Sensaciones, ideas y fantasías

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Desmontando los últimos tabús sexuales en Francia



Antaño
Tótem: animales sagrados, profetas, santos, místicos, predicadores.
Tabú: no guardar el respeto debido a los tótem.
Hogaño
Tótem: rey, presidente, gobierno, oposición, autodeterminación, democracia, etc.
Tabú: no hay tabús. Se acabó la represión. Somos libres por fin.
“Cliente”, película de Josiane Balasko, 58 años, francesa, sobre una mujer de más de 50 años que contrata a un gigoló para hacer el amor con él (hablando con propiedad, para follar con él). Dice Balasko que su objetivo era doble: hacer añicos un tabú muy poderoso en Francia y enviar un mensaje positivo a las mujeres de mediana edad que se encuentran solas y no pueden satisfacer sus deseos sexuales.
Contratan a un prostituto y Sanseacabó.
Sanseacabó puede ser el nombre metafórico del prostituto.
El tema de las mujeres que recurren a la prostitución masculina dice Balaskó que es un tabú. Se pinta a este tipo de mujeres como hembras desesperadas, el comercio sexual aparece como sórdido, y los personajes dan una impresión patética. Balaskó ha presentado en “Cliente” a una mujer satisfecha consigo misma (alta autoestima o amor propio), de alto poder adquisitivo, bien situada en la escala social, buena presencia, y tal.
Dice Balaskó: “La prostitución es el último territorio sexual dominado por los hombres. Los hombres tienen el control del placer y el derecho de comprarlo. Las mujeres, no. Un montón de amigas mías están solas, son solitarias, divorciadas. No pueden reinventarse con otro hombre y una nueva familia. Así que decidí mostrar a la cliente femenina de un escort masculino. Ella no es una víctima. Es una mujer que controla su vida, sus sentimientos, su placer sexual.”
Me pregunto yo: ¿y qué necesidad tiene de recurrir a un gigoló?
Ignoro si la respuesta está en la película. Me temo que no.
No soy del cupo que condena la prostitución y que la prohibiría. Tampoco creo que la prostitución sea un territorio masculino. Las razones de Balaskó me parecen publicitarias: desmontar el último tabú sexual en Francia. ¡Pero si ya no hay tabúes sexuales en Occidente! Sigue habiendo distorsiones, perversiones, fracasos, fantasías dolorosas, pero no son producto del tabú, sino de los modelos publicitarios de vida y hábitos. Es como decir que el tabaco o el alcohol son hoy tabúes. Una bobada. Un titular de periódico.
Cosas de redactor jefe: oye, fulano, a ti que te gusta el cine, mira qué puedes sacar de esa película de la Balasko, que dicen que es muy provocadora y tal.
Y va el tío (el redactor) y mira al Elíseo y descubre que Sarkozi lleva tres matrimonios, y que el último lo ha hecho con una cantante (no dice que el primero fue un presunto matrimonio de puro interés, y que malas lenguas dicen que enseguida engañó a su mujer con otra tan rica como la primera, con la que acabó casándose, para divorciarte de nuevo por razones parecidas; o sea que Sarkozi es lo que aquí se llama un Pichabrava ambicioso). Los presidentes de repúblicas ya no son tabú. ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ahora sus vicios son públicos? Y antes también. Véanse las obras completas de Shakespeare, véase la Iliada, véase el teatro griego.
Luego va el tío (el redactor) y cita a un intelectual y novelista que ha escrito extensamente sobre sexualidad (¿qué intelectual y novelista de cualquier parte del planeta no ha escrito extensamente sobre sexualidad, si algunos no escriben de otra cosa?). Luego, a un director de un instituto nacional de investigación de la salud. El primero dice que estamos viviendo una revolución sexual más subversiva y silenciosa que la de los 60. El segundo, que las mujeres francesas tienen una sexualidad insatisfactoria, al contrario de lo que suele decirse. Grandes descubrimientos.
Por fin, el tío (el redactor) echa mano de Catherine Millet, la autora de “La vida sexual de Catherine M.”. Todo en apoyo de una falsedad, que Francia ha desmantelado su último tabú sexual.
Me acuerdo de varias películas de Edouard Molinaro en las que toca tabúes como el incesto y la prostitución femenina. Esas sí me parecieron a mí rompedoras, además de muy bien hechas, con personajes llenos de sutilezas, nada patéticos.
El artículo de referencia apareció en la página de Cultura y Moda del Herald Tribune, hace una semana, y lo firma Elaine Sciolino que, ahora que lo pienso, debe ser una mujer. Lo que faltaba.

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