El día que la Luna deje caer lagrimones sobre la Tierra, empezaremos a pensar que pueda existir una Unión Política Europea. La ilustración es del artista de Chicago Tony Fitzpatrick, y forma parte del tercer volumen de su trilogía "The Wonders".
No he leído el Tratado de Lisboa, cimiento de la nueva Unión Europea, antier tumbado por una mayoría de ciudadanos irlandeses. No hacía ninguna falta. Seguro que sólo una minoría insignificante de aquellos votantes lo habrá leído. Sí leí el de Maastricht, y confieso que me enteré de muy poco. Si el documento que se supone que ha de regir mi vida como ciudadano europeo (sea eso lo que sea) es difícil de comprender, mala cosa. Lo lógico y razonable es rechazarlo, por si acaso.
El no de Irlanda es un acontecimiento importantísimo en el juego político de la unidad europea. Me he entretenido en leer diversas crónicas y comentarios publicados por diferentes diarios españoles este fin de semana. La impresión que he sacado es que “no pasa na”. No hay ni un solo político europeo que manifieste una preocupación por la bofetada irlandesa, con la excepción del llamado euroescéptico Vaclav Klaus, a quien le parece natural la negativa. No me parece que Klaus sea un ejemplo de político recto y transparente, así que su sofocado júbilo ante el resultado del referéndum irlandés no sirve de ejemplo de mi propio júbilo manifiesto.
En un comentario al largo artículo de mi compañero y amigo José Catalán Deus en El Periodista Digital, se revela la razón fundamental de aquellos que nos negamos a aceptar la fundamentación política de la Unión Europea: el gremialismo de la burocracia de Bruselas, su alejamiento de la realidad, su autoprotección en un laberinto de leyes e instituciones, que no oculta otra cosa que el firme propósito de los políticos que nos gobiernan aquí, allá y acullá de reservarse lo mejor de la pieza y dejarnos a los ciudadanos las migajas, con la complicidad de una corte de sicofantes extraordinariamente bien pagados.
La Unión Europea no debe tener una constitución política por la misma razón que la Bolsa no la tiene. Una institución básica y exclusivamente económica no puede transformarse por arte de birlibirloque en una institución política. Cualquier intento que se haga en esa dirección es una salida en falso, una hipocresía, un mecanismo de diversión y engaño.
Si los europeos tuviéramos la posibilidad de debatir y participar (al modo que se hace en la democracia realmente existente, por delegación y todo eso) en la elaboración de una nueva fórmula política para un nuevo marco político, superior al de los estados actuales, sí podríamos hablar de una constitución europea, aunque fuera en el capítulo de las intenciones. Pero lo que se nos ofrece una vez tras otra es un texto incomprensible, que por tanto nadie acaba de leer, y que delimita el juego económico, que ya está delimitado, superlimitado, extralimitado e hiperregulado por todo tipo de normas, leyes y estatutos redactados por los sicofantes extraordinariamente bien pagados.
Es natural que los ciudadanos reaccionen con la negativa. Si en España hubo mayoría (poco representativa) de síes fue porque la población no se tomó en serio el referéndum, es decir, se lo tomó como un formulismo. Cuando el Franquismo se sometía a juicio ante los ciudadanos siempre ganaba, y no porque fueran con un palo detrás de cada votante amenazando con sacudirle en la cresta si se le ocurría salir con un no. Muchos españoles están acostumbrados generacionalmente a decir que sí cuando se les preguntan cosas intrascendentes, cosas incomprensibles o cosas ineluctables.
A mí me parece que la Unión Europea tiene ventajas económicas para la mayoría de los ciudadanos afectados. Pero eso no significa ni que sea la mejor solución económica (que no lo es) ni que haya que darle atribuciones políticas. Esto último sobre todo por una razón que da un poco de risa admitir, porque la “política de Bruselas” nos lleva gobernando, sin nuestro consentimiento, desde que se creó a CEE, que, no se olvide, llevaba el adjetivo (que en realidad era lo sustantivo) Económica en el título.
Así que, que nadie se llame a engaño y que no nos engañen más. Mientras el capitalismo sea el sistema económico dominante, la U.E. seguirá existiendo, porque, a pesar de todos sus defectos y toda su burocracia y todo su galimatías legal, es la institución reguladora. Pero que no nos den gato por liebre. Si queremos hacer una Unión Europea Política, vamos a discutir antes qué demonios es eso y cual es nuestro papel como votantes cuatrianuales en el tinglado. Además, será una forma de tapar la boca a los fraccionalistas de aquí, de allá y de acullá, que reclaman una “independencia” que jamás tendrán, como no la tenemos los que nos consideramos simplemente españoles, o franceses, o irlandeses, o lo que sea, porque somos meros peones de nuestras clases políticas, las verdaderamente beneficiadas de todo este rollo macabeo, con la colaboración interesadísima de los funcionarios sicofantes.
El no de Irlanda es un acontecimiento importantísimo en el juego político de la unidad europea. Me he entretenido en leer diversas crónicas y comentarios publicados por diferentes diarios españoles este fin de semana. La impresión que he sacado es que “no pasa na”. No hay ni un solo político europeo que manifieste una preocupación por la bofetada irlandesa, con la excepción del llamado euroescéptico Vaclav Klaus, a quien le parece natural la negativa. No me parece que Klaus sea un ejemplo de político recto y transparente, así que su sofocado júbilo ante el resultado del referéndum irlandés no sirve de ejemplo de mi propio júbilo manifiesto.
En un comentario al largo artículo de mi compañero y amigo José Catalán Deus en El Periodista Digital, se revela la razón fundamental de aquellos que nos negamos a aceptar la fundamentación política de la Unión Europea: el gremialismo de la burocracia de Bruselas, su alejamiento de la realidad, su autoprotección en un laberinto de leyes e instituciones, que no oculta otra cosa que el firme propósito de los políticos que nos gobiernan aquí, allá y acullá de reservarse lo mejor de la pieza y dejarnos a los ciudadanos las migajas, con la complicidad de una corte de sicofantes extraordinariamente bien pagados.
La Unión Europea no debe tener una constitución política por la misma razón que la Bolsa no la tiene. Una institución básica y exclusivamente económica no puede transformarse por arte de birlibirloque en una institución política. Cualquier intento que se haga en esa dirección es una salida en falso, una hipocresía, un mecanismo de diversión y engaño.
Si los europeos tuviéramos la posibilidad de debatir y participar (al modo que se hace en la democracia realmente existente, por delegación y todo eso) en la elaboración de una nueva fórmula política para un nuevo marco político, superior al de los estados actuales, sí podríamos hablar de una constitución europea, aunque fuera en el capítulo de las intenciones. Pero lo que se nos ofrece una vez tras otra es un texto incomprensible, que por tanto nadie acaba de leer, y que delimita el juego económico, que ya está delimitado, superlimitado, extralimitado e hiperregulado por todo tipo de normas, leyes y estatutos redactados por los sicofantes extraordinariamente bien pagados.
Es natural que los ciudadanos reaccionen con la negativa. Si en España hubo mayoría (poco representativa) de síes fue porque la población no se tomó en serio el referéndum, es decir, se lo tomó como un formulismo. Cuando el Franquismo se sometía a juicio ante los ciudadanos siempre ganaba, y no porque fueran con un palo detrás de cada votante amenazando con sacudirle en la cresta si se le ocurría salir con un no. Muchos españoles están acostumbrados generacionalmente a decir que sí cuando se les preguntan cosas intrascendentes, cosas incomprensibles o cosas ineluctables.
A mí me parece que la Unión Europea tiene ventajas económicas para la mayoría de los ciudadanos afectados. Pero eso no significa ni que sea la mejor solución económica (que no lo es) ni que haya que darle atribuciones políticas. Esto último sobre todo por una razón que da un poco de risa admitir, porque la “política de Bruselas” nos lleva gobernando, sin nuestro consentimiento, desde que se creó a CEE, que, no se olvide, llevaba el adjetivo (que en realidad era lo sustantivo) Económica en el título.
Así que, que nadie se llame a engaño y que no nos engañen más. Mientras el capitalismo sea el sistema económico dominante, la U.E. seguirá existiendo, porque, a pesar de todos sus defectos y toda su burocracia y todo su galimatías legal, es la institución reguladora. Pero que no nos den gato por liebre. Si queremos hacer una Unión Europea Política, vamos a discutir antes qué demonios es eso y cual es nuestro papel como votantes cuatrianuales en el tinglado. Además, será una forma de tapar la boca a los fraccionalistas de aquí, de allá y de acullá, que reclaman una “independencia” que jamás tendrán, como no la tenemos los que nos consideramos simplemente españoles, o franceses, o irlandeses, o lo que sea, porque somos meros peones de nuestras clases políticas, las verdaderamente beneficiadas de todo este rollo macabeo, con la colaboración interesadísima de los funcionarios sicofantes.
3 comentarios:
Fernando, luego te digo cómo hago las entradas programadas. (el único inconveniente es que yo utilizo wordpress y tú tienes el blog alojado en blogger, pero seguro que encontramos la manera)
Ahora me voy corriendo que tengo un juicio (por eso la entrada que saldrá a media mañana en mi blog está programada)
Borra este comentario para no interferir en la vida normal de Calle Oliver.
Un abrazo
Bueno, te digo cómo programo las entradas:
En mi servidor, wordpress (tú tienes el blog en blogger) junto al botón de publicar hay una pestañita pequeña que dice "editar". Una vez que pinchas sobre ella se despliega una ventana con la fecha y la hora. Se trata solo de cambiarlas y darle a publicar.
Eso es todo. Busca en tu servidor, seguro que lo encuentras.
Saludos
Fernando, mil gracias por el detalle de ponerle mi apellido a uno de tus personajes. Me ha hecho mucha ilusión.
Claro que me interesa leer el cuento. Si quieres, mándamelo a mi correo electrónico:
castroverde2@yahoo.es
Muchas gracias y un abrazo.
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