personajes caen en la cuenta de la terrible acción de María. Como ella ha advertido al espectador en su evocación-proyección videográfica, los prisioneros serán liberados, con la excepción de Jesús. La frase final de la obra es de María: “Ahora, por fin eres Dios”.

Al escucharla, sentí un hastío infinito. En los oídos de muchos sonará, con toda justicia, a blasfemia. Pero no estamos en un siglo que persiga las blasfemias. Sólo se persigue a los que reniegan del pensamiento progre. ¿Me crucificarán por haber escrito este comentario? ¿No resulta inaceptable que los personajes de esta revisión evangélica sean todos malas caricaturas?

Esta obra se llama Clandestinos, un título más oportunista que oportuno. Su autor y director es Chema Cardeña. Los actores, que hacen un buen trabajo, son Amparo Vayá, Juan Carlos Garés, Josep Maria Casany , Ruth Lezcano y el propio Cardeña.

Para acabar, una referencia al folleto explicativo. Dice: Un pueblo invade y somete a otro pueblo. Una élite de los vencidos se vende a los invasores y traiciona a su propia gente, para preservar su poder. Unos rebeldes luchan por liberar a este pueblo de los invasores y de los traidores. Surgen facciones y partidos en espera de un líder y el fanatismo convierte la lucha por la supervivencia en una sinrazón. Y volvemos a empezar: un pueblo invade y somete a otro pueblo… esto es Clandestinos. Una fábula sobre unos hechos que vemos todos los días en la prensa: mujeres lapidadas, hombres torturados, masacres, corrupción, integrismo.

Yo no había leído este texto. Así que tenía la mente libre de prejuicios al empezar la representación. Aunque algo sí sabía: en la Agenda de El País había visto que una mujer palestina se enfrenta a los opresores, y tal. De dónde había sacado esta información El País sobre la obra es algo que me causa perplejidad.

Acabada la función, reflexioné sobre las herejías y desviaciones que se han producido en el Cristianismo a lo largo de los siglos. Todas se han hecho en el nombre de Jesús y con una doctrina religiosa detrás, con una raíz básicamente hundida en la trascendencia, en la liberación del ser humano, pero en la liberación de sus cuitas, del pecado, del orgullo, de la miseria moral.

¿Qué mueve a un autor de teatro a poner en cuestión una religión que lleva dos mil años de existencia con argumentos tan peregrinos como los expuestos? ¿Qué es esa historia de que “un pueblo invade y somete a otro pueblo”? ¿No habíamos quedado, como buenos marxistas y materialistas, en que el motor de la historia era la lucha de clases?

Me respondo a estas preguntas con la única explicación posible. Este tipo debe creerse el inventor del Código Da Vinci del pensamiento progre.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Fotografías en el MUVIM de Valencia


MUVIM quiere decir Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad. Está abierto desde hace pocos años, y no es propiamente un museo, sino un centro de exposiciones. Se dedica a la fotografía, el grafismo, incluido el cartelismo, y también hace exposiciones de pintores modernos muertos. A la vez, es un escenario de seminarios, congresos y demás actividades educativas de carácter universitario, y tiene una biblioteca dedicada al tema que predica su nombre.

La sucesión de exposiciones que programa el MUVIM es constante, y son de gran calidad. Es una parada obligada para quien visite Valencia enbusca de consuelo y recreación para el espíritu. La verdad es que la ciudad de Valencia ofrece tantas actividades culturales, que incluso para un intelectual sin empleo remunerado o para un jubilado con pasiones artístico literarias es imposible asistir a la mitad de las que se anuncian cada día.

El MUVIM exhibe ahora varias secciones de Fotográfica 08 Valencia, dedicada a las instantáneas de calidad más o menos profesional. Una tarde en el MUVIM proporciona una información, una formación, un placer estético y una satisfacción espiritual de envergadura. Uno sale de allí repleto de ideas y de emociones, y para asimilarlas debe dejar pasar un par de días de ayuno cultural.

Este goce estético tiene también un aprovechamiento sorprendente. Por ejemplo, la exposición Arequipa en blanco y negro disipa estereotipos acerca del retraso cultural de Hispanoamérica. Resulta que en las primeras décadas del siglo XX había dos fotógrafos en la ciudad peruana que realizaban una obra de una calidad artística y antropológica equivalente a la de los mejores fotógrafos norteamericanos o europeos. Se llamaban Carlos y Miguel Vargas. Yo no tenía ni idea de quienes eran hasta que me he acercado al MUVIM a contemplar sus fotografías. Pero no hace falta ser un experto en este arte para comprender que está uno ante algo formidable.

La misma sensación de sorpresa cultural se obtiene de la exposición Oui-Non de Gérard Castello-Lopes, , fotógrafo portugués todavía vivo. Fuera de los círculos de especialistas, a este señor no le conoce casi nadie. Y sin embargo, su trabajo es excepcional. Es decir, el Portugal del siglo XX tuvo y tiene artistas estupendos. Si no fuera por la falacia del atraso de ese país, esto sería algo perogrullesco, porque la sociedad portuguesa se asienta sobre un pasado lleno de riquezas artísticas y culturales. El problema es que Portugal, como España, como, por recurrir a un ejemplo un tanto excéntrico, Líbano, han quedado ensombrecidas en el escenario intelectual mundial por Francia, Alemania, Reino Unido o los Estados Unidos de Norteamérica, cuyo peso es mayor, pero sólo en magnitud, en capacidad publicitaria, no en calidad.

En la exposición de Castello-Lopes, no sé si para justificar el desconocimiento del artista, se dice una sandez a tono con el prejuicio: “en un Portugal aislado del resto del mundo bajo la dictadura de Salazar, Gérard Castello-Lopes estaba condenado a un trabajo solitario y sin visibilidad”. Se nos da a entender que la culpa de la “falta de visibilidad” de Portugal la tiene el dictador Salazar, cosa del todo falsa. A ver si nos dejamos de estereotipos progres de una vez, doblemente estúpidos porque se supone en los progres una formación materialista que desmiente la atribución personalista al curso de la historia. Es como decir que la culpa de que Picasso se marchara a Francia la tuvo Alfonso XIII o su madre doña María Cristina de Habsburgo-Lorena. O que la culpa de que Joyce se marchara de Irlanda la tuvo el primer ministro británico Sir Arthur Balfour. Vamos a ver si somos un poco serios, por favor.

A pesar de estos estrepitosos defectos, es de reconocer el trabajo de los comisarios de estas exposiciones del MUVIM. Sobre todo porque permiten colocar la cultura en su sitio, y comprobar que la creación de alta calidad está presente en casi todos los rincones del planeta, al margen del color, la ideología y el régimen político dominante en cada sociedad.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Carpe Diem



Cada pueblo tiene el gobierno que se merece.

Esto podría ser una provocación dadaísta, pero es una proposición que muchas personas hacen en serio, como si fuera inexorable. Quienes más la usan son los intelectuales y los cabecillas de los partidos que acaban de perder unas elecciones.

La proposición irrebatible es que cada sociedad tiene el gobierno que ha elegido democráticamente. Pero esto no tiene tanta gracia. Para los pueblos que no disfrutan de un sistema democrático, la proposición modificada podría ser: cada pueblo tiene el gobierno capaz de dirigirlo con mayor eficacia.

Esta reflexión viene a cuenta de la sorpresa que causa el hecho de que el desastroso gobierno de Rodríguez Zapatero no parece haber mermado su popularidad, o parece dejar indiferente al pueblo, es decir, a los ciudadanos.

La sociedad española y todos sus subconjuntos y agregados están viviendo una de las épocas más fantásticas de su historia (nuestra historia, pero voy a hacer como si fuera sueco o portugués). Jamás ha gozado de tanta fortuna material. Incluso hoy, zambulléndose en una crisis que no acaba de materializarse en su extrema dureza, los españoles visten, comen, habitan, trabajan y se entretienen como nunca lo habían hecho. Otra cosa es que su indumentaria sea elegante, su alimento saludable, sus viviendas cómodas, su trabajo liberador y su ocio estimulante.

La sociedad española navega por el proceloso mar de la política, dirigida por un timonel al que le da igual ocho que ochenta. A lado del timonel y frente a él, un coro de lobos aulladores, diversas pandillas de mamones y chupatintas, corifeos de grillos, dinamiteros sin explosivo (sólo con fulminante), artistas de pesebre, filósofos superventas, periodistas turiferarios o ladradores y cohortes de funcionarios de todas las castas corporativas y regionales imaginables.

La sociedad española está compuesta por una mayoría silenciosa que se define por esta combinación de sueños: la posesión de bienes de consumo infinitamente renovables, una salud a prueba de autoagresiones (tabaco, alcohol, comida basura, medicamentos paliativos), una longevidad imperecedera, y una felicidad imperturbable por las contrariedades de la existencia.

Esta sociedad, a pesar de su confusión moral, es consciente de su suerte, de que vive de verdad una época chollo. Lo mismo que la sociedad portuguesa, la sueca o la griega, es decir, lo mismo que casi todas las sociedades del mundo desarrollado. No tiene ni idea de cómo ha sucedido. ¡Pero funciona! Ahora bien, también sabe que el chollo puede acabarse en cualquier momento. Los políticos intentan convencerla de que les debe el chollo. Pero es difícil que estos argumentos hagan mella, incluso en psicologías tan predispuestas al engaño. Los políticos españoles (y los belgas, los húngaros, los daneses, etc.) dedican tantos esfuerzos a falsear, a exagerar, a disparar cañonazos a las nubes, y tan poco a gestionar, que hasta el antiguamente considerado pueblo llano percibe el fiasco.¿Que quién gestiona? Los expertos no elegidos sino designados.

¿Por qué no reacciona el ciudadano? ¿Por miedo? ¿Por comodidad? ¿Por intuición de niño malcriado que conoce perfectamente los límites de su egoísmo?

¿Cada pueblo tiene el gobierno que se merece?

Nada de eso. El pueblo, el ciudadano, conoce bien que el aparato administrativo funciona con una inercia que sólo relativamente tiene que ver con las decisiones de los políticos. Lanzarse a la calle no sirve ya para nada. Porque lanzarse a la calle hoy no es como lanzarse a la calle hace un siglo, cuando la calle era del ministerio de la Gobernación. Echarse al monte, ni de coña. El que se lanza al monte acaba de mendigo sin techo.

Así que, todos calladitos, apretando el esfínter para que el chollo siga durando. ¿Crisis? ¿Dónde está la crisis, a ver, además de en las páginas de los diarios, en las ondas hertzianas y en los canales digitales?

El pueblo aguantará lo que le echen, mientras no le echen de casa y tenga vacaciones en una playa pachanguera.

Y si en lugar de gobernar ahora el señor Rodríguez Zapatero lo hiciera el señor Aznar o el señor Rajoy, el pueblo estaría igual de calladito. No es virtud del malabarista de las cejas, sino defecto de quienes tienen pavor a perder el chollo. De momento, la mayor obsesión del gobierno español actual es que los parados reciban algún subsidio y el auxilio necesario para que las hipotecas y las deudas no les arruinen. Si gobernaran los rivales del cejudo, seguro que harían lo mismo. Y harían bien. Pero, ¿cuánto puede aguantar el orden económico vigente aplicando alivios de urgencia? ¿Será capaz este gobierno o el que le suceda de poner en práctica planes de desarrollo, activación, dinamización económica, o tendremos que esperar a que el amigo americano, el ruso, el chino o el alemán descubran la fórmula milagrosa? ¿Tan poco creen los políticos españoles que vale su trabajo? ¿Son, además de hipócritas y cínicos, una panda de desesperados?

domingo, 16 de noviembre de 2008

Lamentos de Tiranosaurus Rex

Más allá de los bosques y los pantanos, en el crepúsculo resuenan los gritos de los tiranosaurus Rex



La Spirale fue una revista francesa alternativa, mutante, contestataria, durante los años 90. Se editaba en papel, y terminó yéndose a pique. Una de tantas. No puedo ofrecer datos más precisos porque no la conocí. Imagino que sería heredera de Charlie Hebdo, con toques de cyberpunk, fantasía juvenil con mala leche, progresismo corrosivo y cosas así.


Ahora vuelve a la carga, esta vez sólo en el ciberespacio. Traduzco una mezcla de declaración de principios y de resumen programático, colgado por sus editores en el primer número.


Desde su publicación en el otoño de 1996 a su desaparición en 2005, La Spirale fue el testigo involuntario del fin de un mundo. Los últimos quince años han sido el escenario de una deconstrucción casi completa de nuestros cimientos. Frente a un futuro cada vez más imprevisible, un sentimiento general de inquietud ha conquistado todos los estratos de nuestra sociedad. La gente cada vez tiene más miedo del futuro.

Hoy no basta situarse en una dinámica de contestación nihilista y/o de denuncia deprimente. No podemos contentarnos con una estética basada en una deconstrucción que se ha hecho exclusiva de las élites depredadoras, con las consecuencias que se descubren hoy en día. Debemos rechazar las distopías [utopías catastróficas] con las que se nos ceba, volver a encontrar el gusto de creer en los mañanas gloriosos. debemos reapropiarnos de nuestro futuro, porque la suerte de la aventura dependerá sólo de nuestra capacidad de reaccionar.

Cuando el ciber-punk-progre deja de ser joven y se compra una vivienda, cambia de perspectiva. En realidad eso nos ha pasado a todos, fuera cual fuera el punto de partida ideológico y económico de nuestra juventud. En el caso de los franceses, que inventaron el cuño de progre y que todavía conservan la patente, su evolución es todo un trauma lleno de avatares y paradojas.

Esta revista que he encontrado en uno de mis paseos internáuticos está relacionada con un millonario excéntrico que vive en un jardín de desechos industriales, dentro de un búnker dotado de la tecnología más sofisticada. Es el propietario de Artprice, una web que se dedica al negocio del arte a través de la Red. Me da la impresión de que es el padrino de La Spirale. En todo caso, en el primer número dedican un gran despliegue a una iniciativa suya llamada La demeure du chaos, la residencia del caos, en realidad su vivienda-búnker en un idílico rincón en los alrededores de Lión, que él, Thierry Ehrmann, ha transformado en una chatarrería.



El caso es que los chicos ya talludos de La Spirale manifiestan su espíritu de lucha contra el pesimismo medioambiental.

Los periodos de crisis, como el que ahora atravesamos - y que debería, con toda probabilidad empeorar - son también periodos de cuestionamiento. Los cimentos se pulverizan. Se abren grietas. Más que nunca es el momento de atreverse, de proponer, de inventar. Los margenes y las vanguardias deben ahora repensar el mundo en términos constructivos, porque hoy es en este territorio donde se situa la transgresión, la verdadera rebelión.

Como argumento, suena a retórica de la traición. Como lenguaje, sobre todo en francés, suena precioso: Les marges et les avant-gardes doivent maintenant repenser le monde en termes de construction, car c'est aujourd'hui sur ce terrain que se situe la transgression, la vraie rébellion.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Desmontando los últimos tabús sexuales en Francia



Antaño
Tótem: animales sagrados, profetas, santos, místicos, predicadores.
Tabú: no guardar el respeto debido a los tótem.
Hogaño
Tótem: rey, presidente, gobierno, oposición, autodeterminación, democracia, etc.
Tabú: no hay tabús. Se acabó la represión. Somos libres por fin.
“Cliente”, película de Josiane Balasko, 58 años, francesa, sobre una mujer de más de 50 años que contrata a un gigoló para hacer el amor con él (hablando con propiedad, para follar con él). Dice Balasko que su objetivo era doble: hacer añicos un tabú muy poderoso en Francia y enviar un mensaje positivo a las mujeres de mediana edad que se encuentran solas y no pueden satisfacer sus deseos sexuales.
Contratan a un prostituto y Sanseacabó.
Sanseacabó puede ser el nombre metafórico del prostituto.
El tema de las mujeres que recurren a la prostitución masculina dice Balaskó que es un tabú. Se pinta a este tipo de mujeres como hembras desesperadas, el comercio sexual aparece como sórdido, y los personajes dan una impresión patética. Balaskó ha presentado en “Cliente” a una mujer satisfecha consigo misma (alta autoestima o amor propio), de alto poder adquisitivo, bien situada en la escala social, buena presencia, y tal.
Dice Balaskó: “La prostitución es el último territorio sexual dominado por los hombres. Los hombres tienen el control del placer y el derecho de comprarlo. Las mujeres, no. Un montón de amigas mías están solas, son solitarias, divorciadas. No pueden reinventarse con otro hombre y una nueva familia. Así que decidí mostrar a la cliente femenina de un escort masculino. Ella no es una víctima. Es una mujer que controla su vida, sus sentimientos, su placer sexual.”
Me pregunto yo: ¿y qué necesidad tiene de recurrir a un gigoló?
Ignoro si la respuesta está en la película. Me temo que no.
No soy del cupo que condena la prostitución y que la prohibiría. Tampoco creo que la prostitución sea un territorio masculino. Las razones de Balaskó me parecen publicitarias: desmontar el último tabú sexual en Francia. ¡Pero si ya no hay tabúes sexuales en Occidente! Sigue habiendo distorsiones, perversiones, fracasos, fantasías dolorosas, pero no son producto del tabú, sino de los modelos publicitarios de vida y hábitos. Es como decir que el tabaco o el alcohol son hoy tabúes. Una bobada. Un titular de periódico.
Cosas de redactor jefe: oye, fulano, a ti que te gusta el cine, mira qué puedes sacar de esa película de la Balasko, que dicen que es muy provocadora y tal.
Y va el tío (el redactor) y mira al Elíseo y descubre que Sarkozi lleva tres matrimonios, y que el último lo ha hecho con una cantante (no dice que el primero fue un presunto matrimonio de puro interés, y que malas lenguas dicen que enseguida engañó a su mujer con otra tan rica como la primera, con la que acabó casándose, para divorciarte de nuevo por razones parecidas; o sea que Sarkozi es lo que aquí se llama un Pichabrava ambicioso). Los presidentes de repúblicas ya no son tabú. ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ahora sus vicios son públicos? Y antes también. Véanse las obras completas de Shakespeare, véase la Iliada, véase el teatro griego.
Luego va el tío (el redactor) y cita a un intelectual y novelista que ha escrito extensamente sobre sexualidad (¿qué intelectual y novelista de cualquier parte del planeta no ha escrito extensamente sobre sexualidad, si algunos no escriben de otra cosa?). Luego, a un director de un instituto nacional de investigación de la salud. El primero dice que estamos viviendo una revolución sexual más subversiva y silenciosa que la de los 60. El segundo, que las mujeres francesas tienen una sexualidad insatisfactoria, al contrario de lo que suele decirse. Grandes descubrimientos.
Por fin, el tío (el redactor) echa mano de Catherine Millet, la autora de “La vida sexual de Catherine M.”. Todo en apoyo de una falsedad, que Francia ha desmantelado su último tabú sexual.
Me acuerdo de varias películas de Edouard Molinaro en las que toca tabúes como el incesto y la prostitución femenina. Esas sí me parecieron a mí rompedoras, además de muy bien hechas, con personajes llenos de sutilezas, nada patéticos.
El artículo de referencia apareció en la página de Cultura y Moda del Herald Tribune, hace una semana, y lo firma Elaine Sciolino que, ahora que lo pienso, debe ser una mujer. Lo que faltaba.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Torbellinos en Arcadia




Madrid. Torbellino urbano. Macizos de viviendas renqueantes, rincones de selva. Las plantas se mezclan, se retuercen. Racimos de personas. ¡Gente! ¡Gente! Devorada por las bocas del Metro. Viaje a través de los intestinos de la ciudad. Multitudes étnicas, amasijo de edades. Cada hombre, un abismo. Cada mujer, un túnel. Chicos y chicas caídos de una pantalla de multicine. Chalecos, calzas, cinturones, botas y mocasines, capuchas y bufandas, i-phones; ciencia ficción de calendario. Miradas de terciopelo azul. Chuletas siglo XXI, ejecutivos atentos a su ambición, lolitas de todas las edades, envoltorios de miedo, ternura despedazada, despojos de ilusión. El plano de las líneas adosado en las jambas del vagón es un artificio de tubos, de intercambiadores, de desvíos, de zonas, de sistemas emergentes. Emergencia a la superficie. Elegancia arquitectónica en la Gran Vía. Telefónica. Palacio de la Prensa. Oratorio del Caballero de Gracia. Granito sólido, redundancia inasequible, como el Espíritu. Macizos de viviendas-arriates. Gentío en movimiento discontinuo. Semáforos. Ríos de vehículos. Carril bus-taxi-bibicleta. ¡Ni una bicicleta! Kioskos. Escaparates. Gangas. Cerrado por reformas. Tiendas híbridas, mercadillos enjaulados. Cachivaches, monstruos, cojines-te-quiero, camisetas futboleras, árboles de Navidad, Papá Noel meneante, tazones personalizados. Un chino, dos chinos, tres chinos abiertos hasta el derrumbe de la medianoche: ropa, verdura, alimentos enlatados, ferretería, disfraces, artículos de regalo. Naderías.
Torbellino urbano. Madrid entresemana. La gente conducida por la inercia de sus obligaciones. Sirenas de coches de policía camuflados que intentan circular como balas por la calle de Alcalá, pero tienen que frenar en todos los semáforos en rojo por-si-acaso, y se les escapan los maleantes. Cruceros de ambulancias del Samur en ejercicio profesional por el Amazonas matritense. Salas de espera de Urgencias. La gente se mira y se asoma a las puertas como si esperaran la orden de ¡acción! De un realizador de serie televisiva. “A mi me duele mucho el alma”. “Pues haga yoga.”
Milla de oro. O milla y media. Entre Colón y Atocha. Maqueta de modelos urbanos de papel comprados en una librería especializada en miniaturas. Recoletos, Cibeles, turistas fotografiando a la diosa y sus leones-bovinos, Paseo del Prado. Grandes árboles en peligro de extinción. Prensa internacional. Sucesión de autobuses cruzándose, adelantándose, huyéndose, rozándose como toros mansos en un encierro. Visión hiperrealista de la Puerta de Alcalá, flotando delante del Retiro. Fuentes. Estatuas. Bancos. Ministerios. Museos. Torbellino de cultura. Hordas de jubilados, clases de chicos de preu (¡qué anacronismo!), grupos de amigas, parejitas multilaterales, aprendices de progre, señoras con cara de maceta, señores rumiantes. Tú y yo.
El arte a la altura de las narices, a media luz, deslizándose ante tus pupilas y mis pupilas. Nos penetra. Lo absorbemos. ¿Qué mundo hay fuera de mí? Sólo existe lo que veo, huelo, palpo, gusto, oigo. Si no me ven, huelen, palpan, gustan, oyen, no existo. Pero tú existes conmigo. ¿Somos uno? Paseo por salas atestadas de gente hambrienta. ¿El arte da hambre? Buffet libre. Entrada gratuita a partir de las dieciocho horas. Hagan cola, señores, hagan cola. Toritos impresos en banderas, carteles taurinos con la caja en blanco para que pongan sus nombres, postales, camisetas de la selección eurocampeona.
Degas. ¡Cómo se lo curraba el tío! Para pintar una bailarina o un caballo con jockey se tiraba el tío horas y horas modelando figuras de cera, estudiando los movimientos de danseuses y chevaux. ¿Cómo conseguiría que una modelo mantuviera el equilibrio sobre la punta de un pie, la otra pierna extendida en horizontal, el tronco hacia detrás y los brazos agarrándose al aire? ¿Y los caballos? ¿Cómo diablos haría para que congelaran sus saltos, sus zancadas?
La milla de oro, o la milla y media. Pedagogía para todos los niveles sociales y culturales. El arte al alcance de cualquiera. Ya nadie ignora quiénes fueron Picasso y Sorolla. Hay quien se va con una idea imprecisa de Anglada Camarasa, Joaquín Mir, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz: cóctel de estilos, de formas, de estrías, colorines, pegotes de materia, objetos disfrazados de conceptos.
Teatros. Torbellino de sensaciones, de palabras, de malos actores secundados por sus parientes, de bonzos que bucean cubiertos de ceniza blanca insoluble, de chinos encajonados que saltan como langostas.
Torbellino de libros comprados en un kiosko de lance que perdura en la plaza de Alonso Martínez. Eduardo Marquina, “La morisca”: La acción transcurre hacia el año 1490, antes de la rendición de Granada, y cuando ya empezaba a formarse entre las gentes la dolorosa aversión de raza. Antonio Paso, “Contente, Clemente.” Farsa cómica en tres actos, con Agatónica, Clodulfo, Nepomuceno y Sindulfa, entre otros. La libertad guía los pasos de Louis Pauwels: la gran y definitiva transformación del hombre no es inminente; la psicología de los pueblos y la naturaleza humana son más fuertes y duraderos que cualquier sistema.
Torbellino matritense. Efusión de sensaciones. Turismo.
Allá lejos viene la crisis, como un gas tóxico invisible. Aquí nadie se asfixia, al menos aparentemente.
Pero Obama ha llegado para salvarlos.
G-8. G-20. G-8. G-20. G-8. G-20. G-8. G-20. G-8. G-20.
Torbellino invernal. Cae la nieve sobre el ADSL. Levanta el puño con el móvil y telefonea al más allá. Escucha.