Sensaciones, ideas y fantasías

lunes, 14 de abril de 2008

El comodín conceptual

¡Será per diners...!
¿Está obligado el arte plástico a ser conceptual? Es decir, ¿existe alguna posibilidad, a parte del abstraccionismo, de que haya un arte plástico no conceptual?
La pregunta no puede llevar a un recorrido minucioso del arte plástico desde el paleolítico. Pero como un blog no es un ámbito de ensayos, lo dejaremos en un viaje fugaz.
Las pinturas parietales fueron el primer arte conceptual de la historia, los animales tótem, los cazadores sacralizados. Le siguieron los cestos y sus derivados del periodo neolítico, más conceptuales todavía. Luego, egipcios, asirios, hititas, cretenses, griegos, romanos, etc. pintaban y esculpían mitologías e ideas (ideologías) que no son otra cosa que conceptos. Y en los últimos quince siglos los conceptos se han ido sucediendo en el arte plástico estilo tras estilo hasta llegar a "la vanguardia metafísica plástica", que no puede ser conceptual si nos la tomamos en serio, quiero decir si exigimos a los abstraccionistas que expliquen con lógica comprensible su teoría de los conceptos, y cómo han llegado exactamente a representarlos en sus manchas y garabatos.
El primer abstraccionista que habló de metafísica en pintura fue Kandinski, y la retórica de los constructivistas rusos sólo convencía a sus cofrades alemanes y holandeses, el resto pasó, y al final lo que quedó de todo eso fue el diseño moderno, que es pura forma, sin otra cosa detrás que el deseo de ganar cuotas de mercado; la obsesión de Malevich era "librarse del lastre del objeto", no comprimir ideas en sus lienzos monocromos.
Como desconozco la historia del arte no occidental, ignoro si los hindúes, los chinos, los japoneses y los pueblos americanos eran "conceptualistas" o no. Sé que los aborígenes australianos pintaban sus demonios tribales, porque los vi en algunas galerías y bibliotecas de Sydney y Canberra. Aquello era representación conceptual innegable, de manera que no me extrañaría que en todo el mundo los seres humanos hayan representado insistentemente sus sueños, sus miedos, sus dioses, sus fantasías, sus mitos, sus aficiones y sus aberraciones según la experiencia y la tradición de cada cual, por medio de imágenes o por medio de símbolos.
Viene a cuento esta cháchara por una visita a "Generación 2008", los premios y becas de Caja Madrid, que en estos momentos se exhiben en el Centro del Carmen de Valencia, la antigua escuela de Bellas Artes de San Carlos.
La exposición desborda "conceptualismo" en un sentido convencional y evasivo.
La pintura o el arte plástico conceptual se puso de moda después de la segunda guerra mundial, cuando las aportaciones formales de las vanguardias se manifestaron agotadas. Todo lo que se ha hecho desde entonces (salvo el abstracto, al action painting y tal) ha sido conceptual, aunque sus autores lo hayan bautizado de otra manera. Pero en la actualidad emergente y rompedora del nuevo siglo, lo conceptual lo ocupa casi todo. Uno tiende a pensar que no es más que una mera excusa ante la falta de ideas y de talento innovador, porque talento creativo para el mercado lo hay a montones, como puede verse en la publicidad, en el cine y en la informática.
Veamos, por ejemplo, los primeros premios de "Generación 2008"
Tenemos que a Carlos Aires (Málaga 1974, que vive y trabaja entre Granada y Amberes) le han dado el mayor por su video "Cataratas". Las fichas redactadas por los organizadores de la exposición están divididas en preguntas explicadas: Qué vemos, Qué sentimos, De qué podría estar hablando, Por qué plantea este tema, Por qué usa este medio, De dónde viene y qué normas rompe y Qué diría el experto de la obra. Es el mismo esquema para todos los autores fichados, en lo que se ve un deseo de análisis homogéneo, validable. Y hay que reconocer que las respuestas no son retóricas, sino que tienen un sentido, que en algunos casos evidencia la impostura de la creación premiada.
En "Cataratas" vemos un video borroso, sentimos frustración y ansiedad, podría estar hablándonos de una realidad imposible de entender o asimilar, Carlos Aire plantea este tema porque está interesado en la ambivalencia en torno a las historias y las narraciones, que en sus obras no pueden sino tambalearse. Las últimas tres preguntas del esquema contienen una información que no interesa a esta reseña, así que nos las evitamos.
Naturalmente, las respuestas no son tan concisas, pero las palabras que he apuntado resumen bastante bien lo que luego se explica mejor en el texto de la ficha.
"Cataratas" es un video que no se ve, refleja la visión de una persona con esta dolencia. Pero lo que se escucha no tiene mucha relación con nada, diferentes voces hablan de la muerte, la sangre, la despedida, cuentan historias, miedos, sentimientos. La imagen, la vista, ha pasado a un segundo plano.
Si el visitante a la exposición aguanta los siete minutos treinta y cinco segundos del video (yo no los aguanté) siente mucha frustración y, depende de su carácter y su estado de ánimo, ansiedad. Pero claro, como nos están hablando de una realidad imposible de entender, ¿de qué vamos a quejarnos?
Esto suena a ironía, pero es la realidad que cualquier individuo percibe ante aquella pantalla borrosa y dicharachera (además, en inglés, supongo que como concesión a un mercado más receptivo que el español).
Frustración, ambivalencia, mareo... Conceptos, o sentimientos que se supone deben de conducirnos a una idea final luminosa y nítida: otorgar sentido a la opacidad que nos dificulta la visión.
Yo no dudo que Carlos Aires tenga buenos sentimientos, que sea un artista con una excelente formación, que se exprese valientemente, que utilice medios sofisticados, etc. Pero "Cataratas" es una cosa que no merece la más mínima atención pública, y desde luego no tiene que ver nada con la creación plástica. Es posible que los amigos y compadres de Carlos Aires, acostumbrados a su personalidad, a sus manías y a sus costumbres, vean en la pantalla borrosa lo que cualquier persona normal no puede ver porque es imposible ver, a no ser que uno se lea previamente la ficha de marras.
El segundo premio es para Hisae Ikenaga (Ciudad de México, 1977, hija de padre japonés y madre mexicana, que vive y trabaja en Madrid). Se trata de una guía telefónica abierta, en la que con gran cuidado la artista ha rebañado en una cara de las hojas una especie de montañita, que a continuación ha pegado en la cara no rebañada. De las respuestas a la batería de preguntas de la ficha nos quedamos con la explicación de la artista: "nace de la inquietud por plasmar la incomunicación que se apodera del habitante de toda gran ciudad, perdido entre un mar de individuos que tratan de clasificarse y homogeneizarse mediante instrumentos como las Páginas Blancas."
Imagine el lector que entra en la sala donde se exhibe esta "obra de arte". La ve sobre una especie de podio, la mira, la remira, y puede que acabe sintiendo de nuevo frustración y acaso algo de angustia, la producida por el sentimiento de culpa de ser un ignorante incapaz de descubrir la trascendencia de una creación maravillosa.
Ahora bien, toma la ficha, la lee, se hace con el concepto, y sus temores se disipan. Gracias al trabajo de los redactores ha podido comprender lo inaccesible una vez más.
Casi todas las obras seleccionadas en "Generación 2008" (lienzos, fotografías, dibujos, otros materiales y otros soportes) son conceptuales en el peor sentido del término: necesitan de una ficha para ser entendidas, o ser aceptadas o simplemente ser vistas, porque si no pasarían inadvertidas. Claro que decicar una hora a leer fichas y dos más a observar los objetos de la exposición para encontrar su significado profundo y oculto es algo que dudo que ningún visitante haya tenido la heroicidad de hacer.
Pero deseo dedicar una referencia a tres videos de especial interés. Uno sobre la emigración de senegaleses, otro sobre la experiencia de un grupo de gauchistas franceses de vivir en una colonia, y otra sobre una “performance” muy divertida realizada en las calles empinadas de Cali (Colombia). En realidad se trata de tres reportajes o documentales, aunque aquí, como es una exposición de arte, se presentan como creaciones, pues eso, artísticas.
Vistos como documentales, son estupendos, informativos, ilustrativos, llenos de vigor, de interés. Pero como obra de arte me parecen una estafa. ¿Un documental es una obra de arte? Admitamos que puede llegar a serlo. Pero, ¿por qué cambiarle el formato y convertirlo en una instalación de varias pantallas o varias proyecciones?
Por puro conceptualismo, por puro papanatismo, por hacerse pasar por artista emergente, por falta de ideas mejores, por cobardía.
El conceptualismo moderno me parece a mí muy semejante al manierismo de hace cuatro siglos. Representa cosas invisibles y cuyo reconocimiento precisa de una educación especial, porque están dirigidos a una pequeña elite. Los pintores manieristas trabajaban para lo mejorcito de las castas aristocráticas y eclesiásticas de la época, personas cultas, con mucha experiencia y mucho mundo detrás, los ejecutivos del periodo. Y se dedicaban a representar mitos y alegorías de quienes les pagaban. Los conceptualistas de hoy son unos hipócritas de tomo y lomo, o unos mentecatos que no se dan cuenta de a quién están sirviendo. En términos marxistas deberíamos decir que son los artista más alienados, más enajenados de la historia, porque creen que están sirviendo al pueblo con sus críticas mordaces, cuando la verdad es que son unos juguetes en manos de los capitanes de las finanzas (ya, ni siquiera de la industria), los organizadores de premios y becas, los mecenas de museos, los creadores de instituciones multinacionales y multimillonarias que dominan el mercado del arte.
Como dice un amigo mío de Vilanova i la Geltrú, "serà per diners!" No hay problema, paga Caja Madrid. En su tierra es la Caixa, la de Barcelona o la de ViG, ciudad de indianos y de mestizos que ha producido tipos curiosos como mi amigo, un tipo que lee y hasta comenta anónimamente este blog. Toda una rareza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

'Serà per diners', un abrazo ;-)