Sensaciones, ideas y fantasías

viernes, 7 de noviembre de 2008

Torbellinos en Arcadia




Madrid. Torbellino urbano. Macizos de viviendas renqueantes, rincones de selva. Las plantas se mezclan, se retuercen. Racimos de personas. ¡Gente! ¡Gente! Devorada por las bocas del Metro. Viaje a través de los intestinos de la ciudad. Multitudes étnicas, amasijo de edades. Cada hombre, un abismo. Cada mujer, un túnel. Chicos y chicas caídos de una pantalla de multicine. Chalecos, calzas, cinturones, botas y mocasines, capuchas y bufandas, i-phones; ciencia ficción de calendario. Miradas de terciopelo azul. Chuletas siglo XXI, ejecutivos atentos a su ambición, lolitas de todas las edades, envoltorios de miedo, ternura despedazada, despojos de ilusión. El plano de las líneas adosado en las jambas del vagón es un artificio de tubos, de intercambiadores, de desvíos, de zonas, de sistemas emergentes. Emergencia a la superficie. Elegancia arquitectónica en la Gran Vía. Telefónica. Palacio de la Prensa. Oratorio del Caballero de Gracia. Granito sólido, redundancia inasequible, como el Espíritu. Macizos de viviendas-arriates. Gentío en movimiento discontinuo. Semáforos. Ríos de vehículos. Carril bus-taxi-bibicleta. ¡Ni una bicicleta! Kioskos. Escaparates. Gangas. Cerrado por reformas. Tiendas híbridas, mercadillos enjaulados. Cachivaches, monstruos, cojines-te-quiero, camisetas futboleras, árboles de Navidad, Papá Noel meneante, tazones personalizados. Un chino, dos chinos, tres chinos abiertos hasta el derrumbe de la medianoche: ropa, verdura, alimentos enlatados, ferretería, disfraces, artículos de regalo. Naderías.
Torbellino urbano. Madrid entresemana. La gente conducida por la inercia de sus obligaciones. Sirenas de coches de policía camuflados que intentan circular como balas por la calle de Alcalá, pero tienen que frenar en todos los semáforos en rojo por-si-acaso, y se les escapan los maleantes. Cruceros de ambulancias del Samur en ejercicio profesional por el Amazonas matritense. Salas de espera de Urgencias. La gente se mira y se asoma a las puertas como si esperaran la orden de ¡acción! De un realizador de serie televisiva. “A mi me duele mucho el alma”. “Pues haga yoga.”
Milla de oro. O milla y media. Entre Colón y Atocha. Maqueta de modelos urbanos de papel comprados en una librería especializada en miniaturas. Recoletos, Cibeles, turistas fotografiando a la diosa y sus leones-bovinos, Paseo del Prado. Grandes árboles en peligro de extinción. Prensa internacional. Sucesión de autobuses cruzándose, adelantándose, huyéndose, rozándose como toros mansos en un encierro. Visión hiperrealista de la Puerta de Alcalá, flotando delante del Retiro. Fuentes. Estatuas. Bancos. Ministerios. Museos. Torbellino de cultura. Hordas de jubilados, clases de chicos de preu (¡qué anacronismo!), grupos de amigas, parejitas multilaterales, aprendices de progre, señoras con cara de maceta, señores rumiantes. Tú y yo.
El arte a la altura de las narices, a media luz, deslizándose ante tus pupilas y mis pupilas. Nos penetra. Lo absorbemos. ¿Qué mundo hay fuera de mí? Sólo existe lo que veo, huelo, palpo, gusto, oigo. Si no me ven, huelen, palpan, gustan, oyen, no existo. Pero tú existes conmigo. ¿Somos uno? Paseo por salas atestadas de gente hambrienta. ¿El arte da hambre? Buffet libre. Entrada gratuita a partir de las dieciocho horas. Hagan cola, señores, hagan cola. Toritos impresos en banderas, carteles taurinos con la caja en blanco para que pongan sus nombres, postales, camisetas de la selección eurocampeona.
Degas. ¡Cómo se lo curraba el tío! Para pintar una bailarina o un caballo con jockey se tiraba el tío horas y horas modelando figuras de cera, estudiando los movimientos de danseuses y chevaux. ¿Cómo conseguiría que una modelo mantuviera el equilibrio sobre la punta de un pie, la otra pierna extendida en horizontal, el tronco hacia detrás y los brazos agarrándose al aire? ¿Y los caballos? ¿Cómo diablos haría para que congelaran sus saltos, sus zancadas?
La milla de oro, o la milla y media. Pedagogía para todos los niveles sociales y culturales. El arte al alcance de cualquiera. Ya nadie ignora quiénes fueron Picasso y Sorolla. Hay quien se va con una idea imprecisa de Anglada Camarasa, Joaquín Mir, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz: cóctel de estilos, de formas, de estrías, colorines, pegotes de materia, objetos disfrazados de conceptos.
Teatros. Torbellino de sensaciones, de palabras, de malos actores secundados por sus parientes, de bonzos que bucean cubiertos de ceniza blanca insoluble, de chinos encajonados que saltan como langostas.
Torbellino de libros comprados en un kiosko de lance que perdura en la plaza de Alonso Martínez. Eduardo Marquina, “La morisca”: La acción transcurre hacia el año 1490, antes de la rendición de Granada, y cuando ya empezaba a formarse entre las gentes la dolorosa aversión de raza. Antonio Paso, “Contente, Clemente.” Farsa cómica en tres actos, con Agatónica, Clodulfo, Nepomuceno y Sindulfa, entre otros. La libertad guía los pasos de Louis Pauwels: la gran y definitiva transformación del hombre no es inminente; la psicología de los pueblos y la naturaleza humana son más fuertes y duraderos que cualquier sistema.
Torbellino matritense. Efusión de sensaciones. Turismo.
Allá lejos viene la crisis, como un gas tóxico invisible. Aquí nadie se asfixia, al menos aparentemente.
Pero Obama ha llegado para salvarlos.
G-8. G-20. G-8. G-20. G-8. G-20. G-8. G-20. G-8. G-20.
Torbellino invernal. Cae la nieve sobre el ADSL. Levanta el puño con el móvil y telefonea al más allá. Escucha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó hacer este viaje contigo a través del caos de la arcadia matritense ... casi tanto como leerlo ahora de tus labios y revivirlo en el recuerdo de la buena literatura.
Te quiero
Toñi