Sensaciones, ideas y fantasías

jueves, 7 de febrero de 2008

¿Palabras Necias?
Oídos Sordos

De mi madre aprendí en la infancia un refrán: A palabras necias, oídos sordos. Lo empleaba cada vez que yo me ponía pesado con una petición, o simplemente, aunque no me pusiera pesado, cuando no quería o no podía satisfacerme.
En una estación de Metro de la ciudad donde vivo hay pegados varios carteles de agitación política. El hecho, normal en una sociedad donde existe la libertad de expresión, no deja de ser asombroso. Porque la agitación política es una de las actividades más intrascendentes y que menos afectan al comportamiento de los ciudadanos del mercado pletórico. Cuanto más radical, más inocua, menos efectiva. (Otra cosa es la demagogia, sobre todo la electoral, pero yo creo que los que pegan estos carteles no son demagogos, se creen sus propias proclamas.)
Los carteles de la estación de Metro llaman a la juventud a luchar, y los firma una organización sedicentemente comunista. ¿Habrá hoy mayor incoherencia que llamar a la juventud a luchar? ¿Por qué va a luchar si lo tiene casi todo? Acaso se les llame a luchar contra la injusticia en general. En ese caso, la respuesta será, seguramente, tan vaga como el enunciado de la proclama. Quien confíe en que un grupo de jóvenes se ponga a luchar contra las injusticias del mundo por el simple hecho de pedírselo es un perfecto mentecato. ¿Cómo espera que lo hagan, quemando contenedores, arrancando papeleras? Ya se ha intentado en París y otras ciudades y no funcionó, el mundo siguió siendo tan injusto como antes de la acción. ¿Acaso espera que de pronto se reúnan los jóvenes de una ciudad, convocados por teléfonos móviles o por una pulsión interior de carácter sobrenatural, se pinten las manos de blanco, las alcen al cielo y clamen justicia a una sola voz?
No me atrevo, sin embargo, a calificar de necias estas palabras de incitación a la lucha. Sin duda quienes las han imaginado, suscrito y propagado creen que los carteles surtirán algún efecto. Lo creen porque se autoengañan: se figuran que las condiciones de las proclamas revolucionarias de las primeras tres décadas del siglo XX se mantienen intactas. Es decir, viven flotando en una realidad histórica, retrasada; y en ese sentido son unos reaccionarios de tomo y lomo sin saberlo.
No creo que sean necias, sino reaccionarias esas palabras. Profundamente reaccionarias.
Así que lo mejor es seguir el camino, meterse en el Metro y olvidar el llamamiento a la lucha. Es decir, hacer oídos sordos, igual que la aplastante mayoría de la juventud que los lee.

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