Sensaciones, ideas y fantasías

jueves, 5 de marzo de 2009

Dos presentaciones ilustradas



La Institució Alfons el Magnànim presentaba ayer en el Colegio del Corpus Christi (del Patriarca) de Valencia tres premios Humanismo e Ilustración.
El de 2006 es un libro titulado Juan Andrés: entre España y Europa, escrito por Carlos Damián Fuentes Fos, historiador valenciano.
Dedicó al resumen de su obra unos minutos que resultaron esclarecedores.
Ni yo ni la mayoría de los asistentes a la presentación teníamos ni idea de quién fue Juan Andrés Morell, nacido en el pueblecito de Planes, en el interior montañoso de Alicante, en 1740 y muerto en Roma en 1817.
Juan Andrés fue jesuita, y le tocó vivir la expulsión de la orden que ejecutó la corona española en 1767, al igual que antes la portuguesa y la francesa. Miles de jesuitas se reunieron en Italia, hasta que se les permitió regresar, aunque muchos no lo hicieron nunca, como Juan Andrés, que escribió muchas de sus obras en italiano.
Explicaba el historiador Carlos Damián Fuentes que la expulsión de los jesuitas tuvo un origen estrictamente político. El caso es que privó a las sociedades desde las que partían de un nutrido grupo de hombres doctos y preparados para la formación de nuevos hombres doctos. Lo cual no quiere decir que no quedaran personas valiosas. De este exilio intelectual se habla hoy poco, porque afecta a un estamento, el eclesial, que desde la Ilustración precisamente, ha sido menospreciado por los nuevos intelectuales liberales y luego simplemente de izquierdas, sea eso lo que sea.
Los jesuitas sólo interesan como arietes de la teología de la liberación, y se ignora su pasado lleno de méritos científicos, literarios, teológicos o pedagógicos.
Juan Andrés, nos contaba su biógrafo, fue un hombre de grandes conocimientos, que mantuvo correspondencia con personas como él en media Europa. Estaba al tanto de las teorías y las prácticas de la Ilustración, de la que él era hijo, vivió (a distancia) la Revolución Francesa, a la que opuso argumentos cabales, y se ocupó de la defensa de la causa española frente a los primeros ataques de lo que luego fue “la leyenda negra”. El más inicuo fue el expresado por Nicolas Masson de Morvilliers, que afirmó que los españoles eran los más ignorantes y perezosos de Europa, aborrecedores de las ciencias, artes y agricultura. “Desde hace dos siglos, desde hace cuatro, desde hace diez, ¿qué ha hecho España por Europa?”, se preguntaba el sectario Masson.
En este libro biográfico sobre el jesuita ilustrado Juan Andrés aparece toda una nómina de intelectuales españoles de valía internacional y diversos conocimientos, que niegan la insidia de Masson. El mismo Juan Andrés fue un notable matemático. Cavanilles, paisano suyo, fue un reconocido botánico. Gregorio Mayans i Císcar, también valenciano, es una de las joyas de la Ilustración española. Igual que Jovellanos, los Condes de Aranda y de Floridablanca, y una larga nómina de marinos y militares que recorrieron el mundo haciendo observaciones e investigaciones.
Pero el mayor mérito de Juan Andrés, dice su biógrafo, fue la redacción de la primera historia universal de la literatura: Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura, entendiéndose por literatura también toda la ciencia escrita. Este trabajo enciclopédico y monumental, pues contaba con varios tomos, se tradujo a las principales lenguas europeas y se reeditó en numerosas ocasiones.
En definitiva, el historiador Carlos Damián Fuentes se ha sumado a la nómina de desmentidores de la extendida idea entre el progresismo español de que nuestro pasado es una sucesión de miserias, de persecuciones ideológicas, de bajezas y de oposición a la inteligencia.

Nostalgia de Futuro

Así se titula una exposición inaugurada ayer, día 4, en homenaje a Renau. Estará expuesta hasta el 5 de abril en el Centro del Carmen, un espacio museístico de la ciudad de Valencia.
Incluye fotografías hechas por Renau y otras que le hicieron a él diversos fotógrafos en la Valencia de la Transición, portadas de las revistas Estudios (época republicana9 y Eulenspiegel (editada en Berlín Oriental) con fotomontajes del valenciano universal, y luego una gran colección de trabajos gráficos, carteles y pinturas encargadas a decenas de artistas españoles e iberoamericanos.
Merece la pena una visita a esta muestra. La imaginación de los artistas de hoy se ha puesto a disposición del objetivo de rendir homenaje a un artista muerto, que inspiró a algunos de los que hoy exponen en el Carmen reunidos bajo su advocación. Hay de todo, también bobadas, pero en general se ven cosas valiosas, “de calado”, que suele decirse en estos casos.
A mí lo que más me ha atraído han sido las fotos en las que se ve a Renau. Hay una pequeña colección de montajes realizados por Ana Torralva que son magníficas. Con Ana Torralva coincidí yo en un diario valenciano hace casi treinta años. Era una estupenda fotógrafa.
El mérito de la exposición hay que otorgárselo a Manolo García, su comisario. Ha pasado dos años requiriendo obras a los artistas comparecientes (sé que alguno se ha negado a participar por motivos de animadversión personal, algo nada raro entre intelectuales), seleccionando las fotografías en los archivos de la Fundación Renau, y buscando cuartos para el enmarcado de las piezas, un local para la exposición y todos esos enojosos trámites que un comisario debe solucionar. Afortunadamente, García tiene una larga experiencia. Además es el investigador del arte que más tiempo ha dedicado a Renau, a quien conoció y trató en los últimos siete años de su vida. El otro comisario que comparte con García los méritos de esta Nostalgia de Futuro es Amando Llopis.

No hay comentarios: