Estoy leyendo The Glass Books of Dream Eaters, una novela de intriga y acción escrita por Gordon Dahlquist.
Gordon Dahlquist es un norteamericano bigotudo con cara de buen chico: pelo lacio y entrecano, con gafitas de montura metálica y redonda. Se ha ganado la vida escribiendo obras de teatro que se han estrenado en circuitos teatrales que aquí llamaríamos alternativos. Esto deja ver que más arriba de Río Grande hay escritores profesionales que viven de ello, quizá incluso sin subvenciones. Algo prodigioso.
Los libros de cristal de los devoradores de sueños es una novela que la página de Wikipedia en español califica muy bien de mezcla de novela gótica, ucronía, folletín de aventuras y relato fantástico. El lenguaje es intencionadamente decimonónico, rico, de folletín. Las circunstancias, los escenarios, la tecnología y todos esos detalles de escenografía y atrezo ineludibles en cualquier historia bien contada constituyen una perfecta ucronía. Y la trama, el carácter y los rasgos de los personajes son propios de la novela gótica.
El editor de la versión inglesa que poseo dice del libro que es un page turner, un pasador de páginas, porque la acción está tan bien dosificada que te impulsa a seguirla sin pausa. Además de admiración, produce alivio que existan personas como Gordon Dahlquist, capaces de trabajar con semejante celo y cuidado un texto de esos que los escritores con columna en suplemento literario odian y condenan por su levedad e intrascendencia. Estas últimas atribuciones maliciosas son, además, una falacia. Recuerdo que, a raíz del éxito de Ruiz Zafón, La sombra del viento, los columnistas de suplementos culturales le dedicaron severos zurriagazos, escandalizados por la fortuna del autor. La sombra del viento puede ser cualquier cosa menos una birria. A mí no me gusta el tono mórbido que predomina en ella, pero eso es una valoración personal, no una definición descalificadota.
Los libros de cristal de los devoradores de sueños están empapados de un erotismo casi poético, porque se manifiesta con una elegancia soberbia; y empleo este adjetivo para sacar de él la fuerza del elitismo social que el sustantivo posee.
Las peripecias de los dos héroes y la heroína son de un ritmo trepidante. Y sin embargo, no se nota como un defecto, aunque sí fatigan un tanto a partir de la mitad del relato, que es donde me encuentro. Espero que a partir de ahora, Dahlquist cambie de velocidad y de registro, porque mantenerlo sería una desgracia para el libro.
Yo recomiendo esta novela extraordinaria a los amantes de la narración de este género mestizo que tan bien practican los anglosajones y, entre nosotros, Eduardo Mendoza y Carlos Ruiz Zafón, autores influidos por la literatura en inglés.
Los libros de cristal de los devoradores de sueños está publicada en español por Edhasa.
Sensaciones, ideas y fantasías
sábado, 6 de septiembre de 2008
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