Sensaciones, ideas y fantasías

lunes, 30 de junio de 2008

¡Viva España!



Hauke y Waleska celebrando anoche en Nuremberga la victoria de España.

A veces, los acontecimientos parecen burlarse de los dogmas que pretenden controlarlos. La victoria de ayer de la selección española de fútbol se produce en el momento histórico más bajo de la nación española del último medio siglo. La fuerza (y la violencia) de los secesionistas periféricos hace todo lo posible por despedazarla. La población asiste al espectáculo indiferente. No se lo cree. Piensa que es un asunto que no le compete, cosa de políticos. No se equivoca.

Súbitamente se dan las circunstancias en las que el sentido y el sentimjento de España se pone a prueba en una ocasión de apariencia trivial: un campeonato europeo de fútbol.

Y millones de ciudadanos se envuelven en banderas españolas, dan vivas a la patria, y se vuelven locos de alegría por un hecho que ni les va ni les viene, que no redimirá su hipoteca ni bajará los precios de los alimentos, que no les regalará gasolina ni devolverá el trabajo perdido a los parados.

¿Qué demonios ha pasado?

En la Casa Galega de Nuremberga, anoche, a las diez y media
Algo inhabitual: se nos ha dado la oportunidad de sentirnos orgullosos de ser españoles y de proclamarlo, y lo hemos aprovechado en extremo.
Me gustaría saber si en Bilbao, San Sebastián, Barcelona, Gerona o La Coruña hubo anoche caravanas de vehículos bocineando.

Y también me gustaría asomarme a ese gélido futuro que sueñan los secesionistas, para ver la actitud espontánea de la población ante una (improbable) victoria deportiva de una selección catalana, vasca, gallega, etc ¿Qué magnitud alcanzaría la explosión de euforia?
Nunca sería lo mismo. Desde la perspectiva actual, sería ridículo.
Confío que podamos seguir diciendo ¡Viva España! por alguna generación más.

Una multitud de españoles felices de serlo, en Am Plärrer, cerca de la Casa Galega de Nuremberga

viernes, 27 de junio de 2008

El abuelo Aragonés y mi nieto


La última vez que escuché a Luis Aragonés en un acto informativo fue con motivo de su nombramiento como seleccionador nacional. Recuerdo su aparición en la barandilla del último piso de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Los cámaras levantaron sus ópticas hacia arriba, y los plumillas elevamos nuestros perfiles en busca del nuevo Júpiter. Luis descendió como un Deux ex Machina y se dejó asaltar complacido por la patrulla de informadores, micrófonos en ristre, en busca de unas palabras de El Elegido.
Luego, a raíz del naufragio de la selección en el Mundial de Alemania de 2006, Luis se convirtió en el enemigo de sí mismo. Nos dejó a todos pasmados con su memoria selectiva. Después de haber anunciado que dejaría la selección si no pasábamos de cuartos, olvidó lo dicho.
Todo el mundo se resignó a aguantar a Luis unos años más, incluidos Guti y Raúl. Pero nadie daba un duro por la selección. Yo creo que el inicio de este Europeo ha sido uno de los menos eufóricos de los últimos lustros en España. Con fatalismo ibérico esperábamos la debacle.
Sin embargo, la sucesión de victorias nos ha dejado a todos perplejos. El Mago de Hortaleza, le llamaban a Luis Aragonés. Más que magia es desconcierto. Luis era un entrenador acabado. La selección, una pandilla de funambulistas del balón. El Campeonato Europeo, un escenario de villanías. ¿Qué demonios ha pasado? ¿Qué ha cambiado? ¿La actitud? Debe ser eso, la actitud. Pero, ¿cómo un hombre al borde de la senectud logra que una banda de pollospera se convierta en un equipo de fútbol?
No se sabe. Pero lo ha conseguido.
Los misterios de la vida son, por fortuna, insondables. Los sociólogos harán sociología con la selección. Los psicólogos, psicología con Luis Aragonés. Los políticos… esos hacen su agosto siempre, gane quien gane en la cancha. (Pero, por favor, que no vaya Zapatero a Viena, por favor, amigo Zapatero, buen rollito, mejor talante, ponte malo o algo así, cualquier excusa la daremos por buena.)
Una vez entrevisté a solas a Luis Aragones. Fue cosa de un cuarto de hora. Tiempo insuficiente para conocer a un personaje. Entrenaba entonces al Atlético de Madrid, en época infausta para él y para su equipo. Habíamos quedado en las gradas de uno de los campos de entrenamiento del Cerro del Espino, en Majadahonda. Empezamos a grabar, pero tuvimos que parar enseguida porque había tres curritos a unos metros de distancia que hacían comentarios en voz alta con el evidente propósito de fastidiarnos. Luis se levantó, se encaró con ellos y les dijo algo así como, “¡Quieren hacer ustedes el puto favor de callarse, maleducados! ¡Estamos trabajando!” Genio y figura.
No quiero especular sobre el resultado del domingo. Me gustaría que ganara España. Pero si gana Alemania, no pasa nada. Yo no saldré perdiendo. Todo gracias a mi nieto, que en estos momentos sigue repantingado en la barriga de su madre, mi hija Waleska. El tipo está demostrando ser una persona inteligente, antes incluso de nacer. Ha esperado a que la final enfrentara a España y a Alemania. De esta forma, gane quien gane, él se asomará al mundo con la copa en una de sus manos. Será un nieto histórico, en todos los significados del término. Padre alemán, Hauke, hija española, Waleska (qué le vamos a hacer, el nombrecito no es muy español, pero en aquellos años les poníamos a los niños unos nombres raritos), española. Y él, una mezcla perfecta de luz mediterránea y contundencia nórdica.
¡Que gane el mejor, diantres!

jueves, 26 de junio de 2008

Víktor Ferrando. El autodidacta





En puridad, todos somos autodidactas. Aprendemos lo que nos interesa cuando nos conviene, y de quien nos parece bien, independientemente de su titulación académica. La mayoría de las cosas que sabemos, y me ciño sólo a la esfera cultural del conocimiento, las hemos aprendido por nuestra cuenta casualmente, o buscando, seleccionando y asimilando. La formación normativa nos ha servido como boceto, y con él como referencia hemos ido construyendo el edificio de nuestra forma de ver y entender el mundo. Es cierto que gran parte de los componentes de nuestra “sabiduría” son estereotipos, pero en último extremo de cada uno de nosotros depende que los demos por buenos o los sometamos a crítica.
En definitiva, todos somos más o menos autodidactas.
Pero de vez en cuando te tropiezas con alguien que es rigurosamente autodidacta. Es el caso de Víktor Ferrando, un escultor alicantino que hasta hace seis años se dedicaba a repartir deportivamente mamporros y enseñaba a hacerlo, porque era profesor de artes marciales. De pronto, para salir de lo que él percibe como caos, se pone a trabajar con un herrero, y empieza a sacudir mamporros al metal fundido. Lo hace por pura terapéutica y por obligación laboral, fabricando vallas sin valor estético. Y un buen día le da por retorcer el hierro de un modo caprichoso, ajeno al patrón de la barandilla que en ese momento construía. Al herrero le parece algo sin valor y una interferencia en el trabajo. Pero al cliente que ha hecho el encargo, le gusta, y anima a Víktor a continuar inventando formas.
Este es el punto de partida de lo que hoy es Víktor Ferrando. Tiene 39 años, y descubre la es-cultura del hierro a los 33. Hasta entonces ha sido un singular chico rebelde. La condición de rebeldía es uno de los elementos de la creatividad. Si Víktor no hubiera sido un insurrecto no habría podido plasmar su insatisfacción en el arte con un resultado tan rotundo. Pero su rebeldía es singular porque se trata de una persona disciplinada, metódica y constante. Lo opuesto al artista bohemio.
Y sin embargo, sus primeros trabajos son de una estética luciferina que evoca las alucinaciones románticas de William Blake, las postrománticas de Lautréamont o las desesperaciones modernistas de Baudelaire y de Rimbaud.



En el siglo XX la literatura e imaginería de resonancias diabólicas se ha representado masivamente en el cine y en el cómic. Y da la impresión de que es de aquí de donde se ha nutrido la inspiración de Víktor Ferrando, el autodidacta, hasta hace bien poco.
Porque la nutriente de su obra presente es la formación acelerada, azarosa y de calado relativo que ha ido adquiriendo desde que descubrió su vocación artística. No obstante, estas limitaciones en su formación han sido desbordadas por sus necesidades creadoras y por su pasión desatada de súbito. En auxilio de la calidad artística, contaba con el cimiento de su sentido de la disciplina y su tesón marcial, así como la educación recibida en su niñez y en su juventud. Se puede decir que Víktor Ferrando, a los 33 años, tiene una formación cultural de horizonte gris, el de la mayoría de los ciudadanos de un país desarrollado, y que partiendo de ahí, casi desde cero, encontramos un Víktor Ferrando con 39 años con una capacidad creadora asentada y a punto de un salto todavía mayor que el que ha dado en poco más de un lustro.
Aquellos blogonautas que sientan interés por la obra de Víktor Ferrando pueden encontrarla en su página web, y hacerse una idea de lo que he intentado reflejar en palabras en esta entrada.



Es preciso subrayar un dato importante, pero que pasa inadvertido al no habituado al trabajo escultórico. Las obras de Ferrando pesan toneladas, y sin embargo las ha forjado y montado él solito, como mucho con la colaboración esporádica de alguien, cuando era imprescindible. Piénsese que los escultores de grandes masas y volúmenes cuentan con todo tipo de colaboradores en su equipo. Víktor Ferrando no tiene equipo. Él es su equipo.



Y un consejo final, blogonauta curioso: si tienes espacio en tu casa (más bien tu jardín) y dispones de un presupuesto saneado, apresúrate a comprarle algo a Víktor. Dentro de un lustro no podrás hacerlo sin arruinarte, a no ser que seas supermillonario.

miércoles, 25 de junio de 2008


Candente. Audaz. Transgresor. CAT

lunes, 23 de junio de 2008

Fe de erratas

Una.
El pie de la foto de Waleska, Hauke y la criaturita tiene dos errores. El primero que es una niña, no un niño. El segundo, que no es su sobrina. Su sobrina se llama Marlene y vive con sus padres en Celle, pequeña y hermosa ciudad próxima a Hannover, mientras que esa fotografía fue tomada en abril en Berlín.
Dos.
México. Cuando me refiero a ese país suelo escribir Méjico. Los mexicanos lo pronuncian Méhico, por que hace cinco siglos la grafía española X valía para la J. Puesto que en España la grafía de la X derivó a la de la J, los españoles de España escribimos Méjico, que es palabra aceptada por la R.A.E.
Así que no se me ofendan los mexicanos, porque me salga el ramalazo europeo. Pero puesto que a ellos les gusta más la X que la J, a partir de ahora escribiré México, aunque sólo sea porque son más los que dicen México que Méjico.

domingo, 22 de junio de 2008

Surfing mediático










Hoy las bitácoras se inundarán de fútbol. Es natural. No es malo. A mí me gusta el fútbol, pero me interesa poco. Bastante, en días como hoy. Y ya está.
Así que dejo el tema para blogueros más cualificados en el tema, como Angel Guirao.

Me deslizo por las páginas de los diarios dominicales haciendo algo parecido al esquí acuático, para no quedarme atascado en el pantano informativo del PP. Inexplicablemente el congreso ha dado para llenar páginas y páginas de diarios, como si hubiera millones de españoles pendientes de él.
No nos engañamos. Es todo un montaje. La fraternidad sospechosa de los informadores y los políticos. Da la impresión que había en la fiesta tantos periodistas y analistas como compromisarios.
¿Qué es un compromisario? Un señor o una señora que aplauden. El cortejo de la fiesta. Seguro que hasta hay bailes, aunque sean de disfraces. Un chiste fácil. Un congreso de un partido político grande no da para muchas finuras.

¿Qué es un periodista o un analista? Un señor o una señora que forman parte del cortejo, y a veces a plauden, a veces lanzan dardos admonitorios.

Me han llamado la atención las fotos de Aznar. Sale en todos los diarios, en diferentes actitudes, delante o detrás de unos y de otros. Normal. Pero, ¿qué me dicen ustedes de su pelo? Negro como el tizón. Este color y apresto juvenil del pelo de Aznar, ¿será natural? ¡Qué magnífica melena! Propia de un Sansón, de un chavalote. ¿O acaso se lo tiña? Y si se lo tiñe, ¿por qué? ¿Una debilidad psicológica? ¿Coquetería? Vaya por Dios, coqueto Aznar...

Otro detalle de ese grande hombre: aterrizó Valencia en un "jet privado" propiedad de un amigo suyo, un supermillonario guatemalteco. Al parecer esto ha llegado a saberse gracias a la filtración de algún pepero poco aznarista a la prensa. El diario utilizado para este descrédito envió a Manises a un fotógrafo que pilló a Aznar in fraganti. ¿Cuánto le habrá costado, sólo en combustible, al propietario del avión, la condescendencia que ha tenido con el ex presidente de gobierno? En estos momentos el discurso de Aznar no sirve para nada, es irrelevante. Pero sus gestos le definen. ¿De qué va este tío? ¿Dónde está su austeridad, su desapego al poder? ¿Cómo habrá amasado sus millones el amigo guatemalteco de Aznar? ¿Cómo han llegado a hacerse amigos? ¿La amistad del millonario guatemalteco y el expresidente español será desinteresada y altruista, como son las verdaderas amistades, o se dedicarán condescendencias mutuamente?

Otros asuntos del surfing periodístico de fin de semana.


Leo en El País un faldón con foto sobre José Tomás. Se trata de su novia. "Se llama Isabel y trabaja de cajera." Si es verdad, no le envidio ni su empleo ni su papel. "Dicen quienes la conocen que es la estabilidad para el maestro cuando la presión aprieta." A mí me parece que ser la novia o el novio de una celebridad mediática es un estigma. Pobre Isabel. Dejadla en paz, diantres. ¿No era El País un diario serio y respetuoso?


En El Mundo: "Barack y Michelle, un tándem par resucitar Camelot." Camelot era un camelo. Y además nada ejemplar. ¡Qué lastre son los estereotipos en los mass media! De Clinton también decían que iba a protagonizar la segunda parte del Camelot que inició Kennedy. ¡Y tanto! El guapo Jack padecía la pulsión del asaltacamas. Bill era más comodón, se las servían en la Casa Blanca, y se contentaba con algo más rápido. ¡¡Camelot!! ¡¡Camelot!!


Acabo con Dylan en El Mundo. Un periodista inglés nos informa, a doble página, qué lujazo, qué privilegio, de la publicación de Drawn Blank, un libro con dibujos de Dylan. Según este plumilla, el cantante es un consumado artista plástico. El titular es un entrecomillado de Dylan: "El mundo de la música es un hatajo de basura hipócrita. La gente del arte es franca y honesta".

En su día, Dylan me encandiló. Aún me sigue gustando su música. Pero si su inteligencia se ha de resumir en esa afirmación... No tengo yo la impresión de que Bob Dylan sea un imbécil. De lo que se deduce que es un hipócrita, según su propia calificación de los que viven de la música.

En cuanto a la calidad de sus dibujos, copio y pego lo que dijo de él Charlie Finch, un veterano crítico de arte en Artnet Magazine. Estoy un poco vago, y no tengo ganas de traducirlo, así que ahí van sus palabras en inglés.



As reproduced in the book, these paintings are awful, so arbitrary in their gestures and colors that they make you appreciate the calculated randomness of artists like Peter Doig and Elizabeth Peyton, whose style Dylan unintentionally mimics. These pieces show us that Dylan has managed to leaf through art books over the years and thus remember the styles of the greats which he copies and ultimately sullies. Bob’s Back Alley in Chicago is a bald imitation of Van Gogh’s famous bedroom painting at Arles.
A bare-breasted woman rising from hell is a spot-on borrowing of a famous Munch. A rear view of a female with a large blue fundament could be a Fauve or a Gauguin. Dylan tries to hide his lack of design by cutting off profiles and awkwardly shoehorning figures into the clichéd space of barrooms and back alleys. Sketches by sidewalk artists in Central Park do it better.





















viernes, 20 de junio de 2008

F. J. L.

Descubrimiento arqueológico hecho en una excavación de antiguo
barrio visigótico de Valencia, en la que se prueba que
la historia da vueltas como una manivela de organillo.


Esta mañana he sintonizado la Cope después de meses. El showman no ha variado un ápice sus formas. Sé que es una falta de respeto decir el showman en lugar de Jiménez Losantos. Simplemente aplico su método. La gracia de los showman está en la calidad de su ironía, en sus metáforas, en el color de su retórica. La de Jiménez Losantos es de las más depuradas. Ya lo he comentado en otras ocasiones. Es un maestro.
¿Por qué irrita tanto y a tantas personas? Antes de seguir hay que observar que también agrada mucho a cientos de miles de personas.
Se acusa a Jiménez Losantos de monotemático o de obseso. Yo no lo veo como un defecto. Es esa carga explosiva en profundidad que lanza día tras otro lo que más daño hace a sus enemigos, rivales y contradicientes. Me parece que Losantos y su troupe son los únicos que mantienen todavía que el 11 M no está explicado, y que hacen burla de la estupidez de ciertas autoridades. Por ejemplo, hoy se reía Jiménez de la grabación de los Geos en el asalto a no sé qué nido de delincuentes. ¿Pero no decían que los Geo no grababan nada, y que por eso no existen registros gráficos del asalto a la casa de los moritos suicidas de Móstoles? A mí me parece meritorio y admirable que haya quien sostenga que los infinitos puntos oscuros del 11 M no se han aclarado. Tienen razón. Otra cosa son las hipótesis más o menos conspirativas. De momento son sólo hipótesis, y son aceptables en la medida que no se ha explicado el negro asunto.
La insistencia de Losantos en el asunto es lo que irrita a ciertos intereses. No sé cuales. No sé lo que se esconde tras ellos. Pero no son nada cristalinos.
Otra de las obsesiones de FJL es Rajoy y el congreso del PP.
¿Qué tiene de perverso criticar la formas y los contenidos de uno u otro partido?
Yo no tengo ni la décima parte de la información que recibe Losantos y que le permite valorar y juzgar aquello que le importa. Por tanto, me siento incapaz de emitir un criterio sobre el lío del PP. Ahora parece resuelto, después de unas semanas en las que parecía que el partido se iba a disolver como un azucarillo. No obstante, según FJL, en la próxima cita electoral comprobaremos que Rajoy ha perdido el apoyo de los votantes, contra la hipótesis dominante que empuja al PP a "centrarse" y olvidar viejos discursos centralistas y casposos. Al margen de que los discursos centralistas no tienen por qué ser casposos, los problemas que tiene el PP no son de distinta naturaleza a los que tiene el PSOE y cualquier otro partido en activo en la democracia realmente existente. ¿Son más democráticos el PSOE, Izquierda Unida o Convergència i Unió que el PP? Es una pregunta con mala intención. La respuesta es: todos los partidos son máquinas implacables sin el menor propósito de funcionar democráticamente, según la idea más difundida de democracia.
¿A qué viene tanto escándalo?
FJL y su nucleo duro sostienen que el hecho de que la prensa "de izquierdas" empiece a darle coba a Rajoy indica que el PP va por el mal camino.
Yo no pienso así. La prensa "de izquierdas" (que no es de izquierdas y cada vez tiene menos de prensa) ha cambiado más que el PP. Y lo ha hecho porque ha caído durante los últimos cuatro años en un sectarismo tan agobiante, que les ha hecho perder audiencia, y ha precipidado a la audiencia que no es de izquierdas hacia shows como los de FJL. Se ha dado cuenta de que no se puede machacar impunemente a un partido votado por la mitad de la población. Y ha variado su enfoque. ¿Que también lo ha hecho Rajoy? Claro. ¿Y por qué no había de hacerlo si ha perdido unas elecciones?
Frente a la prensa "de izquierdas" han surgido unos media "de derechas" (las comillas son para subrayar lo excesivo e inválido del adjetivo), sobre todo en la televisión digital que merece la pena observar. Lo dejo para otra ocasión. Pero no conviene meospreciar a esos media.

jueves, 19 de junio de 2008

Alabada sea la vida que llega

Waleska y Hauke, con su sobrinito, hace un par de meses.


Waleska está a punto de dar a luz. Y yo de ser abuelo. Dentro de nada habrá alguien más en el mundo que lleve mi sangre y todo será distinto. Al menos para él, que de momento vive acurrucado en un embudo húmedo y oscuro. Pero también para todos los demás.
Hay cosas que tienen que pasar para que las creas, por previsibles que hayan sido, por natural que parezca su desarrollo. Para alguien que apenas se ha movido de su pueblo o de su barrio desde que nació, hacer un gran viaje puede ser un hermoso proyecto, un sueño acariciado. Ahorra dinero y vacaciones hasta que llega el momento de partir. Toma el avión y desembarca en Sydney, Australia. En el preciso momento de pisar tierra adquiere conciencia de lo que ha sucedido, de la transformación que ha sufrido su vida. Ahora está en las antípodas, algo que nunca pasó de ser una palabra en un libro de geografía. Sydney puede ser cualquier otro escenario, Nueva York, Buenos Aires, Tokio o Calcuta. Incluso puede ser Madrid o Barcelona para alguien acostumbrado a no salir de su aldea. Esto parece algo extraordinario, y puede que lo sea. Pero estoy seguro que hay montones de personas que no se han preparado para hacer ningún viaje fuera de los límites de su comodidad y de su seguridad.
Yo, hasta que no me vi con mi hija Waleska en los brazos no tuve verdadera conciencia de lo que significaba ser padre. Me costó acostumbrarme. No estaba preparado para tener una criatura a la que alimentar, limpiar, vestir, cuidar, educar.
Con mi nieto me está ocurriendo algo casi igual. Pero no igual.
Sé que viene, y le espero. No tiene cara ni nombre. Pero de súbito asomarán las dos cosas. Todo habrá cambiado. Seré abuelo y mi hija será madre.
Creo poder deducir que para ella no será tan desconcertante como fue ella para mí.
Y no porque esté casada con Hauke, un cabal alemán, y el Estado de aquel país lo prevea todo de esas circunstancias, se prepare Él, y prepare a los futuros padres con paciencia y determinación teutónica, aunque algo tendrá que ver.
A mí me parece que Waleska, además de concebir a su hijo le ha preconcebido. Algo que a su madre y a mí no nos sucedió. Sabe que lo que se le viene encima cambiará su vida. Puede imaginarlo. Pero esto no es lo importante. Lo importante es la preparación que ella tiene, que ha cultivado durante más de nueve meses. También el que viaja a Sydney o a Calcuta ha visto fotografías de estas ciudades; pero hasta que no se mete en ellas desconce sus olores, la dimensión de sus avenidas, el ruido de las calles, el acento de los idiomas que allí se hablan.
Mi hija sólo tiene ecografías de su bebé. Su rostro será una sorpresa para ella, así como para su padre (el del bebé). Pero están ahí esperándole igual que se espera un tren sin hora de llegada, pero que sabemos que ha de pasar y al que nos subiremos indefectiblemente. En los horarios de trenes está todo sobre esse tren, todos los detalles, todos sus equipamientos, las estaciones de tránsito, menos la hora de llegada, aunque se sabe que será hoy o mañana, quizá de madrugada.
La vida de Waleska y de Hauke está a punto de cambiar. La mía también, y la de otras personas involucradas en esta maravilla que es la procreación. Antes constituían una o dos familias. Ahora son más, por los fraccionamientos que se han convertido en moneda corriente en este momento de la historia del ser humano. Mejor. Unas cuantas familias cambiarán su vida. Un niño vendrá a hacerlo. Suena un poco evangélico. Pero el nacimento de un ser humano es un verdadero milagro, algo de naturaleza y potencia religiosa.
Bien venido sea. Alabado sea.

domingo, 15 de junio de 2008

Dublin's calling

El día que la Luna deje caer lagrimones sobre la Tierra, empezaremos a pensar que pueda existir una Unión Política Europea. La ilustración es del artista de Chicago Tony Fitzpatrick, y forma parte del tercer volumen de su trilogía "The Wonders".

No he leído el Tratado de Lisboa, cimiento de la nueva Unión Europea, antier tumbado por una mayoría de ciudadanos irlandeses. No hacía ninguna falta. Seguro que sólo una minoría insignificante de aquellos votantes lo habrá leído. Sí leí el de Maastricht, y confieso que me enteré de muy poco. Si el documento que se supone que ha de regir mi vida como ciudadano europeo (sea eso lo que sea) es difícil de comprender, mala cosa. Lo lógico y razonable es rechazarlo, por si acaso.
El no de Irlanda es un acontecimiento importantísimo en el juego político de la unidad europea. Me he entretenido en leer diversas crónicas y comentarios publicados por diferentes diarios españoles este fin de semana. La impresión que he sacado es que “no pasa na”. No hay ni un solo político europeo que manifieste una preocupación por la bofetada irlandesa, con la excepción del llamado euroescéptico Vaclav Klaus, a quien le parece natural la negativa. No me parece que Klaus sea un ejemplo de político recto y transparente, así que su sofocado júbilo ante el resultado del referéndum irlandés no sirve de ejemplo de mi propio júbilo manifiesto.
En un comentario al largo artículo de mi compañero y amigo José Catalán Deus en El Periodista Digital, se revela la razón fundamental de aquellos que nos negamos a aceptar la fundamentación política de la Unión Europea: el gremialismo de la burocracia de Bruselas, su alejamiento de la realidad, su autoprotección en un laberinto de leyes e instituciones, que no oculta otra cosa que el firme propósito de los políticos que nos gobiernan aquí, allá y acullá de reservarse lo mejor de la pieza y dejarnos a los ciudadanos las migajas, con la complicidad de una corte de sicofantes extraordinariamente bien pagados.
La Unión Europea no debe tener una constitución política por la misma razón que la Bolsa no la tiene. Una institución básica y exclusivamente económica no puede transformarse por arte de birlibirloque en una institución política. Cualquier intento que se haga en esa dirección es una salida en falso, una hipocresía, un mecanismo de diversión y engaño.
Si los europeos tuviéramos la posibilidad de debatir y participar (al modo que se hace en la democracia realmente existente, por delegación y todo eso) en la elaboración de una nueva fórmula política para un nuevo marco político, superior al de los estados actuales, sí podríamos hablar de una constitución europea, aunque fuera en el capítulo de las intenciones. Pero lo que se nos ofrece una vez tras otra es un texto incomprensible, que por tanto nadie acaba de leer, y que delimita el juego económico, que ya está delimitado, superlimitado, extralimitado e hiperregulado por todo tipo de normas, leyes y estatutos redactados por los sicofantes extraordinariamente bien pagados.
Es natural que los ciudadanos reaccionen con la negativa. Si en España hubo mayoría (poco representativa) de síes fue porque la población no se tomó en serio el referéndum, es decir, se lo tomó como un formulismo. Cuando el Franquismo se sometía a juicio ante los ciudadanos siempre ganaba, y no porque fueran con un palo detrás de cada votante amenazando con sacudirle en la cresta si se le ocurría salir con un no. Muchos españoles están acostumbrados generacionalmente a decir que sí cuando se les preguntan cosas intrascendentes, cosas incomprensibles o cosas ineluctables.
A mí me parece que la Unión Europea tiene ventajas económicas para la mayoría de los ciudadanos afectados. Pero eso no significa ni que sea la mejor solución económica (que no lo es) ni que haya que darle atribuciones políticas. Esto último sobre todo por una razón que da un poco de risa admitir, porque la “política de Bruselas” nos lleva gobernando, sin nuestro consentimiento, desde que se creó a CEE, que, no se olvide, llevaba el adjetivo (que en realidad era lo sustantivo) Económica en el título.
Así que, que nadie se llame a engaño y que no nos engañen más. Mientras el capitalismo sea el sistema económico dominante, la U.E. seguirá existiendo, porque, a pesar de todos sus defectos y toda su burocracia y todo su galimatías legal, es la institución reguladora. Pero que no nos den gato por liebre. Si queremos hacer una Unión Europea Política, vamos a discutir antes qué demonios es eso y cual es nuestro papel como votantes cuatrianuales en el tinglado. Además, será una forma de tapar la boca a los fraccionalistas de aquí, de allá y de acullá, que reclaman una “independencia” que jamás tendrán, como no la tenemos los que nos consideramos simplemente españoles, o franceses, o irlandeses, o lo que sea, porque somos meros peones de nuestras clases políticas, las verdaderamente beneficiadas de todo este rollo macabeo, con la colaboración interesadísima de los funcionarios sicofantes.

viernes, 13 de junio de 2008

El grito en la pared


Fue el comunista y pintor José Renau quien dijo que un cartel publicitario era un grito pegado a la pared.
Hizo el descubrimiento en su primera juventud en el barrio del Carmen, al salir de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, donde se aburría como un muerto con las clases y las sesiones de ayuda a su padre en el trabajo de restauración de cuadros clásicos. Se había percatado de que a los museos (en los años 20 el actual de San Pío V, la segunda pinacoteca de España, era un anexo a la Escuela, o al contrario) no entraba casi nadie, y a las exposiciones oficiales, sólo los interesados, es decir los expuestos y sus familiares. Estaba a punto de concluir que el arte burgués estaba muerto, y de descubrir que la creación plástica al servicio de la revolución era la salvación del arte.
Pero antes de llegar a este puerto tuvo que recorrer varios océanos de incertidumbre, aunque también desembarcó en lujuriosas islas, donde pudo descansar y organizar su pensamiento.
Una de ellas la encontró en una pared del barrio del Carmen de Valencia. Se trataba de un anuncio de pinturas de colores chillones. Era “el grito en la pared”. Renau tuvo la fortuna de que su padre castigara su rebeldía estudiantil enviándolo a la imprenta Ortega, donde se hizo un consumado dibujante y colorista litógrafo. Esto le permitió ganarse muy bien la vida pegando gritos. Gritos en la pared. Fue uno de los mejores publicistas gráficos de su tiempo. Durante la República y luego en la Guerra Civil realizó excelentes carteles políticos. En el exilio mejicano empezó su serie de fotomontajes American Way of Life, siguiendo las enseñanzas de los dadaístas alemanes y los constructivistas bolcheviques, en especial de Heartfield y Rodchenko. También en Méjico inició su camino como muralista, dejando enormes, ruidosos gritos en las paredes de escaleras interiores y exteriores, en los anchos muros de edificios mejicanos y alemanes.
Pero todo empezó con el descubrimiento del grito en la pared del barrio del Carmen.
Ese barrio, ocupado y okupado por artistas de diverso género, en especial del alternativo, es un museo efímero, hasta que viene la brigadilla municipal con la brocha y sofoca los gritos.
Me gusta recorrer el barrio del Carmen con la oreja y los ojos bien dispuestos a reconocer una llamada. Las hay extraordinarias, como la que se muestra al principio de estas líneas. Las hay chuscas, demenciales, ridículas, y las hay conflictivas, es decir, que son el resultado de un conflicto de puntos de vista, sobrepuestas, contradictorias. Los museos al aire libre, espontáneos, fecundos, populares, son los que más me gustan. ¡Vivan los gritos en la pared!

jueves, 12 de junio de 2008

Red de Blogs y Libros

Acabo de instalarme cómodamente en un espacio virtual llamado "Red de Blogs y Libros", abierto por Txetxu Barandiarán.
He publicado una reflexión periodística que a los interesados en el tema podrá servir como motivo de reflexión.
Os animo a visitarla.

miércoles, 11 de junio de 2008


EL REZUMAR DEL DEPÓSITO

Los sueños son un territorio inexplorado por la ciencia. No se atreven con ella los científicos, porque no se someten al sistema de análisis, comprobación y conclusiones. Sólo los padres de la psicología, que eran unos temerarios, se sacaron teorías de la manga, que hoy la ciencia pone en entredicho.
¿Significan algo los sueños? ¿Nos advierten, nos previenen, nos iluminan, nos condenan? ¿Por qué demonios soñamos?
Esta noche he soñado con Bombardier. Le veía en lo alto de una peña granítica, acaso un pico tibetano. No es que se pareciera a Charlton Heston en “Los Diez Mandamientos”, descendiendo del Sinaí con las Tablas de la Ley debajo del brazo. Pero lo recuerdo así. Eso quiere decir que me pareció un trasunto de Moisés. No paraba de hablar, era como un loro en un púlpito. Yo quería interrumpirle con preguntas, necesitaba que me hiciera precisiones, pero Bombardier hablaba y hablaba en un tono de gramófono decimonónico, de primer actor de una comedia épica interpretada por Sarah Bernhard.

Esto decía.

El mundo cambia y no nos aprovecha. Nos perdemos el mundo o el mundo nos pierde a nosotros. De nuestro carácter depende que nos hagamos responsables de haber dejado escapar al mundo o que le reprochemos su velocidad vertiginosa.
Nos obsesiona la velocidad, nos preocupa llegar a todas partes rápidamente, acabar las cosas enseguida. No permitimos que nada forme poso en nuestra conciencia. Nos parece que los demás corren más que nosotros y esto nos desasosiega.
Pasan muchas cosas importantes, cantidad de cosas grandes. Y a nosotros se nos escapan. La constancia de este hecho evidente nos tortura. Y nos afecta aún más cuando admitimos que todo lo formidable que sucede nos incumbe, sin poder intervenir. No sabemos cuándo intervenir, cómo intervenir. Siempre hay alguien que se nos adelanta.
En ocasiones nos sentimos inspirados, nos sentimos pletóricos. Querríamos aprovecharlo todo, conocer aquellas cosas que se asoman más allá del horizonte como promesas de virtud. Pero no somos capaces. Al poco de emprender el trabajo, nuestra atención se dispersa. Cuanto más queremos abarcar, menos entendemos, menos disfrutamos.
Tenemos conciencia de vivir una época pragmática, utilitaria, limpia, sin hipocresías. Sin embargo, la mayoría de nuestras satisfacciones son artificiales, fruto de una convención social por la cual reconocemos la satisfacción ajena pero no la propia.
Nos apartamos de nosotros mismos, tomamos distancia, y descubrimos que la insatisfacción es general. Buscamos las causas, nos afanamos en cavar hondo dentro de nosotros para erradicar la angustia, y hallamos todo tipo de razones, con frecuencia contradictorias. Todos los filósofos tienen razón. Todos los terapeutas nos dicen algo útil. Todos los libros de autoayuda dan en el clavo en alguna de sus páginas.
Los sociólogos escriben estudios basados en informes y en encuestas, representan las miserias humanas en gráficos estadísticos. Los políticos levantan muros y luego los derrumban. Los militares invaden otros estados y se marchan de ellos. Igual que las teorías filosóficas, las naciones son arrasadas y vueltas a edificar.
Pero la insatisfacción no cesa, la angustia persiste en el hombre, tanto si lo reconoce como si huye del pesar en cualquier dirección narcotizante. Tratamos de convencernos de que nuestra época es distinta, de que hemos adelantado, reducido nuestra profunda inquietud. Pero no podemos engañarnos mucho tiempo.
Por fin nos resignamos a seguir viviendo. Nos convencemos de que debemos aguantar, esperar.
Nos asomamos a un balcón, miramos el paso de la multitud, nos fijamos en personas que jamás volveremos a encontrar, alguien recostado en la ventanilla de un autobús, sentado en la terraza de una cafetería, parado delante de un semáforo. Y en una fracción de segundo captamos un pulso formidable. El pulso de la vida que se descarga como los hilitos que fluyen por la pared húmeda de un gigantesco depósito de agua.
Yo pienso entonces en ese inmenso caudal, sostenido por unas finas y potentes columnas cincuenta metros por encima de mi cabeza, y veo en él un símbolo de lo que busco, del misterio inexplicable que me desasosiega. El origen de todo, contenido allí arriba en millones de litros. Y me gustaría tener la capacidad de seguir el camino de esa masa de agua por las cañerías ocultas hasta cada grifo de cocina o de baño, hasta la intimidad de las personas.
Tengo la explicación sobre mi cabeza, gigantesca, poderosa. Pero no me sirve. No la entiendo. Y sigo observando los hilitos de agua que rezuma el depósito. Me gusta hacerlo.

martes, 10 de junio de 2008

Viva el espectáculo

Dazibao multiétnico en un muro suburbano


Me encuentro con un colega de cierta televisión estatal en un acto informativo (véase la definición de acto informativo al final de esta entrada).

Le quedan pocas semanas de vida profesional en la tele citada, porque le prejubilan a la fuerza. A la fuerza, también ahorcan. El se siente un poquito así, entre otras cosas porque no va a poder jubilarse del todo, pues le queda el 70 por ciento de su sueldo, y tiene numerosas obligaciones económicas, hipoteca, pensión, alimentación, vestido, ocio y tiempo libre. Se buscará la vida. Los periodistas de la vieja escuela sabemos hacerlo casi mejor que los becarios de hoy en día.

Coincidimos en una aserción que se difunde como una marea negra en nuestro medio audiovisual.

En televisión, la información ha muerto. Viva el espectáculo.

De hecho, los becarios que desembarcan de su patera universitaria en las costas del periodismo audiovisual lo tienen clarísimo. Si conoces las técnicas del showman, a chupar cámara mientras te dejen; muévete con energía, con gracia, agita los brazos sin llegar a ser una marioneta, modula tu discurso con las debidas esdrújulas, y a esperar que un jefe o jefa te descubra y te impulse.

Siempre ha sido igual, en mi juventud, también, aunque entonces había un umbral que no todo el mundo estaba dispuesto a traspasar, el que imponía el Movimiento. Hoy, la ideología política es un tigre de papel, libre interpretación del calificativo maoísta, y los chavales de las pateras periodísticas sólo discriminan a los fachas de los progres, porque es lo que les dictan en las aulas; entre medias, hay un abismo negro; se acabaron las medias tintas.

¿Para qué estudian información los estudiantes de Ciencias de la Información?

O el título es un eufemismo o un fraude. Un poquito de ambas cosas, una mezcla, al fin y al cabo vivimos en la multicultura, en el revoltijo étnico.

Un ejemplo, acabo de escuchar en una cadena nacional a un periodista informando desde Barcelona sobre la desarticulación de una "célula islamista" (lo pongo entre paréntesis porque si al cabo de un par de meses volvemos al tema, a lo mejor nos encontramos con que la célula islamista era un grupo de moritos charlatanes), y va el tío y dice (informa) que algunos de los detenidos eran de origen algeriano. El tipo es periodista (puede que acaso sea becario), y como habrá estudiado en catalán, algo muy noble, pero está poco instruido en la otra lengua oficial, la que hablan cuatrocientos millones de personas, en lugar de argelino dice algeriano. ¿Esto es efecto del revoltijo étnico, del multiculturalismo o de la incultura? El caso no es excepcional. La radio es un vertedero de barbaridades lingüisticas, semánticas, morfológicas, sintácticas, en suma, gramaticales.

Otro ejemplo. ¿Qué narices está pasando con la huelga de camioneros?

Se nos informa sobre las carretras cortadas, se asoman a los micrófonos ciudadanos desabastecidos, camioneros agresores o agredidos, portavoces gubernamentales y no gubernamentales hablando de diálogo. Pero yo todavía no me he enterado de las reivindicaciones específicas de los camioneros. Sólo sé que les cuesta tan caro el gasóleo que están abocados a la ruina empresarial. Pero, ¿qué proponen para evitarlo? ¿Qué propuestas les hace el gobierno?

A mí también me sale por un ojo de la cara el gasoil, y cada vez que voy al supermercado descubro que ha subido algo. Yo también quiero que se detenga la inflación, que se descubran energías alternativas, todo eso. Pero yo soy un ciudadno anónimo y desarticulado. Los camioneros en huelga, no. Estoy seguro de que tienen un plan, Una de tres, o no lo han explicado bien a los periodistas, o los periodistas no saben cómo explicarlo o no les da la gana hacerlo. ¡Y mira que una huelga de camioneros es espectacular!

Definición de acto informativo. Dícese de aquel en el que se reúnen un grupo de periodistas convocados a un espacio cerrado o abierto por una institución pública o privada, con objeto de recoger información elaborada previamente por la institución convocante. La diferencia entre un acto informativo y una información es que en el primero la información viene empaquetada, y por lo tanto no es fiable o no es valiosa. La mayoría de los actos informativos convocados en espacios abiertos son anecdóticos o folclóricos y a la mayor gloria de una autoridad pública o privada. Los actos informativos en espacios cerrados suelen ser declaraciones de autoridades que, a las preguntas indiscretas de los informadores, responden con vergonzosas evasivas, aunque a ellos no se les enciende la cara y se quedan tan panchos, cuando no se mosquean con el interrogador y le echan miradas de fuego.

domingo, 8 de junio de 2008

Correo de Lhasa

Salud, gasóleo y pesetas

Dejo para otra correspondencia los detalles que prometía en la última sobre el cartero yugoeslavo que me trae noticias de allende el Tíbet. Necesito interrogarte ahora sobre uno de los detalles más inquietantes.
Los medios de comunicación españoles (aportados por este cartero yugoeslavo) me están transmitiendo una imagen de España que presagia caos y hasta catástrofes.
¿Qué está pasando por ahí, amigo F.? Cuando me retiré al Tíbet, dejé una nación de naciones al borde de la paz perpetua, con un presidente de gobierno confirmado por millones de españoles (incluidos los fraccionalistas) y un Partido Popular en vías de descomposición. Esto suponía una paradoja enigmática, insoportable para mis limitadas mientes. Resulta que los que aseguraban que no había peligro de que el país se despellejara, así que se le podía despellejar sin miedo, habían sido premiados por el pueblo. Y los que se habían empeñado en mantener la piel intacta, de pronto empezaban a tirarse de las greñas.
De súbito, parece haberse desplomado el sólido edificio de la economía que construyó el gobierno Zapatero en su discurso electoral.
Y no sólo eso, no sólo los perversos muñidores de la maldita globalización se han puesto de acuerdo con perfidia y reserva para subir los precios de las materias primas con el único e inconfesable propósito de jorobar la paz universal instaurada por los habitantes de la Moncloa, sino que a Zapatero le ha salido una huelga de transportistas, de pescadores y de otros elementos de la extrema derecha económica.
El caso es que no se trata de aquella clase de junkers, aristócratas ricos e industriales belicistas que colaboraron a la elevación y sostenimiento de Hítler y su partido Nacionalsocialista. Se trata de miserables trabajadores autónomos, de cooperativistas, de pequeños empresarios agobiados por los costes de producción. Pequeño burgueses, enemigos del progreso, egoístas, mezquinos.
¡Pero que está pasando por ahí!
Me dice mi cartero yugoeslavo: “El gobierno de Allende empezó a tambalearse a causa de una huelga de camioneros. Y al final apareció Tiburón Pinochet.”
Es una errada comparación, arguyo. Ni las circunstancias políticas nacionales, ni las internacionales, ni los intereses en juego dentro y fuera de España se parecen.
“Pero, ¿qué puede pasar?”, me interroga el cartero yugoeslavo.
Le tranquilizo. Me figuro que nada grave, aunque puede que alarmante. El talante zapateril será puesto a prueba. Igual resulta que el vallisoletano-leonés es un genio, además de un taimado de la política. Aunque también es posible que intente una de sus jugadas de distracción y enturbiamiento, y le salga el tiro por la culata, porque no es lo mismo pasarle la mano por el lomo a un político en ejercicio (llámese Mas, Carod, Maragall, Ibarreche, etc) que a un bronco camionero, a un fornido pescador acostumbrado a tempestades de verdad. A eso no se les gana con buenas palabras.
Lo más probable, estimo yo desde la distancia tibetana, es que hacia el miércoles o el jueves, agobiados los mercados, los supermercados y las gasolineras, y acogotado el personal ante un panorama de falta de vituallas, los burócratas del gobierno ofrezcan una solución de emergencia a su jefe (primero tienen que explicársela, luego que disfrazarla de retórica, y finalmente, hacer que se la aprenda para que no suelte alguna patochada de esas de España no tiene suficiente agua para enfriar las centrales nucleares), éste la negocie con los cabreados, y se escape del desasosiego. También es muy posible que, a la vez, los forjadores de mitos y opiniones a sueldo del gobierno deslicen a los medios de comunicación algún escándalo llamativo, que de momento duerme en el cajón de los recursos in extremis, con el objeto de distraer al personal.
Enseguida lo veréis. Y enseguida me enteraré, gracias a mi eficiente cartero yugoeslavo.
Salud, gasóleo barato y pesetas desde el Tíbet. (Sí, lo demás son puñetas)
Bombardier

viernes, 6 de junio de 2008

Correo de Lhasa



¿De dónde emerge esta higuera? ¿De qué materia se alimentan sus raíces? ¿Cómo llegó a crecer en esta pared de un barrio periférico de Lhasa?
Es la vida, que se agarra a un clavo ardiendo, al cemento, a la arena, que se adapta a cualquier dimensión, que asimila lo orgánico y lo inorgánico. Las religiones orientales tienen una naturaleza pesimista, porque identifican la vida con sufrimiento, y su doctrina consiste en la purificación del deseo en vidas sucesivas hasta su total eliminación, para que el alma se libere.
Sin embargo, yo como todos los que han venido a Oriente, me he encontrado con una de las sociedades más vitalistas que he conocido. Para nosotros, la miseria es un camino seguro hacia la depresión. Estas personas si no son felices, lo aparentan muy bien.
Eso, a pesar del tipo de lecciones que reciben de sus sacerdotes, monjes o gurus. He aquí una, que procede del jainismo.

El hombre del pozo

Atravesaba un viajero una densa jungla, cuando se topó con un elefante que arremetió contra él con la trompa bien tiesa hacia arriba. Al darse media vuelta para huir, se vio frente a una diablesa horrible que enarbolaba una espada. A un lado del camino había un grueso árbol, y el viajero dio un salto hacia él con la esperanza de encontrar refugio en sus ramas, pero el tronco era tan liso que no encontró ningún punto de apoyo para trepar. Su único refugio era un viejo pozo cubierto de hierbajos al pie del árbol, así que saltó hacia su interior. Al caer se agarró a una mata de juncos que crecían de la pared, y se quedó colgando a medio camino entre la boca y el fondo del pozo. Al mirar hacia abajo, pudo ver que no estaba lleno de agua, sino de serpientes que emitían escalofriantes silbidos al verle colgado sobre sus repelentes cabezas. En medio de todas había una poderosa pitón, con las mandíbulas bien abiertas, dispuesta a merendárselo en cuanto cayera como una fruta madura. Volvió a levantar la cabeza el viajero, descubrió dos ratones, uno blanco y uno negro, que roían ávidamente las raíces de los juncos. Mientras tanto, el elefante salvaje, enloquecido por haber perdido su presa, empezó a dar golpes con el cuerpo en el árbol, de modo que se desprendió una colmena que colgaba de una de sus ramas, colmena que se precipitó sobre el hombre en el pozo. Una nube de abejas enfurecidas se cebó con él a picotazos. Pero una gota de miel cayó en una ceja de la víctima, rodó por su mejilla y alcanzó sus labios. Inmediatamente, el hombre se olvidó de todos sus peligros y su única preocupación fue obtener otra gota de miel.
La versión filosófica de esta metáfora es esta, según el jainismo.
El viajero es el alma humana en una de sus encarnaciones. El elefante representa la muerte. La diablesa, la vejez. El árbol es esa salvación que nunca alcanzamos. El pozo es la vida, las serpientes, las pasiones, la pitón , el infierno. La mata de juncos es el tiempo de vida del ser humano. Los ratones, las dos medias partes claras y oscuras del mes. Las abejas son enfermedades y complicaciones, y la miel, desde luego, representa los placeres triviales de la existencia. Sean pocas o muchas las gotas de miel que el hombre disfrute, en cuanto los ratones terminen su trabajo, caerá en las fauces de la pitón, que condenará al viajero a regresar a la selva, sólo para encontrarse con nuevos y parecidos horrores.
La “democratización” de la vida en los países ricos, es decir, nuestra deriva vital en un mundo cómodo y con incontables oportunidades de consumo y de abundancia no nos ha privado de sufrimientos, como preveían todos los profetas y mesías de todas las religiones, y muchos los filósofos de casi todos los tiempos.
Esto, en lugar de hacernos más precavidos y más sabios, nos ha hecho completamente vulnerables. ¿Cómo? ¿Por qué? Eso es algo que cada individuo tiene la posibilidad de preguntarse, si desea consolarse.
En Oriente, los seres humanos pueblan las llanuras y las cordilleras, las ciudades son colmenas o avisperos, los territorios están sembrados de minas y de arroz, las pitones voraces y los elefantes locos saltan tras cualquier esquina, y las diablesas armadas de afiladas espadas cierran el paso de los hombres, las mujeres y los niños.
Pero esos hombres, esas mujeres y esos niños en lugar de buscar remedio en las pastillas, consuelo en el psicoanálisis, o apuntarse a una clase de yoga, sobreviven milagrosamente, alimentándose de gotitas de miel, y contentos de poder hacerlo.
En el próximo envío, amigo F., te contaré la historia de un cartero yugoslavo de Lahsa, colega mío.
¡Ah! Los disturbios que tanto preocuparon al Comité Olímpico hace unas semanas, se han diluido como un azucarillo. Eso sí, los lamas están que trinan. Parecen pajarracos con cresta de colores.
Saludos.

Post Scriptum del autor del blog. Bombardier me tiene perplejo. Primero porque la higuera de la foto se parece enormemente a otra (¿o será la misma?) que cuelga como un prodigio en las rendijas de dos casas de la plaza de Castelar de Burjassot. Y segundo, porque la historia del “Hombre del pozo” recuerdo haberla leído hace poco firmada por un tal A.L. Basham.

miércoles, 4 de junio de 2008

Otoño de 1944


¿Qué ocurriría si, de repente, - ¡eh! ¡me refiero a usted, curioso blogueador! - si ese niño que usted fue, y del cual guardan constancia las fotografías de su álbum familiar...?
¿Qué pensaría, cómo reaccionaría si, de pronto, ese niño se desprendiera de una de ellas, se hiciera de tamaño natural y, con esa mirada de inocencia, con esa sonrisa libre de recelos que tenía usted a los diez años, le contara una historia espeluznante?
¿Yo? Yo no sé qué habría hecho. Lo, primero, claro, pensar que estaba soñando, pellizcarme y todo eso.
Pero yo no puedo responder.
Es que a mí no me ha pasado. Le ha sucedido al Cefe, quizá porque lleva una temporada con los nervios de punta. Una neurastenia creo que se llama el fenómeno.
Según la historia insensata del Cefe, que hoy tiene veintitrés años y trabaja de practicante en la Casa de Socorro de la carretera de Aragón, esquina con Buen Gobernador, según él asegura, el Cefe niño, de diez años, el que saltó de una fotografía vieja, con su orla blanca recortada en onditas, le ha dicho, así, sin más, que Primitivo Ungría de la Ossa guarda un tesoro.
No le ha dicho más. Pero inmediatamente, cuando el niño Cefe se ha desvanecido en el aire, el Cefe mayor ha empezado a fantasear conscientemente y ha pensado que si ese tesoro secreto existiera, podría ser su fortuna, esa que tanto ambiciona para salir de un tirón de la sosa existencia de practicante que le da de comer, pero no le procura ni estímulos ni riqueza.
No es la primera vez que el Cefe pequeño se encara con el Cefe mayor. Aunque en esta ocasión se le ha presentado de golpe, como entrando en la Casa de Socorro por una puerta que no existe. Quiero decir que no se desprendió de una foto, como la primera vez, parece ser que a finales de abril o a principios de mayo. Entonces le dijo que el 6 de junio de este año de 1944, los aliados desembarcarían en las playas de Normandía y entrarían en París antes de que acabara agosto. A mí no me lo contó hasta después de producidos los hechos. No pudo hacerlo antes.
Yo estaba en Francia en misión comercial. La amenaza de la invasión de ingleses y americanos pendía como una espada de Damocles sobre los nazis. En la costa de Calais habían concentrado la fuerza mayor de la Wermacht, veinte divisiones, porque se encuentra a la distancia más corta de las Islas Británicas.
Aquí, en España, se habían escuchado rumores absurdos en los círculos de enterados (que sin extenderse a muchas personas, comprenden a un montón) de una operación nazi contra nuestra patria, enviando varios cuerpos de ejército hasta el Ebro. Allí se atrincherarían, como en la famosa batalla en la que yo tomé parte, construirían blocaos y sembrarían las orillas de minas, a la espera de la llegada de las tropas aliadas que, supuestamente, Franco no tendría mas remedio que dejar desembarcar en Cádiz, en Gibraltar, en Málaga o en Valencia. Fuera esta una idea ridícula o no, el caso es que el Estado Mayor español envió a los Pirineos algunos regimientos. ¿Por si acaso?
Yo volví a Madrid a finales de mayo y no ví al Cefe hasta después del sangriento desembarco de Normandía. Por eso, cuando me contó el milagro de la fotografía vieja no le hice mucho caso. Me extrañó mucho, eso sí, la seriedad con la que me describió la historia del Cefe niño desprendiéndose de la fotografía. No es así el humor del Cefe. El suyo es un humor de chiste verde o de gallegos y catalanes o de Franco, un humor ruidoso, previsible.
Al hablarme del asunto, el Cefe no puso el énfasis en cómo se produjo la revelación, sino en la predicción misma. Lo hacía, lo comprendí después, para prestarle verosimilitud, apoyándose en el acierto del pronóstico para hacer más creíble la imposibilidad material de que una vieja fotografía cobre vida. Es decir, hablaba en serio, creía que el niño Cefe se le había presentado.
Insisto que apenas le hice caso y que ni siquiera le reí lo que yo interpreté como una gracia. Ni Europa, ni España, ni mis negocios ni yo andamos para bromas. Europa, en llamas. España, en peligro de incendio. Yo y mis negocios... eso sí que es una gracia. Al no prestarle atención, no advertí su nerviosismo, su inquietud. ¿Quién no está nervioso en estos días? ¿Quién está hoy libre de inquietudes y de angustias? Parientes en la cárcel, poco que llevarse a la boca, trabajo perro, pocas diversiones, estraperlo, sinvergonzonería a raudales, pertinaz sequía, inviernos árticos y la amenaza de entrar en otra guerra mañana sin haber tenido tiempo de recuperarnos de la de antes de ayer.
La segunda revelación la tuvo en agosto. Y de esa, el Cefe sí me dio cuenta a tiempo. Va un día y me dice,
- Va a venir el Primi. Con los bandoleros comunistas que entrarán en el Valle de Arán en octubre. No pasarán de ahí. Pero el Primi llegará a Madrid. Me lo ha dicho el “Niño”.
- No me fastidies, Cefe. Que bastantes dolores de cabeza me da este jodido negocio de la ferretería como para que me vengas tú con monsergas y milagros. Coño, que no eres un pastorcito de Fátima.
Al principio creí que me estaba hablando del Niño Jesús, que se había contagiado de esa fiebre mística que inunda un país que hace siete años quemaba iglesias, fusilaba curas y violaba monjas.
- Tengo otras preocupaciones más urgentes. ¿Sabes lo que voy a tener que hacer? Gastarme un montón de duros en clavos de estraperlo, pagarlos como si fueran oro. No tengo más narices que arriesgarme a que me pillen los de Racionamiento, porque si no, me quedo sin clientes.
Desde luego, yo estaba exagerando, llorando, como suele decirse. La verdad es que una ferretería es uno de los negocios más prósperos de estos tiempos. Cualquier industrial, cualquier artesano necesita clavos, tornillos, pernos, hoja de lata, herramientas. Encontrarlas es un dolor de cabeza añadido al del propio trabajo. Pero yo sé buscarlas, es mi oficio, suministrador. A mi cuñado, por ejemplo, que ha puesto una fábrica de cocinas, le consigo la chapa que necesita como materia prima: compro bidones viejos, los hago laminar, y se los vendo. Está haciendo una fortuna. Yo, también. Gano bastante. Supongo que ganaré más, porque esa guerra de Europa va para largo. Y si se acaba, tampoco nos vendrá mal: habrá que reconstruir todo lo que hoy se derriba a cañonazos o funden al rojo las bombas incendiarias.
La salida del Cefe me dejó preocupado, porque volvió a manifestar una manía que parecía haber superado.
- Vas a dejar la vida en tu trabajo. Igual que yo, igual que la mayoría de ilusos. Sí, porque eres un iluso, Juan Crisóstomo, aunque te creas muy listo en los negocios. Los negocios son cosa de canallas, de estraperlistas, de excombatientes de retaguardia con enchufe de alto voltaje. A nosotros lo único que puede hacernos ricos es la fama. Podías explotar mejor tu historial de héroe en la batalla del Ebro. Salir en los periódicos, hablar por la radio. Como esos pobres diablos que han vuelto de Rusia después de pasarlas canutas. Si yo fuera tú...
Y agachó por un instante la cabeza, quizá pensando qué haría él si fuera yo o yo si fuera él, no lo sé. Luego siguió.
- A mí la vida no me ha tratado bien. Pero yo he sido paciente. Un balonazo a los trece años, y me quedo tuerto. Los tuertos no pueden ser héroes. No pueden ir al frente. Los tuertos no pueden ser grandes futbolistas. Bueno. Pues si no puedo ser héroe, si no puedo ser futbolista, seré famoso. Voy a levantar el equipo de fútbol más grande de la historia. Y voy a hacerlo gracias al “Niño”.
- ¡Pero de qué niño hablas, Cefe! ¿Te has vuelto chaveta?

El Primi se presentó en Madrid mediado octubre. Primitivo Umbría de la Ossa. Primo hermano mío, hijo de una hermana de mi madre, y primo lejano del Cefe, hijo de un primo segundo de su madre. Yo soy Juan Crisóstomo Rodrigues de la Ossa (mi padre escribía Rodríguez, no le gustaba que la gente supiera que su abuelo había sido portugués, y él nacido en Olivenza). Yo me quedé atónito al ver al Primi plantado en mitad de la ferretería. En primer lugar, porque era comunista. Y luego, porque me acordé de la predicción del Cefe, me sacudió como un rayo. Yo creo que fue esto último lo que más me conmocionó. Entonces va el Primi y me dice,
- Me voy a morir. He venido a morirme.
Fue lo primero que dijo, casi a voces, menos mal que sólo estaba Pepito, el chico de los recados, los dependientes estaban dentro en el almacén arreglando las estanterías. La de puntas, tuercas, pestillos, alicates, tacos, sierras, martillos, limas, arandelas, brocas que escucharon impasibles aquella declaración escandalosa.
Primitivo me empujó dentro de mi despacho acristalado, cerró, y volvió a hablar.
- No quiero que nadie sepa que he venido. Me queda poco tiempo. ¿Puedes buscarme una casa, Juanito?
- Pero, tú estás loco, Primi. Si te pillan me paso el resto de mi vida en la cárcel. No me valdrá de nada ser ex-combatiente. ¿A qué has venido, a comprometerme?
Yo estaba asustado, pero exageré la nota. No sé por qué, siempre lo hago.
- ¿Pero tú no eras de izquierda?
Ahora sí que me preocupé. ¿A qué venía aquello? No estábamos en un sitio seguro.
- ¿Yo? En mi vida. Radical fui, sólo de ideas, Lerroux me producía náuseas. Luego las circunstancias me llevaron al ejército Nacional. Pero fascista no soy ni lo he sido... Ahora, marxista, tampoco. Yo no me juego el cuello ni por ti ni por nadie.
El Primi no se había quitado el abrigo, sólo se lo había desabrochado. Era algo desconcertante para mí, el Primi con abrigo, porque hasta ese momento sólo le había visto con chaquetón, el de cuero negro de comisario comunista durante la Guerra Civil y el de maquisard, que los norteamericanos lanzan en paracaídas para abastecer a la Resistencia, cuando le vi en Francia esta primavera pasada. Bajo el estupendo gabán se venía un traje de excelente corte y mejor tela. Se echó mano a un bolsillo interior.
- Vale. Toma – Me dio un sobre grueso.- Sólo tienes que llevarlo a un apartado de correos en la Glorieta de Cuatro caminos. Aquí tienes la llave. Es todo lo que te pido que hagas por mí. Si no quieres, no volverás a verme.
Se ajustó el sombrero, se me quedó mirando. Yo sólo me atreví a asentir casi imperceptiblemente con la cabeza. El Primi se dio media vuelta y se largó. De espaldas me dio las gracias.
Durante dos días tuve el sobre guarado en un cajón de mi buró de tapa corrediza. Por fin me atreví a hacer lo que me había pedido, aterrorizado, mirando de refilón a todas partes, temiendo que se echaran sobre mí unos tipos con gabardina y me llevaran a rastras a la comisaría. Pero no ocurrió nada.
Volví en el Metro y al salir en Ventas, me topé con el Cefe, que venía de un servicio. Me dijo que me invitaba a una velada de boxeo aquella noche, que un cliente suyo le había dado dos entradas.
Fue allí, en el Ring Palace, donde me atreví a contarle que el Primi me había hecho una visita.
- ¿Lo ves? – me dijo como si no fuera una novedad extraordinaria – El “Niño” tenía razón. Me ha dicho otra cosa. Me ha dicho que el Primi tiene un tesoro secreto. Y que puede ser mi salvación y mi fortuna. Para el club de fútbol. ¿Me entiendes?
No. Yo no entendí ni jota. Casi me desmayo como si uno de los púgiles, me hubiera largado un gancho desde el ring en el mentón.

martes, 3 de junio de 2008

NOTICIAS DEL TÍBET


Guerrero tibetano, adquirido por Bombardier en un bazar de Lhasa y que ha enviado a un museo valenciano por su extraordinario parecido con el Guerrer de Moixent, para que los expertos en arqueología lo estudien.
Amigo F, por las mañanas, después de hacer una corta sesión de yoga, reconfortado por el frugal desayuno de yogur con muesli y te rojo, asciendo una de las colinas que rodean esta aldea en busca de una compañía que me ofrezca una razón para meditar. Me dejo llevar por mis pasos en cualquier dirección, porque el horizonte es un embudo rocoso con manchas de arbustos de color oliváceo y matorrales cuajados de flores amarillas y anaranjadas. La maraña de zarzas, madroños y enebros, vista desde abajo, está cruzada de estrechos caminos grisáceos, que en realidad son escalones tallados en la piedra. Cada uno de ellos desemboca en un pequeño caserío construido a base de granito y ladrillos cocidos en un tejar próximo al pueblo. Más allá de la cresta de edificios chaparros con ventanas multicolores empieza un bosque de abetos que me separa de tu mundo, que ha sido el mío hasta que llegué aquí decidido a escuchar.
Escucho el susurro de las estrellas, que por la noche titilan con una intensidad desconocida más allá de los páramos, imposible en la ciudad deslumbradora.
Escucho las esquilas del ganado que pasta en las campas invisibles desde la aldea, y que parecen proceder de un mundo paralelo.
Escucho un martinete que evoca a un herrero (oficio que aquí nadie practica), los pasos sobre la grava de los habitantes en su tráfago diario, los golpes de una azada en un huerto, los gritos infantiles en la plaza de la fuente, una copla en el idioma desconocido de los tibetanos cantada por una mujer que imagino joven, el zureo de las palomas, los trinos de los pájaros, cloqueo de gallinas y graznidos de pavos, mugidos y balidos transportados desde lejos por una racha de viento.
Pero también escucho los relatos de los viejos. Los viejos y las viejas. Aquí los jóvenes hablan poco y cuentan menos, porque su corta vida carece de experiencias dignas de mención. Algunos se refieren a la autodeterminación o separación de China . Pero lo hacen sin mucho convencimiento, porque la influencia del gobierno chino en esta aldea donde no alcanza la televisión y donde sólo llegan emisiones de radio de onda corta, estirando un alambre en uno de los caseríos más elevados, la influencia del gobierno central, digo, es imperceptible. Este es un mundo impenetrable.
Los viejos y las viejas hablan de un pasado que suena remotísimo, cuando la guerra se hacía con ballestas, dagas y escopetas, y la dependencia feudal era irresistible. Los matrimonios se concertaban con décadas de antelación , y casi nadie se sentía infeliz por la pareja que el destino le había asignado.
Hoy, los jóvenes prefieren buscar ellos mismos su cónyuge, y con frecuencia se equivocan, pero le echan la culpa al gobierno tiránico de Pekín. Si hubiera abierto mejores caminos, si hubiera construido antenas de transmisiones,… Al escuchar estas razones los abuelos les miran perplejos, les dan la espalda, se retiran a una roca tallada en forma de habitación con mesas de granito que hace las veces de taberna, protegida del viento y también de la lluvia con un toldo de heno, y comentan sus sueños.
Tiene uno que ir muy lejos, muy hacia el Este para encontrarse con el mundo de los sueños. Los nuestros, en Occidente, son sueños banales, fáciles de interpretar, deseos rastreros, con frecuencia paradójicos y, en muchas ocasiones, amorales.
Entre los Tibetanos, los sueños son la materia más importante de su existencia. Hay que interpretarlos. Hay que contrastarlos. Hay que juzgarlos. Hay que fundamentarlos. Y como todos se conocen desde niños, todos intervienen en los sueños de los demás, a veces de un modo literal, cruzándose, injertándose. Aquí la vida soñada no es fantástica, es una lección que debe desentrañarse, y no siempre en asamblea. Después de la conversación, las personas se retiran a sus labores (no existe la jubilación, sólo los incapacitados o los enfermos no hacen nada), y dejan que madure su sueño mientras muñen la vaca o recogen los huevos en el corral.
Te preguntarás qué hago yo aquí, en una aldea impenetrable del remoto Tíbet, cómo he llegado a él, estando sellado por la policía y el ejército chino.
Yo también me lo pregunto. Y cuando observe alguna luz en este misterio, te lo haré llegar a la bitácora.
Un abrazo de Bombardier

domingo, 1 de junio de 2008

Generación de perdedores

Recomiendo este ensayito de La Razón de hoy.
Generación Babyloser. Condenados a un futuro imperfecto. Parecían destinados a comerse el mundo, pero la vida les dejó a dieta. Por primera vez en la historia reciente, nadie garantiza a los jóvenes que vivirán mejor que sus padres. Es el drama de nacer en la era «babyloser»

Festival de Escritores en Praga. Evocación del 68

Praga, 1 de junio 2008 (AFP) – Desde el americano Paul Auster al paquistaní Tariq Ali, pasando por la canadiense Margaret Atwood o el checo Ivan Klima, quince escritores evocarán “su” 1968 con ocasión del 18 Festival de los Escritores que se abre el domingo en Praga.
El domingo es hoy, y rabio por no estar (como público) en ese Festival de los Escritores. No es casualidad que se realice en Praga, ciudad culta y periférica. Hacerlo en París sería una arrogancia. En Nueva York, una impertinencia. En Madrid, una provocación. Palacios de Congresos a reventar de escritores, de periodistas, de progres, de rebeldes, de fachosos disfrazados de gauchistas, de oenegeros, de católicos antirouco, de budistas protibetanos, de inmigrantes de todos los colores, de intelectuales orgánicos, de blogueros anónimos, de prostitutas de la conciencia, de asnos, de lobos ppferoces, de zapaperucitas.
Dice Paul Auster a France Press que hay muchos paralelos entre lo que pasó en 1968 y lo que sucede ahora. Esto es como no decir nada. A veces, leyendo a Auster uno cree estar leyendo nada, es el rey de los estereotipos. Aunque, en este caso, el norteamericano se refiere a los paralelismos entre la guerra de Vietnam y la ocupación de Irak. Las guerras pueden parecer iguales, pero esto es una visión superficial. En realidad lo que le cabrea a Auster es “la estupidez de la política de nuestro gobierno”. Yo no la veo tan estúpida. Si lo que pretendía el escritor era enjuiciar moralmente a su gobierno, llamarlo estúpido es una forma de llamarse estúpido él.
Pero ya se sabe que a los periodistas se les cuenta lo primero que a uno se le ocurre, no hace falta pensar mucho la respuesta, tampoco es conveniente, porque el periodista puede impacientarse y buscar a otro intelectual, o puede no entender la explicación, hacerse un lío y reproducirla mal o guardársela.
Ivan Klima, checo, otro de los escritores convocados, asegura a France Press que en 1968 era director de una revista literaria “durante al breve epifanía de la primavera de Praga”. Ha sido fiel a si mismo.
Natalia Gorbaneyskaia, rusa, se manifestó en agosto del 68 en la Plaza Roja de Moscú contra la intervención soviética en Checoslovaquia, a consecuencia de lo cual fue internada en un psiquiátrico. La verdad es que, según la perspectiva desde la que se mire, hace falta tener un tornillo algo flojo para meterse en la boca babeante del lobo y esperar que no mastique.
El director del evento, Michael Marsh dice que “en el corazón de 1968 hay ideas, la libertad de expresión, la revuelta contra la burocracia… aquellos que dicen hoy que fue una derrota son totalmente incultos, porque las ideas no vencen, solamente se las reemplaza”. Creo que este Marsh es británico, pero podría ser francés, por el ingenio de su retórica.
Por último dice la noticia de France Press que el lema del Festival es “De la risa y el olvido”, en homenaje a Milán Kundera, un emblema del 68. Sólo que Kundera no se asomará por el festival porque “rechaza toda aparición pública desde hace años”. Siempre me ha parecido Kundera un hombre inteligente, además de un gran escritor.