Sensaciones, ideas y fantasías

lunes, 28 de julio de 2008

Tomando un capuccino en México


Entras en una librería y se te echan encima montañas de libros. Te asomas a una biblioteca y te da la bienvenida un tapiz de portadas clavadas en un tablón. Novedades de todos los géneros. Puñados de novedades. Nombres sonoros, otros que lees por primera (y seguramente por última) vez. Otros que tarde o temprano se harán famosos.
Y en ambos casos te dices, ¿de qué narices sirve escribir? Y publicar tu libro te parece un disparate, una pérdida de energías equivalente al lentísimo apagarse de una supernova. No vale la pena.
Y sin embargo, te equivocas.
Te pasas la vida buscando, una novia, un trabajo, una casa, una ambición. Y de todo eso sólo vale lo que te encuentra a ti.
Hace unas semanas encontré una novela en Internet. No me había zambullido a pescar nada, pero me topé con ella. La autora es Susana Silva, una mexicana (yo decía mejicana, pero me corrigió, con razón para los dos), y su obra Café Toscana.
Fue uno de esos tropiezos virtuales de blog que acaban convirtiéndose en algo físico. Porque Susana se ofreció a enviarme el libro por correo. Y sabía lo que se hacía. No es lo mismo tener un libro en las manos que mirarlo a través de una ventana fosforescente.
Café Toscana es un viaje sentimental por dentro y por fuera de una mujer. Se nos presenta a una mujer mexicana de clase media, educada y sensible al equilibrio y a la belleza. Empleada en una gran empresa, escapa de la asfixia de su trabajo rutinario y lo apuesta todo por la realización de un sueño, abrir un auténtico café, no una franquicia. Esta historia es tan creíble que no sería de extrañar que estuviera basada en hechos reales.
Haya salido de la experiencia directa o indirecta de la autora, o de su imaginación, lo cierto es que los personajes están vivos, no pertenecen al nutrido catafalco de los estereotipos. Les acompañamos con interés y placer a lo largo de 178 páginas.
Lo que ocurre a partir del momento en el que materializa el sueño de la protagonista es el nudo y el desenlace de la novela. Así que no se puede contar.
Porque, ¿qué es una novela si no una sucesión de sorpresas, para el lector y para la/el/los/las protagonistas? Sorpresas verosímiles, bordadas con mano experta, una mano que va del bastidor al corazón (de donde saca el hilo) y del corazón a la cabeza, que rige la acción, la endereza, la retuerce y la lleva a un final inesperado, como ha de ser, o como Dios manda.
No digo más de la peripecia. Pero sí quiero hablar del lenguaje. Susana Silva todavía no es una autora prolífica. Esto es un beneficio para el lector. En Café Toscana se encuentra uno con la limpieza del lenguaje directo, casi intuitivo, lejos de las florituras pedantes, envuelto con elegancia en los giros propios del español mexicano, acariciante e ingenuo. Es difícil que Susana Silva repita en su próxima novela, que anuncia estar ya escribiendo, esta cualidad de lo primigenio. Aunque, nunca se sabe, a lo mejor consigue cosa tan extraordinaria.
Café Toscana se confiesa obra del insomnio. Pero está llena de sueños. Sueños de todo tipo y naturaleza. Sobre todo sueños de futuro.
Esto no es una paradoja o un capricho. Es una verdad suculenta, como las aventuras internacionales de la protagonista. Pero el lector no se da cuenta de ello hasta que ha pasado ante sus ojos casi medio libro. Entonces, lo que parecían caprichos de autor novel, cabos sueltos, empiezan a anudarse y se convierten en una cuerda de una solidez literaria bien fuerte.
Café Toscana, en resumen, es una novela que extrae agua del pozo de la pasión humana y artística. La saca con una naturalidad que oculta mucha reflexión y mucho trabajo literario, y la pone ante la boca del lector, que sólo tiene que inclinarse y beber, beber hasta saciarse.
El navegante solitario, después de tener el libro de Susana Silva en las manos, no puede hacer más que agradecer a la suerte ese bandazo digital que le llevó a encontrarla, y felicitar a la escritora por su trabajo. Alabado sea el azar internáutico.


Susana Silva tiene una página propia que el internauta puede visitar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta experiencia entra dentro del catálogo de encuentros mágicos en la Red.

Pensar que cuelgas tu libro en internet y que alguien, de forma totalmente casual y nada menos que desde el otro lado del charco, se interesa y te lo pide, y entonces establecéis un contacto, y ella lo da a conocer en su blog..

Maravillas de internet.

Anónimo dijo...

Fernando, me voy de vacaciones. Me paso simplemente para saludarte y desearte un feliz verano (ahora que tengo tiempo, aprovecharé para leer tranquilamente el cuento).

Hasta la vuelta.

Un abrazo.

Angel

Susana S dijo...

Espero que ahora sí aparezca publicado el comentario, ya en otra ocasión te dejé uno de agradecimiento por las maravillosas palabras que me regalas, pero no quedó registrado.
Fue un gusto grandísimo leer esta reseña, gracias querido Fernando.

sinceramente Susana