Sensaciones, ideas y fantasías

miércoles, 30 de abril de 2008

Diálogos para besugos

El barril a 500

Afirma Bombardier que está harto del arte.
“¡Quieto parao!”, interviene. “Yo he dicho que estoy fatigado, no harto. Yo no soy creador, soy espectador. Pero en realidad, cuando voy a una exposición o miro una supuesta creación artística en la pantalla de mi ordenador, salta de mi interior el tigre-crítico y feroz, hambriento por frustración y sectario por ignorancia que llevo dentro. La mayoría de lo que se produce hoy como arte me horroriza o me deja indiferente, pero sigo fascinado por todo ello sin poder evitarlo. Y como soy consciente de todo esto y me da rabia, me subo en el tigre en llevo dentro y me lío a dar zarpazos. De lo que estoy harto es del tigre no del arte.”
“¿Y por qué no creas?”, le sugiero, porque sé que además de escribir relatos y novelas que no se preocupa por editar, pega objetos sobre maderas y cerámicas, recorta fotografías, hace montajes y hasta instalaciones minúsculas. Les llama sus birrias, porque no consiente elevarlas a la categoría de creación. En definitiva, Bombardier viene a ser un neodadaísta.
“Porque me da pudor. Imagínate que un día viene un galerista a mi casa, ve mis birrias y las consideras dignas de exponerse. Sigue imaginando que un crítico papanatas da en ponderarlas como obras modernísimas y excelsas. Ahí tendrías a un nuevo impostor en el mercado.”
“Bueno. Mientras te quedes en el mercado… La mayoría de los objetos que se venden y se compran carecen de valor, quiero decir que su valor es ajeno al bien común o al enriquecimiento espiritual del individuo, sólo sirven para compensar fantasías, o para que el dueño farde de poseer cosas exclusivas… como un collage,” arguyo pensando haberle pillado.
“Esa es la desgracia. El arte está enjaulado en el mercado. El mercado es otra invención de los economistas modernos, demonios. La Humanidad ha vivido miles de años sin mercado. Lo que había eran mercadillos. Y entre los artesanos y los mercaderes de un lado y los grandes comerciantes de otro había un abismo que la democracia se ha encargado de cubrir con un frágil cañizo al que acudimos como moscas a la miel los consumidores. A veces el cañizo no aguanta, se quiebra, y allá que va un montón de gente al pozo sin fondo de la codicia.”
“¿Me dejas que meta en la bitácora ese cuento tuyo que acabas de escribir?”, le corto. Pienso que le he dado en la diana de la vanidad.
“Cuando lo haya repasado diez veces.”
Nos quedamos callados, sin tema trascendente de conversación. Y se me ocurre preguntarle por qué ha tardado tanto en llegara a mi casa desde que me anunció por teléfono la visita.
“Porque no tenía donde aparcar. ¡Es alucinante! Esto es un pueblo, ¿no? No es una ciudad. Y los únicos huecos en las calles son los vados de garajes. Hasta las esquinas están ocupadas por vehículos.”
“Sí. Echo de menos mi juventud en un barrio de Madrid, donde los chavalitos jugábamos al balón en la calle, y nos apartábamos de tarde en tarde para que pasara un choche o una moto.”
“Mientras daba vueltas buscando un hueco, agarrado cada vez con más violencia al volante, he tenido una visión apocalíptica. ¡El barril de petróleo a 500 dólares! En ese instante, un BMW de color añil brillante ha salido delante de mí, y he podido aparcar.”
“¿Eso ha sido una premonición o un anatema?”
“Una imprecación, una manera de decir me cisco en to lo que se menea a base de gasolina. Pero, fíjate la coincidencia, el coche que me ha dejado sitio era un BMW. Cuando el petróleo esté a 500 dólares el barril sólo podrán circular los Mercedes, los BMW, los Rolls Royce, los Ferrari y los Lamborghini. A los del Seat, el Ford, el Volskwagen, las marcas coreanas y japonesas, que les den morcilla.”
“Será el final de la civilización, del capitalismo. Marx volverá a tener razón. Los ecologistas se mondarán de risa en un mundo de muertos de hambre.”
“¡Oye!”, me corta jovialmente Bombardier. “¡Que el Jeremías soy yo!”
Sorry. Go ahead.”

Bombardier esperando pacientemente que madure y caiga la Utopía.


“Cuando aparqué el coche, la visión de los 500 dólares el barril se fue difuminando. Pero fue sustituida por otra. Imaginé que el escenario de calles casi sin circulación de nuestra infancia se había mantenido hasta ahora. No me digas cómo ni por qué. Es una fantasía. Las fantasías pueden ser incoherentes. El capitalismo no habría evolucionado. El mercado pletórico sería una utopía materialista. El socialismo real, sin enemigo a quien aniquilar, no se habría arruinado en la carrera armamentística. La dictadura del proletariado habría quedado obsoleta. Franco se habría disipado como una nube radioactiva. Salazar, de Gaulle, Eisehower, Adenauer, McMillan, Aldo Moro, el arzobispo Makarios, los coroneles griegos y los generales turcos, Mohamed V, Ben Bella, Nasser, Tito, Jruchof, Ceaucesco, hasta el camarada Enver Hoxa y el mismísimo Mao Tse Tung carecerían de sitio en la historia. Por las calles sin vehículos aparcados sólo circulan autobuses y tranvías, motocicletas y bicis. Los chavales juegan al balón sobre el asfalto. No hay autopistas. No hay alta velocidad. No hay prisas. Los curas cuelgan el hábito, el Vaticano se convierte en lo que de verdad es, un museo, pero gratuito, la masonería se petrifica, las ligas de grandes industriales y financieros internacionales organizan excursiones para la tercera edad…”
“¡Para, para, Bombardier! A ver si tienes trastorno bipolar. Pasas de la jeremiada al delirio utópico.”
“¡Diantres! No me vengas con definiciones clínicas inventadas por psiquiatras incompetentes. Todos los profetas advierten de la catástrofe y predican la utopía.”
“Así que ahora eres un profeta.”
“¡Será carbúnculo el tío! ¡Ala! Me callo.”
“Buenos días.”
“Buenas tardes.”


domingo, 27 de abril de 2008

La inefable suculencia de las plantas o una conversación con Joël Lodé

La mujer de Bombardier tiene un espléndido jardín en la terraza del ático, y le gusta recorrer viveros los fines de semana.
Éste, ha acudido a un Congreso sobre Cactus y Plantas Suculentas, que ya celebra su tercera edición. Era en Cheste, una ciudad de la provincia de Valencia conocida worldwide por atronadoras razones, que tienen poco que ver con la botánica.
Bombardier la acompañó de oyente, y se dedicó a curiosear en una carpa en la que se exhibían y vendían más de mil variedades de cactus. Según le contaron, hay cosa de catorce mil especies en todos los desiertos y tierras áridas del planeta.
Los cactus son plantas fascinantes, porque sobreviven en condiciones extremas, y se nos presentan en formas de una belleza a veces incluso efectista, como si se hubieran propuesto llamar la atención. ¿De quién?


De personas como Joël Lodé.
Bombardier pasó un rato hablando con él, y descubrió a un aventurero auténtico. Lleva un sombrero de Indiana Jones, y la primera impresión es que es un pequeño impostor juguetón. Pero a medida que Bombardier conocía su historia, se daba cuenta de que estaba hablando con un hombre verdaderamente apasionado por la aventura, en el sentido más clásico y épico del término, la del ser humano que sale a recorrer el mundo sin otro objetivo que disfrutar del viaje, de conocer personas y pueblos interesantes, de ponerse a prueba, de descubrir los límites de la resistencia humana, de averiguar por qué hay vida en donde nadie ni nada elegiría vivir.
Joël Lodé ha vivido la aventura y de la aventura. Pero no de un modo caprichoso o aleatorio. Ha recorrido todos los desiertos del planeta, ha clasificado cactus y plantas crasas en los cinco continentes, ha descubierto especies desconocidas, y se nota que ha disfrutado de su experiencia porque no habla de ella con pretenciosidad o con falsa modestia. Habla con entusiasmo. Encontrar a un ser humano así, en esta sociedad de pesimistas viscerales, vocacionales o enfermizos fue todo un gozo para Bombardier.
Quien desee saber más de Joël Lodé, sobre sus actividades, sus proyectos, su revista sobre cactus, puede encontrarlo en Cactus Aventure. La mayoría de la información está en español, pero hay secciones en francés o inglés.
Una de las últimas realizaciones de este tipo singular ha sido su participación en un campo de golf en Almería que sustituye el césped por los cactus y las plantas suculentas apropiadas para este juego. El consumo de agua es cero o casi cero. Dice que a él el golf le deja indiferente, incluso que no le gusta un pelo, sin duda porque el golfista aficionado o profesional es lo más opuesto a un hombre de acción, pero que el propietario del campo se había propuesto llevar a cabo una empresa sostenible en algo tan escandalosamente antinatural como es un campo de golf, y lo ha conseguido con ayuda de Joël y de otros profesionales (esto, lo deja claro, no quiere colgarse él solito la medalla).
Los cactus sólo pinchan si uno los quiere arrancar a lo bruto, o apropiarse de ellos por codicia. Pero cuando se acerca uno a ellos para conocerlos y para conocerse, se lleva hermosas sorpresas, como la de entrar en contacto con un aventurero. Joël Lodé.

viernes, 25 de abril de 2008

Porteadores y entretenedores. The new and foolish journalism

Leo dos referencias a Michel Houellebecq en dos diarios nacionales. Los dos periodistas señalan que les desconcertaron los largos silencios que seguian a las preguntas de los ansiosos interrogadores.
El calificativo "ansioso" no es un capricho. Un par de veces me ha tocado entrevistar a una celebridad del cine norteamericano, y lo he hecho en unas circunstancias de ridícula ansiedad. El método era: la celebridad está en una suite de hotel. Una fila de periodistas de distintos medios hace cola en una antecámara. La advertencia es que sólo tienes equis minutos (como mucho 15) para realizar la entrevista. Como las celebridades están acostumbradas a esta zarabanda infernal, se suelen portar muy bien, dan una apariencia de simpatía desbordante, de desenfado, incluso de familiaridad con el interrogador que, como es lógico, despierta todas sus alarmas ("pero si este caballero/esta señorita - el término evocado es más vulgar - es la primera vez que me ve en su vida, ¿por qué me trata como a un viejo amigo?").
Si para el periodista la entrevista es una frustración, para la celebridad debe ser casi una tortura, uno de los impuestos que pagan por el éxito.
Así que no me extraña que Michel Houellebecq se quedara callado durante un rato antes de contestar. Por lo que cuenta uno de los entrevistadores, estaba sometido a una sucesión de sesiones interrogatorias. Siendo una persona inteligente y poco convencional, me figuro que al principio intentaría ser original o contestar con sinceridad. Supongo que la mayoría de las preguntas serían tópicas, algo de lo que no debe escandalizarse nadie, porque más difícil todavía que reponder con originalidad es preguntar con originalidad. De modo que al cabo de tres interrogatorios, el hombre estaría hasta las narices.
Yo he leído Las partículas elementales, y no pude acabar el libro. Me estaba destrozando, no porque fuera malo, sino por lo bien que describía una sociedad en estado próximo al coma moral. Houellebecq es un autor despiadado.
De las declaraciones de Houellebecq de ayer, me quedo con estas que copio del ABC.
El sexo y la religión son justamente los pilares irremplazables de la vida. Si se pierden, será el vacío absoluto... La sociedad francesa no está preparada hoy para recibir una ruptura como la de Tzara, Breton, las vanguardias. Lo que Francia necesita es consuelo y ayuda.

Tremendo, ¿no?
Pero evidente, como que el sol es una tea gigantesca que arde desde hace millones de años, hasta que un día empiece a extinguirse, posiblemente no ante los ojos humanos.

Bueno, ¿Pero a qué viene el título de esta entrada? Porteadores y entretenedores.
Es que me acabo de encontrar con una compañera y, hablando de las ruedas de prensa oficiales, me dice con una serenidad admirable: "Hemos dejado de ser periodistas. Somos porteadores de declaraciones." A continuación me tropiezo con otro compañero, y le pregunto por hacerme el gracioso, "¿Tú qué eres, porteador o periodista?" Y su respuesta, más irónica, pero en el mismo tono de calma y resignación, es: "Yo soy un entretenedor. Lo que yo hago tiene más que ver con las varietés que con la información."
The new and foolish jorunalism. Aint?

La reina de los sueños

Termino de leer La reina de los sueños, novela de la que es autora la hindú Chitra Banerjee Divakaruni, que vive en los Estados Unidos.
Divakaruni es autora de La señora de las especias, otra novela que compré al azar en una librería de viejo, y que me fascinó. En ella hay un personaje principal y todos los demás son secundarios, ninguno de los cuales tiene un relieve especial. La anciana propietaria de una tienda donde se preparan y venden especies hindúes, situada en una ciudad de California, rememora su formación en una remota isla de la India, en una suerte de convento regido por sabias ancianas, y vive las contradicciones de la forma de ser y actuar norteamericana.
La reina de los sueños tiene, por el contrario, varios personajes principales, y los secundarios intervienen en la primera línea de frente en casi todas las ocasiones. Se trata de una mujer norteamericana de mediana edad, hija de una familia hindú emigrada, de su madre, una persona formada también en un convento remoto de la India para capturar los sueños de las personas, interpretarlos y ayudarlas, el marido de esta mujer, y al menos tres personajes más que explícita o implícitamente suelen estar presentes en la acción.
La reina de los sueños describe los conflictos afectivos de la madre soñadora y la hija norteamericana, pero que no sabe qué hacer con sus raíces hindúes. Esto se manifiesta en la tensión que la hija ha mantenido con la madre y en el fracaso del matrimonio de la joven con su marido hindú, del que tiene una niña que al final de la novela dará sentido a todo lo que se ha descrito.
La narrativa discurre por tres carriles.
La voz de la madre, que cuenta los desgarramientos de su vida y rememora sus años de formación, en una línea muy parecida a la de la protagonista de La señora de las especias. Hacia la mitad de la novela, la voz de la madre se escucha a través de unos apasionantes “Diarios oníricos”.
El segundo carril narrativo es la propia hija de la soñadora, que plantea con una intensidad literaria formidable sus numerosos conflictos, de identidad, afectivos, artísticos (es pintora).
Y el tercer carril es la voz del narrador (o narradora) omnisciente, que sigue en paralelo a la hija de la soñadora, y nos permite verla desde un punto de vista externo, lo cual no lo hace más objetivo, sino simplemente más rico.
Uno de los escenarios más sorprendentes de la novela es el 11 S, que los protagonistas viven desde San Francisco. Está hacia el final de la historia, en el momento adecuado, y dándole un sentido a todo lo que hemos ido conociendo, los problemas de una sociedad compuesta de numerosas culturas muy diferentes entre sí.
Sin embargo, lo esencial de La reina de los sueños es la atmósfera onírica y mágica. No tiene que ver nada con el realismo mágico, y mucho menos con la fantasía de mundos inventados, tan querida del mundo anglosajón. Aquí, el terreno que pisa el lector es hindú, nada de genios, magos, monstruos o enanos, ni de hadas rubias y héroes todavía más angelicales.
La naturalidad con la que los hindúes de La reina de los sueños viven su cultura y sus creencias viene a ser el equivalente al catolicismo de los italianos o los irlandeses norteamericanos. Pero para quienes no estén familiarizados con el hinduismo, como es mi caso, la novela de Divakaruni es rica, hermosa, entretenida y fascinante.
La reina de los sueños está editada por Ediciones B, del grupo Z, en 2005. La excelente traducción del inglés es de Sonia Tapia.

jueves, 24 de abril de 2008

Los mejores 100 hombres (y mujeres) del planeta, en plan intelectual

La revista Foreign Policy ha hecho una lista de 100 "public intellectuals" del mundo entero que somete a la votación de sus lectores. Sólo uno es español, Fernando Savater, en lo que se ve el plumero de la revista, porque mira que hay intelectuales conocidos de la talla de Savater en España, y al menos una docena, según mi criterio, de mucha más valía, por ejemplo, el profesor Gustavo Bueno (es una debilidad mía, lo admito). Sin hablar de los hombres y mujeres de sólida formación, y estupendo criterio, que no conocen más que en su barrio.
36 son norteamericanos. Lógico. 30, europeos, de los cuales predominan los franceses y los británicos. También lógico. 4 "latinoamericanos", o sea iberoamericanos, porque uno es el presidente del Brasil, otro Vargas Llosa, y dos mejicanos, uno de los cuales me suena vagamente. 4 africanos. 22 de Oriente Medio. 12 asiáticos (dominan los chinos). Y 3 del sureste asiático y Oceanía (o sea, Australia).
Hay desde filósofos hasta líderes religiosos, por ejemplo, el Papa católico. Escritores, financieros, políticos, defensores de los derechos humanos... La mayoría aplastante son hombres, se nota que la lista no la ha hecho nuestro presidente de gobierno.
El internauta puede votar a cinco candidatos, y también sugerir otros (no he acertado a ver cómo).
¡Animáos, oh internautas amigos!

viernes, 18 de abril de 2008

Bombardier, las maravillas de Egipto y un cuento chino



Bombardier lleva un tiempo de viaje interior. Intenta activar sus meridianos energéticos, estimular su karma. Confiesa que le está costando, aunque ha encontrado personas que le ayudan. En el mundo hay más benefactores de lo que a primera vista parece. Es todo lo contrario que en las películas de nuestro tiempo: están llenas de criminales, perturbados, angustiados, suicidas; mientras que las de hace medio siglo nos contaban tragedias y melodramas que acababan bien. No sé por qué nos terminamos convenciendo de que eran una engañifa, una alienación. Pero sin happy end, la vida es un infierno. Si el mundo fuera como lo reflejan las películas de hoy, sería insoportable, nos abríamos aniquilado hace siglos. Está de moda el infierno.
Estas reflexiones me las hace Bombardier a la vuelta de un viaje, esta vez físico, que ha hecho a Madrid. Las motivaciones eran laborales, un seminario o algo así de carguillos de Correos, donde él trabaja.
“Han sido dos días. Y en cada uno de ellos tenía un par de horas libres. Había mirado las ofertas culturales de Madrid, y de la montaña que hay, escogí dos. Decidí pasarme por el Reina Sofía con el único propósito de ver un trabajo de Chen Chien-jen. Y al día siguiente me propuse visitar el antiguo Matadero para visitar Los Tesoros Sumergidos de Egipto, una exposición de pago".
“¿Chen Chien-jen?", le digo. "No tengo el gusto de conocerle. ¿Un amigo tuyo apocalíptico como ese Paco Campos?"
"Mi amigo Campos no es apocalíptico. Es un pintor religioso atemporal, un Giotto moderno. Y al chino tampoco le conozco ni creo que llegue jamás a conocerle."
"¿Tan poco te gustó su pintura?"
"Videoarte o algo así", me corrige.
"Vale. El caso es que visitaste una institución pública y una exposición privada. Buen contraste.”
“Algo de eso hay. No lo hice con el propósito de establecer una comparación. Pero al final, la comparación fue inevitable.”
“¿A favor de quién?”
“No adelantemos acontecimientos. Sigamos el ritmo de las cosas… Me planto ante la fachada del Reina Sofía. De arriba abajo cuelgan cartelones con información de los productos en oferta. En algunas de las pancartas leo MNCARS, y pienso que es una marca de coches patrocinadora de eventos culturales. Luego me doy cuenta de que es Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía."
"Claro. No hay museo moderno en el mundo entero que no se identifique con un acrónimo, es el SIGNO de los tiempos; antes se hablaba de la iglesia de San Jerónimo, del templo de Diana…, hoy si no dices MOMA, IVAM, MACBA, pareces una anacronía viviente. ¿Y qué tal el chino ese?”
“Varios malentendidos. Yo estaba completamente equivocado. Lo único cierto que sabía es que se trataba de una proyección de videoarte. Me había propuesto ver toda la pieza. Quería tener elementos de juicio para juzgar sin precipitación. Y resultó que la piececita duraba más de una hora, y el chino era de Taiwán. En la exposición del IVAM The Real Thing, de chinos continentales, no aguanté las piezas de vieoarte ni las proyecciones, y eso que eran más cortas. Esta vez me quería comportar con paciencia y prudencia.”
“Dos virtudes muy orientales. Tengo la impresión de que entraste en el MNCARS con tu mejor karma.”
“Y lo conservé todo el rato. A pesar de todo. El trabajo de Chen Chien-jen se titula Tribunal militar y prisión, y está relacionado, dice el folleto informativo, con los recuerdos de Chen sobre la prisión y tribunal militar que existía en las cercanías de su casa familiar…el protagonista es un disidente político que lleva mucho tiempo encerrado en esa cárcel, símbolo olvidado por todos, es un fantasma… Chan Chien-jen cuenta experiencias de la represión de la dictadura militar de Chian Kai Chek en Taiwan.”
“Suena muy actual. Gente sufriendo. Escenarios tétricos. El Gulag de la derecha.”
“Pues si he de ser sincero, confesaré que el trabajo no me pareció un despropósito o una estupidez. Estaba bien hecho y tenía un sentido evidente. Pero es demasiado largo. E inútil. Y ahora verás por qué. Entro en la sala de proyección cuando el video está a la mitad, más o menos, aunque de esto no me doy cuenta hasta media hora más tarde, es decir, cuando acaba. En un largo banco al fondo de la sala, hay una señora mirando la pantalla. Me siento, apartado de ella, para que no se mosquee. Al cabo de cinco minutos, la señora se levanta y se va. Entra un chino, ¡un chino de verdad!, mira la pantalla unos diez segundos, y se marcha. Se asoman varios occidentales, y a los tres o cuatro segundos se retiran. Así hasta cinco o seis personas. Entre medias, se cuela una chica. Se sienta en el extremo del banco opuesto a donde yo me encuentro y permanece allí un buen rato. Después entran cuatro chicas, se quedan de pie en la cortina, charlando maleducadamente. Al fin, tres de ellas se sientan en el banco. La película o la obra de arte, ha terminado, y vuelve a comenzar. Aguantamos los cuatro. Pero al cabo de unos diez minutos, las tres chicas se levantan y se marchan. Yo decido hacer lo mismo, porque ya tengo claro el mensaje, el procedimiento, y sinceramente estoy un poco harto de Chan Chien-jen. Al salir se me ocurre hacer una pregunta clave a la vigilante de la entrada, ¿han aguantado la hora de proyección muchas personas desde que se inauguró el 5 de marzo? Lo piensa un poco, y me dice que sólo un matrimonio, y que no cree que vieran la pieza entera, que la mayoría de la gente, se asoma y se va, y muy pocos se quedan más de dos o tres minutos.”
“Me figuro a dónde quieres ir a parar. El artista Chen Chien-jen ha fracasado en su propósito de llamar la atención de la gente sobre la barbarie de la dictadura militar.”
“Fracaso absoluto. Aunque, previéndolo, ha extraído de su largo trabajo cinco minutos y los proyecta en una salita contigua. Pero la actitud de los visitantes es la misma que en la sala grande. “
“Lo cierto es que las preguntas que suscita tu paciencia y tu prudencia son peligrosísimas.”
“Peligrosas sobre todo para el MNCARS. ¿Qué esperaban quienes contrataron a Chen Chien-jen? ¿A quién sirven, a la fracción infinitesimal de la sociedad capaz de aguantar la hora de proyección de Tribunal militar y prisión, incluidos ellos mismos, si es que lo han visto completo, o a un supuestamente numeroso público culto interesado en el arte emergente o lo que narices sean esas cosas? ¿Por qué no ha hecho Chen Chien-jen un documental sobre el mismo tema todo lo convencional o todo lo vanguardista que quiera? ¿Se ve menos artista como cineasta que como videoartista?
“Y del MNCARS te fuiste al Matadero…”
“En realidad podía haberlo hecho, en sentido figurado. Pero fue al día siguiente. Sin embargo, antes te voy a contar otra experiencia artística en el MNCARS. Se trata de algo llamado Coordenadas y apariciones, presentado por un tal José Damasceno, tipo apreciado y conocido en el Olimpo del arte contemporáneo. Dice el folleto que se plantea un circuito de distintas intervenciones creadas para los espacios públicos del edificio –pasillos, escaleras, jardín, patio, fachada, biblioteca, saliendo así del concepto más ortodoxo de limitar el arte sólo a las salas de exposiciones. No entraré en detalles porque sería dar a Damasceno una importancia que no merece. Me limité a buscar un par de sus intervenciones en un plano impreso en el folleto, que como era de esperar me parecieron extravagancias. Luego, salí del museo. Y antes de meterme en el metro, busqué en la fachada la intervención número 1, titulada Organograma. En el lugar marcado por la crucecita, me encuentro a una vieja gitana pidiendo limosna. La miro perplejo. Busco alrededor. Vuelvo a mirarla. Y me sigue pareciendo una gitana. Para asegurarme, decido darle una moneda. Me lo agradece deseándome todo tipo de bienes y bendiciones. Es una gitana. Entonces, ¿dónde diablos está el organograma? Levanto la vista y lo descubro: una sucesión de palabras de neón en la fachada. En realidad, tonterías, ocurrencias. En fin…”
El embrujo de Egipto



“Háblame de Egipto, Bombardier. Me tienes sobre ascuas.”
"Como te he dicho es una exposición de pago. 11 euros. Pero estaba llena, sobre todo de lo que se llama hoy gente mayor (pagan 9 euros), una denominación bastante aproximada, porque hoy una persona de 60 años no es un anciano/anciana. También había turistas de todas las nacionalidades. Los gastos de la exposición han debido de ser exorbitantes, porque se trata de piezas rescatadas del fondo del Mediterráneo en las ruinas de lo que fueron las ciudades de Heraklión, Canopo y el gran puerto de Alejandría. "
"Suena a oportunismo cultural. ¿Qué eran, unos cuantos pedruscos, de cántaros rotos, fíbulas y puntas de lanza? He visitado varias veces la sección de Egipto del Museo Arqueológico de Madrid y siempre he salido abrumado de ver momias, sarcófagos, dioses, caretos de faraón, etc."
"Pues Tesoros Sumergidos de Egipto es todo lo contrario a una exposición aburrida o agobiante. Te lo aseguro. Yo la recomiendo a todo el mundo, tanto si le gusta Egipto como si le importa un rábano. Porque está tan bien montada, tan bien ilustrada, con explicaciones breves, sencillas y didácticas, que se te van las horas sin enterarte. Me sorprendió ver a señores y señoras mayores, a veces verdaderos abuelitos, leyendo los textos explicativos, el árbol de la dinastía ptolemaica o el panteón olímpico del imperio tardío, Serapis, Jonsu, Isis, osiris, Amón... Por supuesto, yo también dediqué mucho rato a la lectura de los carteles. Y te aseguro que sales de allí con una idea muy clara de lo que fue la vida, la religión y la historia de aquellos trescientos y pico años entre el primer Ptoolomeo, el sátrapa de Alejandro, hasta Cleopatra VIII, que se suicidó después de estar liada sucesivament econ Julio Cesar y con Marco Antonio."
"Valió la pena pagar 11 euros."
"Obviamente. Entre otras cosas porque llegué a conocer dos asuntos harto significativos. Primero que a lo largo del siglo VIII de nuestra era el Mediterráneo sufrió una larga sucesión de cataclismos que acabaron hundiendo el puerto de Alejandría, Heraklión y Canopo. Imagínate Valencia o Marsella inundada por el mar hoy. Saber estas cosas me hace dudar todavía más de la historia del cambio climático. Y en segundo lugar, que cuando el cristianismo se hizo oficial y adquirió poder, los capitostes cristianos se convirtieron en verdaderos bolcheviques y eliminaron despiadadamente a los mencheviques de su época, que eran los paganos y su casta sacerdotal. Los persiguieron, destruyeron sus templos, e intentaron exterminarlos. La historia está llena de horrores que se repiten fatalmente. Espero que no nos toque ser espectadores del último."
"Y ahora llega el momento de la odiosa comparación. Estupidez pública versus inteligencia privada."
"No es exactamente eso. Las instituciones públicas tienen especialistas excelentes en los más diversos campos de la cultura. Pero no les dejan decidir. Deciden los políticos, o las autoridades críticas o académicas con poltrona, personas que viven a años luz de la realidad. Por otro lado, hay muchas exposiciones privadas que no tienen el menor interés, pero que suenan a Picasso, a Rothko o a Schnabel y parece que son el acabose de la modernidad. Curiosamente, son gratuitas. Si una empresa o una fundación, como es el caso de esta exposición de Egipto, la Hilti, te cobra entrada, es casi seguro que encontrarás algo de calidad. Es una pena, porque el dinero público es de todos, y es más abundante. Será por eso que se despilfarra sin ton ni son."
"De todos es lo mismo que de nadie."
"Équilicuá."
"Buenos días."
"Buenas tardes."

lunes, 14 de abril de 2008

El comodín conceptual

¡Será per diners...!
¿Está obligado el arte plástico a ser conceptual? Es decir, ¿existe alguna posibilidad, a parte del abstraccionismo, de que haya un arte plástico no conceptual?
La pregunta no puede llevar a un recorrido minucioso del arte plástico desde el paleolítico. Pero como un blog no es un ámbito de ensayos, lo dejaremos en un viaje fugaz.
Las pinturas parietales fueron el primer arte conceptual de la historia, los animales tótem, los cazadores sacralizados. Le siguieron los cestos y sus derivados del periodo neolítico, más conceptuales todavía. Luego, egipcios, asirios, hititas, cretenses, griegos, romanos, etc. pintaban y esculpían mitologías e ideas (ideologías) que no son otra cosa que conceptos. Y en los últimos quince siglos los conceptos se han ido sucediendo en el arte plástico estilo tras estilo hasta llegar a "la vanguardia metafísica plástica", que no puede ser conceptual si nos la tomamos en serio, quiero decir si exigimos a los abstraccionistas que expliquen con lógica comprensible su teoría de los conceptos, y cómo han llegado exactamente a representarlos en sus manchas y garabatos.
El primer abstraccionista que habló de metafísica en pintura fue Kandinski, y la retórica de los constructivistas rusos sólo convencía a sus cofrades alemanes y holandeses, el resto pasó, y al final lo que quedó de todo eso fue el diseño moderno, que es pura forma, sin otra cosa detrás que el deseo de ganar cuotas de mercado; la obsesión de Malevich era "librarse del lastre del objeto", no comprimir ideas en sus lienzos monocromos.
Como desconozco la historia del arte no occidental, ignoro si los hindúes, los chinos, los japoneses y los pueblos americanos eran "conceptualistas" o no. Sé que los aborígenes australianos pintaban sus demonios tribales, porque los vi en algunas galerías y bibliotecas de Sydney y Canberra. Aquello era representación conceptual innegable, de manera que no me extrañaría que en todo el mundo los seres humanos hayan representado insistentemente sus sueños, sus miedos, sus dioses, sus fantasías, sus mitos, sus aficiones y sus aberraciones según la experiencia y la tradición de cada cual, por medio de imágenes o por medio de símbolos.
Viene a cuento esta cháchara por una visita a "Generación 2008", los premios y becas de Caja Madrid, que en estos momentos se exhiben en el Centro del Carmen de Valencia, la antigua escuela de Bellas Artes de San Carlos.
La exposición desborda "conceptualismo" en un sentido convencional y evasivo.
La pintura o el arte plástico conceptual se puso de moda después de la segunda guerra mundial, cuando las aportaciones formales de las vanguardias se manifestaron agotadas. Todo lo que se ha hecho desde entonces (salvo el abstracto, al action painting y tal) ha sido conceptual, aunque sus autores lo hayan bautizado de otra manera. Pero en la actualidad emergente y rompedora del nuevo siglo, lo conceptual lo ocupa casi todo. Uno tiende a pensar que no es más que una mera excusa ante la falta de ideas y de talento innovador, porque talento creativo para el mercado lo hay a montones, como puede verse en la publicidad, en el cine y en la informática.
Veamos, por ejemplo, los primeros premios de "Generación 2008"
Tenemos que a Carlos Aires (Málaga 1974, que vive y trabaja entre Granada y Amberes) le han dado el mayor por su video "Cataratas". Las fichas redactadas por los organizadores de la exposición están divididas en preguntas explicadas: Qué vemos, Qué sentimos, De qué podría estar hablando, Por qué plantea este tema, Por qué usa este medio, De dónde viene y qué normas rompe y Qué diría el experto de la obra. Es el mismo esquema para todos los autores fichados, en lo que se ve un deseo de análisis homogéneo, validable. Y hay que reconocer que las respuestas no son retóricas, sino que tienen un sentido, que en algunos casos evidencia la impostura de la creación premiada.
En "Cataratas" vemos un video borroso, sentimos frustración y ansiedad, podría estar hablándonos de una realidad imposible de entender o asimilar, Carlos Aire plantea este tema porque está interesado en la ambivalencia en torno a las historias y las narraciones, que en sus obras no pueden sino tambalearse. Las últimas tres preguntas del esquema contienen una información que no interesa a esta reseña, así que nos las evitamos.
Naturalmente, las respuestas no son tan concisas, pero las palabras que he apuntado resumen bastante bien lo que luego se explica mejor en el texto de la ficha.
"Cataratas" es un video que no se ve, refleja la visión de una persona con esta dolencia. Pero lo que se escucha no tiene mucha relación con nada, diferentes voces hablan de la muerte, la sangre, la despedida, cuentan historias, miedos, sentimientos. La imagen, la vista, ha pasado a un segundo plano.
Si el visitante a la exposición aguanta los siete minutos treinta y cinco segundos del video (yo no los aguanté) siente mucha frustración y, depende de su carácter y su estado de ánimo, ansiedad. Pero claro, como nos están hablando de una realidad imposible de entender, ¿de qué vamos a quejarnos?
Esto suena a ironía, pero es la realidad que cualquier individuo percibe ante aquella pantalla borrosa y dicharachera (además, en inglés, supongo que como concesión a un mercado más receptivo que el español).
Frustración, ambivalencia, mareo... Conceptos, o sentimientos que se supone deben de conducirnos a una idea final luminosa y nítida: otorgar sentido a la opacidad que nos dificulta la visión.
Yo no dudo que Carlos Aires tenga buenos sentimientos, que sea un artista con una excelente formación, que se exprese valientemente, que utilice medios sofisticados, etc. Pero "Cataratas" es una cosa que no merece la más mínima atención pública, y desde luego no tiene que ver nada con la creación plástica. Es posible que los amigos y compadres de Carlos Aires, acostumbrados a su personalidad, a sus manías y a sus costumbres, vean en la pantalla borrosa lo que cualquier persona normal no puede ver porque es imposible ver, a no ser que uno se lea previamente la ficha de marras.
El segundo premio es para Hisae Ikenaga (Ciudad de México, 1977, hija de padre japonés y madre mexicana, que vive y trabaja en Madrid). Se trata de una guía telefónica abierta, en la que con gran cuidado la artista ha rebañado en una cara de las hojas una especie de montañita, que a continuación ha pegado en la cara no rebañada. De las respuestas a la batería de preguntas de la ficha nos quedamos con la explicación de la artista: "nace de la inquietud por plasmar la incomunicación que se apodera del habitante de toda gran ciudad, perdido entre un mar de individuos que tratan de clasificarse y homogeneizarse mediante instrumentos como las Páginas Blancas."
Imagine el lector que entra en la sala donde se exhibe esta "obra de arte". La ve sobre una especie de podio, la mira, la remira, y puede que acabe sintiendo de nuevo frustración y acaso algo de angustia, la producida por el sentimiento de culpa de ser un ignorante incapaz de descubrir la trascendencia de una creación maravillosa.
Ahora bien, toma la ficha, la lee, se hace con el concepto, y sus temores se disipan. Gracias al trabajo de los redactores ha podido comprender lo inaccesible una vez más.
Casi todas las obras seleccionadas en "Generación 2008" (lienzos, fotografías, dibujos, otros materiales y otros soportes) son conceptuales en el peor sentido del término: necesitan de una ficha para ser entendidas, o ser aceptadas o simplemente ser vistas, porque si no pasarían inadvertidas. Claro que decicar una hora a leer fichas y dos más a observar los objetos de la exposición para encontrar su significado profundo y oculto es algo que dudo que ningún visitante haya tenido la heroicidad de hacer.
Pero deseo dedicar una referencia a tres videos de especial interés. Uno sobre la emigración de senegaleses, otro sobre la experiencia de un grupo de gauchistas franceses de vivir en una colonia, y otra sobre una “performance” muy divertida realizada en las calles empinadas de Cali (Colombia). En realidad se trata de tres reportajes o documentales, aunque aquí, como es una exposición de arte, se presentan como creaciones, pues eso, artísticas.
Vistos como documentales, son estupendos, informativos, ilustrativos, llenos de vigor, de interés. Pero como obra de arte me parecen una estafa. ¿Un documental es una obra de arte? Admitamos que puede llegar a serlo. Pero, ¿por qué cambiarle el formato y convertirlo en una instalación de varias pantallas o varias proyecciones?
Por puro conceptualismo, por puro papanatismo, por hacerse pasar por artista emergente, por falta de ideas mejores, por cobardía.
El conceptualismo moderno me parece a mí muy semejante al manierismo de hace cuatro siglos. Representa cosas invisibles y cuyo reconocimiento precisa de una educación especial, porque están dirigidos a una pequeña elite. Los pintores manieristas trabajaban para lo mejorcito de las castas aristocráticas y eclesiásticas de la época, personas cultas, con mucha experiencia y mucho mundo detrás, los ejecutivos del periodo. Y se dedicaban a representar mitos y alegorías de quienes les pagaban. Los conceptualistas de hoy son unos hipócritas de tomo y lomo, o unos mentecatos que no se dan cuenta de a quién están sirviendo. En términos marxistas deberíamos decir que son los artista más alienados, más enajenados de la historia, porque creen que están sirviendo al pueblo con sus críticas mordaces, cuando la verdad es que son unos juguetes en manos de los capitanes de las finanzas (ya, ni siquiera de la industria), los organizadores de premios y becas, los mecenas de museos, los creadores de instituciones multinacionales y multimillonarias que dominan el mercado del arte.
Como dice un amigo mío de Vilanova i la Geltrú, "serà per diners!" No hay problema, paga Caja Madrid. En su tierra es la Caixa, la de Barcelona o la de ViG, ciudad de indianos y de mestizos que ha producido tipos curiosos como mi amigo, un tipo que lee y hasta comenta anónimamente este blog. Toda una rareza.

jueves, 10 de abril de 2008

Noticias de arte

El mensuario Artnews, editado en Nueva York, es un sólido competidor de Artforum, que se distribuye desde ese mismo centro universal del arte moderno. Ambas publicaciones salen 11 veces al año. En Internet publican partes muy limitadas de sus números.
La diferencia está en el volumen y en el precio. Artforum es una pequeña guía de páginas amarillas del arte. Artnews es una revista normal. Sin embargo, ambas publican una cantidad de información semejante. El exceso de volumen de Artforum es la publicidad. De hecho, en el mundillo del arte se conoce a esta revista como Adforum, por advertising, publicidad en inglés. No obstante, esa profusión abrumadora de publicidad conviene a mucha gente implicada en el negocio de la pintura, la escultura y todas las otras secciones o fracciones del arte más o menos gráfico que compiten hoy en día en el mercado. Conviene a las galerías, a los artistas y a los coleccionistas, que están al corriente de lo que se expone en el mundo entero una vez al mes. Claro, la mayoría abrumadora de anuncios corresponden a galerías e instituciones de Nueva York y del resto de los EE UU. Pero ahí es donde se encuentra el meollo del mercado. ¿No?
Otra revista de arte que merece la pena es Kunstforum, en alemán Foro de Arte, equivalente a Artforum. Sale entre cuatro y cinco veces al año, editada en Ruppichteroth, una pequeña ciudad alemana próxima a Colonia. Es una verdadera enciclopedia del arte del presente, con información pormenorizada de artistas, exposiciones, mercados, ferias, bienales. Al hojearla uno tiene la impresión de que no hay exhibición que se les escape. El problema es que está en alemán. Gross Problem. Para quien sea capaz de leer este idioma, Kunstforum es un sustituto de todas las búsquedas posibles en Internet. Además, tiene una editorial de libros, y una colección de números atrasados que deben ser una maravilla. Uno se puede suscribir por internet y tener acceso a su fabuloso archivo, mucho más práctico, a mi entender, que los que proporcionan Artnet y Artprice, dedicadas directamente al mercado, aunque contienen muy buena información constantemente renovada sobre exposiciones.

Número de marzo de Artnews
La información que proporciona esta revista me gusta más que la de Artforum. Dedica varios ensayos a un tema, en el número de marzo, las venta ilegítima de obra incautada a acaudalados ciudadanos judíos durante la guerra mundial, que anda diseminada por los museos de medio mundo. (Recomiendo el libro de Héctor Feliciano El Museo Perdido, en el que detalla la rapiña y sus beneficiarios).
Sin embargo, lo que me ha llamado la atención de este número de marzo de Artnews es una entrevista con Guy Philippe Lannes de Montebello, más conocido por Philippe de Montebello, durante treinta años, director del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
Le ha llegado la hora de la jubilación. El Met de NY no es un museo de arte contemporáneo, aunque ha dedicado alguna atención a nuestro tiempo. El periodista pregunta a Montebello sobre la naturaleza elitista del arte, y el hombre, que tiene en las fotos pinta de aristócrata, asegura que el elitismo tiene más que ver con lo que se incluye que con lo que se excluye, con el deseo de aprender y de ser mejor. Montebello habla de “elitismo democrático, elitismo meritocrático”.
Algo digno de mención es la confianza que dice tener en sus subalternos, en especial los comisarios (curator) u organizadores de exposiciones y observadores de las de otros museos, a quienes él considera de conocimientos superiores a los suyos en los temas en los que cada uno está especializado.
“Lo mejor de mi trabajo ha sido trabajar codo con codo con comisarios, y mantener un diálogo maravilloso con gente inteligente que dice cosas brillantes sobre lo que tú más amas, las obras de arte. En segundo lugar, me imagino como un maestro de primaria o un profesor de secundaria, la enorme satisfacción que sientes cuando observas, ves y escuchas las reacciones del público.”

El muro de Berlín, por las nubes.
Si alguno de mis posibles y fantasmales lectores tiene interés en comprar un trozo del Muro de Berlín pulido y enmarcado, puede dirigirse a la Fundación de Arte Exterior, Outdoorsart Foundation. Sólo valen entre 3.000 y 12.000 euros. Al recibirlo, lo puede colocar en el jardín de su casa, según las condiciones de su origen, y pintarrajearlo de grafitis o de brochazos. Debe ser un gustazo, después de haberse gastado uno o dos millones de pesetas en un cacho de hormigón de tan siniestro contenido histórico.

martes, 8 de abril de 2008

Los Novísimos Episodios Nacionales

Un anuncio difundido por radio invita a los consumidores a comprar El Mundo, porque así obtendrán una lujosa, moderna (y no sé cuántas cosas más) edición de Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.
La frase no es literal, pero viene a decir algo así como "La historia de una nación como hasta ahora no se había contado".
Reacciono automáticamente con una mezcla de ira e ironía.
¿El que ha redactado el anuncio ignora quién es Benito Pérez Galdós y que murió hace casi un siglo?
¿O simplemente le importa un pimiento Pérez Galdós y los Episodios Nacionales, y cree que diciendo que es una forma novísima de interpretar la historia de España convencerá a un montón de incautos, que se precipitarán a los quioscos a comprar El Mundo por su maravilloso regalo?

lunes, 7 de abril de 2008


Bombardier se echa al monte

Aparece Bombardier a la hora del café y me suelta sin prólogo ni advertencia:
“Los políticos occidentales se han propuesto acabar con la democracia realmente existente, y no tardarán más de una generación en conseguirlo. Ya veremos qué tipo de gobierno cristaliza en la ancianidad de nuestros nietos.”
Bombardier ha pasado el fin de semana en el monte con una partida de guerrilleros. Eso y un telediario venenoso que acaba de ver, le han debido sulfurar.
“¿Pero no estabas de viaje astral, en busca del equilibrio perdido?”, le recrimino.
“Por eso me he echado al monte.”
“¿Con una partida de guerrilleros?... ¿Jueguecitos de rol?”
“Dos partidas. Y no eran guerrilleros. Es una sociedad de cazadores de la Vall d’Albaida. Pero con todo el aspecto de una partida de bandoleros o de revolucionarios.”
El valle de Albaida está al sur de la provincia de Valencia, lindando con la de Alicante. Es una larga sucesión de huertos de vid, frutales, algo de cereal, naranjos y barbechos, escoltado todo de montañas que llegan al mar a la altura de Gandía. Como diría un libro de texto de los de antes, allí conviven la industria y la agricultura en próspera armonía.
“Tengo un amigo yugoslavo que hace de cartero en un pueblo de aquella comarca. Tiene experiencia guerrillera y es cazador, y se ha sumado a una partida de la Pobla del Duc que se dedica los fines de semana a exterminar conejos. Me invitó, y acepté. ”
“Pero si estamos en temporada de veda.”
“No para ellos. Tienen bula administrativa. Una plaga de conejos está destruyendo vides, frutales y hortalizas. La agricultura de la zona está en peligro. Y tienen que defenderse.”
“¿Y la administración no hace nada?”
“La administración es un laberinto de burócratas que se lavan las manos. Los del negociado de agricultura responsabilizan al negociado de medio ambiente, y los dos se hacen los tontos para que los agricultores resuelvan el problema como puedan siempre que no empleen el veneno.”
“A tiros.”
“A tiro limpio. Uno de los agricultores-cazadores…”
“Suena a categoría paleolítica”, le interrumpo.
“Pues los rifles que tienen son automáticos, de cinco disparos, aunque les obligan a modificarlos a tres… Bueno, pues este hombre me comentaba que cada vez que se reúne con un burócrata se le alteran los nervios. Una vez, me dijo, enviaron unas máquinas a desbrozar un barranco, y llamaron a todos los medios de comunicación, que grabaron el evento. A los cien metros, pararon. Los periodistas se marcharon. Las máquinas, también.”
“Una medida acción mediática.”
“Un cachondeo. Por eso han decidido formar partidas y dedicarse a matar conejos a mansalva. Se gastan una fortuna en cartuchos. Pero lo cierto es que se lo pasan bien. Estuve almorzando con ellos en un bar del pueblo, y me sentí libre de ataduras intelectuales. Estas personas, estos agricultores armados, son el armazón del orden social.”
“¿Esos guerrilleros?”
“Exacto. Imagínate un caos, un desorden inaceptable. Saldrían personajes como esos, risueños, imperturbables, con sus armas en bandolera, a defender lo suyo.”
“Te estás yendo otra vez hacia el Apocalipsis, Bombardier.”
“¿El Apocalipsis? Te aseguro que al ver a esos tíos sin afeitar, con sus cananas y sus escopetas, me estaba imaginando lo que sería un conflicto armado consecuencia de la voracidad disolvente de ciertos políticos. Enseguida saldría gente con rifles de caza o deportivos y se liaría la gorda. Sólo sería necesaria una campaña aplastante de propaganda. No haría falta ni crear odio, sólo la idea de que los que pensaran distinto eran los conejos de ahora, los enemigos de las cosechas, los que quieren acabar con lo nuestro.”
“Pero, ¿qué eran?, ¿tipos brutos y sin educación?”
“¡Qué va! Hombres como tú y como yo. Mucho más interesantes, con un sentido del compañerismo y del humor insuperables. Y bastante inteligentes, sin esa ambición mediocre de los urbanitas. Ya te digo que me sentí tan a gusto con ellos que se me borró la pátina intelectual que llevamos como un lastre los que tenemos carrera universitaria. Por cierto, me dijeron que a los jóvenes es muy difícil hacerlos cazadores. Que prefieren la juerga, la discoteca, la moto… Las armas les importan un rábano.”
“A mí también. Sólo he disparado media docena de veces. Todas en la mili. Y todas fuera de la diana.”
“Sí, pero tú no eres de familia de cazadores ni vives en un pueblo.”
“Se está acabando el pueblo.Ya no hay paletos.”
“Es mentira. Los paletos son la reserva espiritual de cualquier sociedad. Si no fuera por los paletos, careceríamos de futuro. Te aseguro que ha sido maravilloso compartir un fin de semana con esas partidas de guerrilleros. Un consuelo para el sofoco cultural de la ciudad.”
“Pues me alegro por ti.”
“Gracias.”