Sensaciones, ideas y fantasías

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Fotografías en el MUVIM de Valencia


MUVIM quiere decir Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad. Está abierto desde hace pocos años, y no es propiamente un museo, sino un centro de exposiciones. Se dedica a la fotografía, el grafismo, incluido el cartelismo, y también hace exposiciones de pintores modernos muertos. A la vez, es un escenario de seminarios, congresos y demás actividades educativas de carácter universitario, y tiene una biblioteca dedicada al tema que predica su nombre.

La sucesión de exposiciones que programa el MUVIM es constante, y son de gran calidad. Es una parada obligada para quien visite Valencia enbusca de consuelo y recreación para el espíritu. La verdad es que la ciudad de Valencia ofrece tantas actividades culturales, que incluso para un intelectual sin empleo remunerado o para un jubilado con pasiones artístico literarias es imposible asistir a la mitad de las que se anuncian cada día.

El MUVIM exhibe ahora varias secciones de Fotográfica 08 Valencia, dedicada a las instantáneas de calidad más o menos profesional. Una tarde en el MUVIM proporciona una información, una formación, un placer estético y una satisfacción espiritual de envergadura. Uno sale de allí repleto de ideas y de emociones, y para asimilarlas debe dejar pasar un par de días de ayuno cultural.

Este goce estético tiene también un aprovechamiento sorprendente. Por ejemplo, la exposición Arequipa en blanco y negro disipa estereotipos acerca del retraso cultural de Hispanoamérica. Resulta que en las primeras décadas del siglo XX había dos fotógrafos en la ciudad peruana que realizaban una obra de una calidad artística y antropológica equivalente a la de los mejores fotógrafos norteamericanos o europeos. Se llamaban Carlos y Miguel Vargas. Yo no tenía ni idea de quienes eran hasta que me he acercado al MUVIM a contemplar sus fotografías. Pero no hace falta ser un experto en este arte para comprender que está uno ante algo formidable.

La misma sensación de sorpresa cultural se obtiene de la exposición Oui-Non de Gérard Castello-Lopes, , fotógrafo portugués todavía vivo. Fuera de los círculos de especialistas, a este señor no le conoce casi nadie. Y sin embargo, su trabajo es excepcional. Es decir, el Portugal del siglo XX tuvo y tiene artistas estupendos. Si no fuera por la falacia del atraso de ese país, esto sería algo perogrullesco, porque la sociedad portuguesa se asienta sobre un pasado lleno de riquezas artísticas y culturales. El problema es que Portugal, como España, como, por recurrir a un ejemplo un tanto excéntrico, Líbano, han quedado ensombrecidas en el escenario intelectual mundial por Francia, Alemania, Reino Unido o los Estados Unidos de Norteamérica, cuyo peso es mayor, pero sólo en magnitud, en capacidad publicitaria, no en calidad.

En la exposición de Castello-Lopes, no sé si para justificar el desconocimiento del artista, se dice una sandez a tono con el prejuicio: “en un Portugal aislado del resto del mundo bajo la dictadura de Salazar, Gérard Castello-Lopes estaba condenado a un trabajo solitario y sin visibilidad”. Se nos da a entender que la culpa de la “falta de visibilidad” de Portugal la tiene el dictador Salazar, cosa del todo falsa. A ver si nos dejamos de estereotipos progres de una vez, doblemente estúpidos porque se supone en los progres una formación materialista que desmiente la atribución personalista al curso de la historia. Es como decir que la culpa de que Picasso se marchara a Francia la tuvo Alfonso XIII o su madre doña María Cristina de Habsburgo-Lorena. O que la culpa de que Joyce se marchara de Irlanda la tuvo el primer ministro británico Sir Arthur Balfour. Vamos a ver si somos un poco serios, por favor.

A pesar de estos estrepitosos defectos, es de reconocer el trabajo de los comisarios de estas exposiciones del MUVIM. Sobre todo porque permiten colocar la cultura en su sitio, y comprobar que la creación de alta calidad está presente en casi todos los rincones del planeta, al margen del color, la ideología y el régimen político dominante en cada sociedad.

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